El Presidente Andrés Manuel López Obrador expuso el jueves que el costo de producción de crudo para Pemex es de alrededor de cuatro dólares por barril.

La cifra contrasta con el costo de 14 dólares reportado por la empresa el año pasado, y está incluso más alejado de los costos superiores a 30 dólares que calculan observadores independientes. Las discrepancias tienen muchas explicaciones y los analistas advierten que la producción actual no es sostenible, dado el precio del mercado.

¿Por qué la diferencia en cifras?

“Un factor es cuando empiezas a contar. Si estás contando los 10 dólares en el pozo y no has contado lo que va a costar la distribución, separación y llevarlo al mercado, la información es correcta, pero no te cuenta toda la historia. También hay una diferencia importante entre promedio y media, porque puedes tener campos muy grandes que tienen un costo bastante más bajo o más alto que el promedio”, detalló Adrián Calcaneo, director de Midstream y Líquidos para IHS Markit.

El experto explicó que las empresas sí reconocen que Pemex cuenta con campos cuyo costo de producción ronda los 10 o 12 dólares, pero señaló que en su mayoría se trata de campos muy pequeños.

La expectativa de los analistas es que el costo de producción se encuentra más cercano a los 40 dólares que a los 10, lo cual la colocaría muy lejos de los actuales precios de la mezcla.

El costo de producción reportado por Pemex también ha ido a la alza en los últimos años; apenas en 2016, el costo reportado era de alrededor de 7.8 dólares por barril, con lo que el crecimiento en tres años sería del 45%.

¿Qué consecuencias tiene un alto costo?

Las propias cifras de Pemex, que parecen optimistas a los analistas, pintan un panorama complicado para la petrolera. El costo de producción se está acercando peligrosamente al precio de la mezcla mexicana, que el jueves cerró en 17.70 dólares por barril, luego de caer a 14.54 el miércoles.

El alza pronunciada en los costos de producción podría deberse a la estrategia de la administración para aumentar la producción, la cual ha echado mano de los “campos prioritarios”, los cuales en su mayoría son campos maduros que tienen condiciones más difíciles para la extracción de crudo.

“En esta nueva coyuntura de precios lo mejor que podríamos hacer es producir menos”, explicó Calcaneo. “Es lo mismo que pasó con las refinerías cuando la utilización estaba baja y había quejas de que sólo se estuviera utilizando el 30% de capacidad, pero es que a ese nivel se ganaba dinero; ya con el 35% se empezaba a perder”.

Pemex tendría entonces que reducir su producción para poder alcanzar un balance de rentabilidad y producción.

El índice mediante el cual se debería reducir la producción es motivo de debate, pero algunos analistas la colocan alrededor de 1.4 millones de barriles diarios, es decir, una reducción de alrededor de 19%, lo que representaría la producción más baja en más de 30 años y muy lejos de la meta que el gobierno pretende lograr a finales de sexenio (2.9).

¿Qué significa esto para el futuro de Pemex?

El alza del dólar frente al peso es otro motivo para detener la producción de ciertos campos, dado que los contratos de servicio están en dólares, las pérdidas de los campos más caros se acentúan de forma importante.

“Independientemente de a cuánto vendas el barril, el alza del dólar ya te subió los costos un 25%”.

Además, aunque los farmouts siguen siendo una buena opción para la empresa, el panorama mundial hace más difícil atraer a socios viables.

“Lo más atractivo para Pemex siempre será diversificar el riesgo, el problema es que este es el peor momento para hacerlo porque tienes que ser muy atractivo y casi echar la casa por la ventana para que alguien venga, y eso no es lo que quieres”, advirtió Calcaneo.