El sector de hidrocarburos ha presentado avances en materia de contenido nacional, pero la participación de empresas mexicanas en exploración y producción sigue siendo limitada, y la inversión que la Secretaría de Economía anunció para impulsarla podría no ser suficiente si no se abren espacios a la iniciativa privada.
La semana pasada, la secretaria de Economía, Graciela Márquez Colín, anunció que la Unidad de Contenido Nacional contará con un presupuesto de 150 millones de pesos para este año, con el que buscará “crear cadenas de proveeduría y garantizar la transferencia tecnológica en el sector energético”.
Actualmente las empresas mexicanas sí están participando en la industria, aunque su presencia se concentra a ciertas áreas y sus aportaciones no siempre tienen el valor agregado que resultaría deseable.
“(En upstream) el potencial que tiene el acuerdo de contenido nacional que deriva de la ley de hidrocarburos ha estado un poco desaprovechado, aunque no del todo. En midstream y downstream sí se está logrando las metas e incluso se exceden, entonces no se puede hablar de un desaprovechamiento como tal”, explicó Santiago Arroyo, abogado experto en el sector.
A finales del año pasado, Marcos Avalos Bracho, titular de la Unidad de Contenido Nacional y Sector Energético, expresó a través de una columna que “en México no se aprovechó la oportunidad que arrojaba la Reforma Energética y se optó por una política de contenido nacional opaca, discrecional y sin un marco normativo que permitiera incentivar y verificar el contenido nacional en la industria de hidrocarburos”.
En enero del año pasado se aumentó el índice de contenido nacional para colocarlo en 35% para terrestres y aguas someras, y 10% para aguas profundas. El problema de la participación mexicana, explica Paul Sánchez, director de Ombudsman Energía México, es que normalmente se ha dado a través de elementos de la cadena de producción que no otorgan valor agregado.
“Muchas veces terminaba cayendo en dos cosas: la mano de obra o el acero mexicano para ductos, que no genera valor, y esto ocurre porque hacerlo en México es más caro. Se intenta convertir al sector en un foco de desarrollo, pero es difícil competir con software, por ejemplo, y entonces existe el riesgo de que la participación se siga concentrando en lo que sí puede competir y que no fortalece a la industria”, señaló Sánchez.
La falta de nuevas rondas petroleras y el alejamiento de las figuras de asociación han provocado que se cierren las puertas para las empresas privadas que ayudaban a cumplir con estas metas, explicó Arroyo.
“Aquí es donde entramos al tema de las empresas de participación estatal y sus limitaciones, tanto técnicas como operativas y de gestión, además del tema financiero. Hablar de aumentar el contenido nacional se tiene que hacer a través de la integración de los particulares”.
El propio mecanismo de contenido tiene una herramienta para medir, dentro del periodo fiscal, el éxito o fracaso de las metas. “Vamos a ver si con las políticas tanto económicas como energéticas que están planteando el día de hoy van a alcanzar la meta. Mi perspectiva es que no será así”, advirtió Arroyo.