El impacto que el aislamiento provocado por la pandemia de coronavirus está teniendo en las emisiones de carbono a nivel mundial está siendo impulsado por la gran cantidad de impuestos a esta materia, que están cerca de cubrir el 22% de las emisiones mundiales, además de una gran disminución a los subsidios mundiales de combustible, reveló el reporte Estado y Tendencias de Impuestos al Carbono, realizado por el Banco Mundial.

La organización atribuye el crecimiento acelerado a una importante política que China está por implementar, además de otras 60 políticas que han identificado como próximas a su puesta en marcha.

Los impuestos al carbono existen en dos formas: una es el sistema de comercio de emisiones, que se ha implementado con éxito en Europa y California, y la otra es el impuesto al contenido de carbono de los combustibles fósiles, el cual fue implementado en México desde 2014.

El mercado mexicano se encuentra en espera de que comience la operación del sistema de comercio de emisiones, para lo que “la iniciativa privada tendrá que trabajar de cerca con la autoridad para definir cuáles van a ser las particularidades del sistema, y poder tener en funcionamiento los dos mecanismos en México”, señaló René Narváez, experto en el mercado eléctrico.

Narváez señaló que la implementación conjunta no representa un doble castigo a la producción, sino una herramienta para flexibilizar lo que se impone a las empresas privadas, y poder así negociar y definir la mejor ruta para que cada sector cumpla con los objetivos.

Esto sería especialmente importante para los sectores en lo que es más complejo “limpiar” los procesos, como el cemento y la metalurgia.

Abán Moreno, maestro en administración de fuentes renovables, explicó que los Certificados de Energías Limpias demostraron que las empresas son capaces de invertir en México tomando en cuenta factores externos como subsidios e impuestos, que afectan su inversión, y que cualquier impuesto de naturaleza ambiental podría ser absorbido de la misma forma.

Sin embargo, advirtió que la efectividad de estas herramientas dependerá de que se respeten las reglas del juego y no se realicen cambios repentinos como ocurrió en el caso de los CELs.

Uno de los elementos más importantes para el eventual éxito de este tipo de políticas en México será el apego a la decisión de SEMARNAT sobre la cantidad máxima de emisiones tolerables, así como la existencia de una unidad verificadora constante y confiable.

“Lo que no se mide no se puede mejorar”, señaló Moreno.

El experto advirtió que la coyuntura puede complicar la implementación de estas políticas en México, pues la iniciativa privada podría percibirlas como un golpe más en medio de una incertidumbre económica.

Sin embargo, advirtió que una implementación gradual podría ser un buen compromiso entre gobierno y sector empresarial, sobre todo tomando en cuenta que se trata de un tema que se viene trabajando desde los acuerdos de París.

“Se supone que hay metas que cumplir que ahora mismo se perciben complicadas, podría ser algo gradual, pero también tendría que ser agresivo”, dijo.