El antecedente chileno de un etiquetado más claro para los consumidores de productos alimenticios industrializados da la razón al sector privado: la implementación de la medida amenaza la venta de alimentos procesados en México.

Sin embargo, la propuesta aprobada el 24 de julio por la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados es necesaria para combatir disminuir los índices de obesidad y sobrepeso, enfermedades que afectan a 7 de cada 10 mexicanos, dice Adriana Angélica Ángeles Quezada, maestra en Salud Pública por el instituto Nacional de Salud Pública de México.

El 1 de octubre pasará al pleno de la Cámara baja la iniciativa que cambiaría el etiquetado frontal en alimentos y bebidas para su discusión y posible aprobación, por lo que los industriales tienen hasta esa fecha para presentar una contrapropuesta a la iniciativa, como adelantó Francisco Cervantes Díaz, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).

“Un nuevo sistema de etiquetado es necesario, puesto que el que actualmente se maneja en México es tan complicado que a veces hasta a los expertos les resulta confuso y el consumo de productos empaquetados está relacionado directamente con enfermedades como la obesidad, el sobrepeso o la diabetes”, explica Ángeles Quezada.

La experiencia de Chile

La iniciativa para el nuevo etiquetado reforma y adiciona diversos artículos de la Ley General de Salud en materia de sobrepeso, obesidad y etiquetado frontal de advertencia de alimentos y bebidas no alcohólicas, de acuerdo con una tarjeta informativa de la Cámara de Diputados.

En ella se establece que las etiquetas o contraetiquetas para alimentos y bebidas no alcohólicas, deberán incluir información nutrimental “de fácil comprensión, veraz, directa, sencilla y visible”.

La propuesta establece que el frontal de advertencia se imprima de manera independiente a la declaración de ingredientes e información nutrimental con el fin de facilitar para los consumidores la identificación de productos en excedente de calorías, azúcares, grasas, sodio y otros contenidos incluídos en las normativas de la Secretaría de Salud (SSA).

Esto significa que, además de la etiqueta de información nutrimental, los productos con altos contenidos de esas sustancias tendrían un “pictograma” con una leyendas de advertencia, dice Ángeles Quezada.

La iniciativa, presentada por el grupo parlamentario de Morena, está basada en un mecanismo que se aplicó contra enfermedades asociadas al sobrepeso en Chile, en donde hasta 2016 tres cuartas partes de la población sufría de sobrepeso u obesidad, según el Ministerio de Salud.

Como lo propone la versión mexicana de la norma, en el país sudamericano se establecieron sellos de advertencia para alimentos excedentes en azúcares, sales, grasas y contenidos calórico. No obstante, esa medida estuvo acompañada también de restricciones en la publicidad y rediseños obligatorios de los empaques

El problema de salud pública para México no es menor al que enfrenta Chile. De los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), México tiene la más alta proporción general de población con sobrepeso u obesidad, con 73%, según un informe sobre salud pública publicado en 2018 por el organismo.

“En otros países estas medidas han tenido un efecto positivo en el mejoramiento de la salud de la población. Para que una persona pueda ser saludable, necesita saber claramente si está consumiendo grasa, azúcares o calorías de más”, advierte Ángeles Quezada. 

Las ventas, la preocupación de la industria

En las semanas posteriores a la aprobación de la iniciativa de nuevo etiquetado en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, representantes de la industria alimenticia han mostrado oposición a la propuesta. Alegan que repercutirá negativamente en los ingresos de los productores de alimentos. 

Y puede que tengan razón.

La entrada en vigencia de la Ley de Etiquetado de Alimentos en junio de 2016 en Chile contrajo la venta -y por lo tanto en el consumo- de algunos productos como las golosinas y, en particular, galletas y chocolates, de acuerdo con la consultora de consumo Euromonitor.

En el caso de los chocolates, el descenso en los ingresos de la industria formal chilena bajó un 8% en el primer año, mientras que las galletas dulces registraron un bajón del 1.2% en sus ventas totales. No obstante el cambio obligó a la industria a redirigir sus esfuerzos hacia las galletas saludables, sector que creció 4.4% en el mismo periodo, según el informe.

“No todo es culpa de los alimentos empaquetados cuando hay muchos motivos para la obesidad. Lo que esté mal, tenemos la voluntad de arreglarlo, pero no a garrotazos”, declaró a Milenio el presidente de la Concamin el 23 de septiembre.

Para José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico,  la diferencia entre los mercados chileno y mexicano hacen imposible una estimación certera sobre una afectación al sector de los alimentos procesados: mientras que en Chile la población apenas rebasa las 18 millones de personas, en México hay cerca de 120 millones, según el censo de 2015.

Pero eso sí, este sector es uno de los pilares de la industria manufacturera del país, por lo que la discusión en el Congreso sobre la iniciativa del etiquetado no debe apresurarse ni basarse en cuestiones de orden político, opina el experto.

Entre 1993 y 2018 la industria de los alimentos procesados aportó 13,583 mdp al Producto Interno Bruto, lo que representó 22.3% de los 60,774 mdp generados en total por la manufactura nacional, de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística.

Uno de los principales temores es que se detenga el crecimiento o inclusive se llegue a contraer el negocio, cuyo valor pasó 392,719 mdp en 1994 -cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte- a 661,657 mdp el año pasado, lo que significa un crecimiento del 68% en el último cuarto de siglo.

“Habrá que ver si paralelo a la iniciativa de etiquetado se generan mecanismos para compensar o abrir oportunidades en varios sectores productivos. Estamos hablando de que  alimentos y bebidas industrializadas representa una quinta parte del PIB que aporta la manufactura, que a su vez representa cerca del 5 o 6% del PIB total”, explica el economista.

EL CEO buscó a la Confederación Patronal de la República Mexicana y al Consejo Coordinador Empresarial para conocer su postura sobre el nuevo etiquetado, pero hasta ahora no se obtuvo respuesta.