El Palacio de Hierro es la división de ventas de lujo de la familia Baillères y se catalogó como su tercera empresa más valiosa, según los reportes de Grupo Bal. Sin embargo, esta famosa cadena departamental no siempre ha pertenecido a la ‘dinastía’ de millonarios, pues inició como propiedad de dos apellidos franceses.
Fundado en 1888, El Palacio de Hierro surgió como una tienda para imitar el naciente concepto de grandes almacenes. En otras ciudades como Francia, Londres y Nueva York ya comenzaba cierto furor por las tiendas de departamentos, con la fundación de cadenas como Macy’s, Harrods y Bloomingdale’s.
La familia Baillères adquirió El Palacio de Hierro hasta el año 1963, cuando los franceses que tenían la mayoría accionaria decidieron vender la marca. Desde ese momento ‘los reyes de la plata’ han administrado esta famosa cadena de tiendas de lujo, tal como narra el libro El Palacio de Hierro: Una historia extraordinaria, que fue editado para la marca.
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¿Cuándo se fundó El Palacio de Hierro?
El acta constitutiva de El Palacio de Hierro se firmó en 1888. En ella, las familias Tron y Léantaud fundaron la compañía como una sociedad. Para ello, el francés John Tron vendió su antigua propiedad, las Fábricas de Francia, para conseguir el capital para construir el nuevo edificio que albergaría su nueva tienda departamental, explica el libro.
En el Centro Histórico, los socios fundadores decidieron comprar un terreno de 625 metros cuadrados. El arquitecto George Debrie se encargó del diseño y construcción del edificio de estructura de hierro que actualmente sigue ocupando la conocida cadena. Además, se dice que el edificio le dio su nombre a la tienda, pues al ver la estructura férrea, las personas mencionaban que se estaba construyendo ‘un palacio de hierro’ en el centro de la ciudad.
En 1891, se inauguró la primera sucursal de El Palacio de Hierro. La cual fue pionera en el uso de varias tecnologías, pues contaba con 350 focos para iluminar sus aparadores y empleaba un elevador hidráulico que las personas utilizaban para recorrer sus 5 pisos de mercancías. Con el paso de los años, los inversionistas fueron cambiando y se constituyó como una Sociedad Anónima.
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La primera gran compra de Alberto Baillères
Para 1958, El Palacio de Hierro ya había inaugurado su sucursal en la calle de Durango, en la Colonia Roma. Este acontecimiento comenzó a crear fricciones entre los dueños mayoritarios, quienes no concordaban en que hubiera una tienda tan cercana a la principal en el Centro Histórico, pues pensaban que podría limitar las ventas ya que la gente no se trasladaría.
Para inicios de la década de los años 1960, la familia francesa que ostentaba la mayoría accionaria decidió que quería vender su participación. Para ello, visitaron a Raúl Baillères, quien en ese momento se encontraba con problemas de salud. Sin embargo, Alberto Baillères, su hijo, decidió atender a los visitantes y tomar nota del proceso de venta. El millonario narró en entrevistas del libro que fue el encargado de convencer a su padre para la adquisición de la cadena.
En los siguientes meses, la familia Baillères estudió la viabilidad de la compra de El Palacio de Hierro, para lo que convocaron a sus mejores analistas. Alberto Baillères tenía tanto entusiasmo en el proyecto, que narra que mencionó a su padre que él mismo compraría el 50% del paquete accionario que buscaban colocarles.
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El Palacio de Hierro en manos de los Baillères
Tras un profundo análisis y la propuesta de Alberto de quedarse con el 50% de las acciones que adquirirían, la familia Biallères decidió comprar la cadena departamental en 1961. Según entrevistas con el millonario, se trató de la primera transacción que vivió junto con su padre, lo que le brindó una gran experiencia en el mundo de los negocios.
El fallecido Alberto Baillères también contó que, al estar tan inmiscuido en la compra, su padre lo puso a cargo de El Palacio de Hierro tras la adquisición. Aunque no ocupó el cargo de presidente o CEO, sí se mantuvo como asesor de la dirección y estuvo enterado de todos los movimientos de la cadena durante varios años. Según el magnate, fue una experiencia de colaboración que le dio muchos conocimientos en el comercio.
Alberto Baillères también fue el encargado de crear el lema “Soy Totalmente Palacio”. En 1995, en el entorno de la crisis económica que azotaba el país y la baja de consumo provocada, realizó un profundo análisis de su marca y su clientela para encontrar las mejores alternativas para sobrellevar los momentos económicos difíciles. En una reunión en 1996 con su agencia de publicidad, TBWA, el magnate ideó el slogan y lo mandó registrar.
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La joya de la corona
La era “Soy Totalmente Palacio” generó un parteaguas en la tienda, que se posicionó en el mercado mexicano y logró comenzar una importante expansión. Según datos de su sitio web, para 1997 consiguieron la apertura de su icónica sucursal en la zona de Polanco, en la Ciudad de México. Posteriormente, continuaría la inauguración de su tienda en Plaza Satélite, al norte de la Zona Metropolitana.
En los años 2000, se inauguraron las tiendas de Puebla, Monterrey, Antara, Guadalajara y Acapulco. Mientras que para la próxima década añadió las boutiques en Acoxpa, Cancún, Interlomas, Tabasco, Santa Fe, Querétaro y la remodelación de su sucursal en Polanco.
Unos años antes de la muerte de Alberto Baillères, cedió el control de la empresa a su hijo Alejandro, quien se unió al consejo de administración. Hasta 2022, El Palacio de Hierro se colocó como la tercera empresa más valiosa de la familia, con un valor de mercado de 18,520 millones de pesos, según datos de Investing.
Con información del libro de la empresa El Palacio de Hierro: Una historia extraordinaria.