Elizabeth Holmes, fundadora de Theranos, por fin enfrentará un proceso legal luego de que la pandemia obligara a retrasar su juicio. La empresaria tendrá que responder a cuestionamientos sobre cómo su compañía se convirtió en el caso de fraude más famoso de Silicon Valley.

Theranos, una empresa estadounidense de tecnología enfocada al sector salud, consiguió levantar 700 millones de dólares en inversiones, lo que resultó en una valuación de 10,000 millones de dólares en 2014. En los siguientes años, la empresa tuvo que enfrentar la realidad de no poder cumplir con sus promesas, y de haber engañado a clientes e inversionistas para evitar que esto se supiera.

Distintos inversionistas e incluso algunos pacientes han presentado demandas contra la compañía por la falsificación de estudios. El monto de las demandas rebasa los 400 millones de dólares. Holmes ha sido suspendida por la SEC, por lo que no puede formar parte de una compañía pública en la próxima década. El proceso criminal al que se enfrenta podría ponerla tras las rejas por 20 años.

El caso ha atraído la atención de medios alrededor del mundo, y algunos blogs incluso han publicado sus ideas para el casting de la “inevitable” biopic de Holmes. Esta atención ha provocado que la empresaria tenga que enfrentar no sólo investigaciones legales, sino investigaciones periodísticas que pretenden descubrir más información sobre su vida antes de la demanda.

El mes pasado, Holmes tuvo que combatir rumores de que destruyó tres años de datos sobre la efectividad de los estudios realizados por los aparatos de Theranos. La fundadora ha acusado al gobierno de “fallas en la investigación”.

“La razón por la que el gobierno carece de evidencia es porque los fiscales se mantuvieron quietos por años antes de intentar adquirirla, y volvieron a estar quietos luego de obtenerla. La culpa es enteramente de ellos”, dijeron los abogados de Holmes.

La empresaria también ha luchado por mantener detalles sobre su fortuna, sus gastos y su estilo de vida fuera de las evidencias del juicio. Sus abogados han dicho que temen que, si esta información se conoce, promueva el “prejuicio de clase” entre el jurado.

El caso contra Elizabeth Holmes y Theranos

En 2003, Elizabeth Holmes, una estudiante de medicina de 19 años, solicitó una patente para un parche que monitorearía continuamente la sangre del usuario y administraría la dosis adecuada de medicamento. El proyecto no era viable, pero emocionó tanto a Holmes que decidió abandonar Stanford y comenzar Theranos, basada en la promesa de exámenes de sangre que no requerirían agujas.

En el primer año, la compañía logró una inversión de un millón de dólares por parte de un vecino de Holmes. En la infancia de la empresa, ésta dependió siempre de la fama de sus inversionistas. Sin embargo, Theranos nunca consiguió establecerse con inversionistas experimentados en el sector salud.

La propuesta que trajo fama a la compañía fue la habilidad de llevar a cabo múltiples estudios sanguíneos con solo pinchar la yema de un dedo, desde la comodidad de tu hogar. Esto funcionaba a partir de cartuchos que recibían la sangre y se introducían a la máquina propietaria de Theranos. La máquina enviaría los resultados a un laboratorio que estaría a cargo de interpretarlos.

La máquina eliminaba la necesidad de utilizar vías tradicionales para enviar muestras a laboratorios y disminuía el tiempo de respuesta. Sin embargo, los distintos procesos necesarios para realizar las pruebas hacía imposible concentrarlas en el tamaño de maquinaria que la compañía pretendía. Es decir: para que la máquina fuera viable, la compañía tendría que realizar grandes descubrimientos en múltiples disciplinas de análisis.

El principal problema es que Theranos estaba liderado por Holmes, quien solo tenía 2 semestres de educación en campos relacionados con la medicina. En 2006, Theranos anunció Edison, la segunda versión de su máquina, que nunca obtuvo aprobación gubernamental y que no era capaz de realizar todos los estudios que la compañía pretendía.

Tras el anuncio de Edison, Theranos comenzó a realizar estudios en pacientes con cáncer, de la mano de Pfizer, a pesar de que Holmes sabía que su producto no estaba listo.

La inercia de la compañía le permitió contratar a figuras importantes que le daban mayor seriedad, entre ellos estuvieron Avie Tevanian (exvicepresidente de software en Apple), Don Lucas (mentor del fundador de Oracle), Henry Kissinger, George Shultz (exdirector de la oficina de presupuesto de EU) y Jim Mattis (futuro secretario de defensa de EU).

En 2010, Walgreens y Safeway estaban interesados en introducir Edison a todas sus sucursales. Theranos presentó una lista de 192 pruebas que podrían realizarse, de las cuales solo la mitad eran teóricamente posibles. Estas asociaciones terminarían llevando a Theranos más de 105 millones de dólares por concepto de inversiones y préstamos.

Durante el proceso, Safeway invirtió más de 350 millones de dólares para adecuar sus sucursales a las nuevas máquinas. Theranos prolongó el envío de la maquinaria e incluso comenzó a realizar pruebas en tecnología existente sin informarle a Safeway.

En octubre de 2015, John Carreyrou, reportero del Wall Street Journal, hizo público que Theranos estaba utilizando máquinas tradicionales fabricadas por otras empresas, y no Edison, para realizar los estudios. El reportaje atrajo a exempleados y fuentes anónimas que ayudaron a continuar con la investigación.

A finales del mismo año, la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos realizó una inspección sorpresa a Theranos, en la que descubrió que Edison solo era capaz de realizar 12 de las 250 pruebas que la compañía anunciaba y los resultados no eran confiables.