El sector ganadero representa alrededor del 10% de las emisiones de carbono en México, principalmente porque la producción cárnica está concentrada en el ámbito rural, donde las tecnologías para la reducción de emisiones han presentado una lenta adopción.
La solución podría estar en el biogás, una tecnología disponible en México que ya está siendo adoptada por las empresas de lácteos más importantes.
Nosotros transformamos el estiércol en energía o en fertilizante orgánico. Nos acercamos al pequeño productor que depende de una red eléctrica inconstante o inexistente, y les ayudamos a instalar y capacitar sobre nuestro producto. También tenemos esquemas con gobiernos y con la iniciativa privada para que involucren a toda su cadena de productores en sus programas de sustentabilidad.
Xunaxi Cruz, directora de comunicación, Sistema.bio
De acuerdo a la Red Mexicana de Bioenergía, el uso de biogás para producir electricidad puede reducir los gases de efecto invernadero hasta en un 20% comparado de el gas natural, y hasta 80% comparado con carbón. En la producción de calor, la disminución es de 60% comparado con el gas natural y 40% comparado con el petróleo.
El uso de biogás en instalaciones rurales podría tener además la ventaja añadida de representar un apoyo económico a un sector que sufre constante presión a sus márgenes de ganancia. La Organización de Comida y Agricultura de las Naciones Unidas emitió un estudio sobre esta tecnología en 2011, y ya recomendaba el aprovechamiento de subsidios gubernamentales para “obtener beneficios económicos, ambientales y energéticos”.
La reutilización de los desechos orgánicos también permite a productores de todo tamaño ahorrar costos en materia de disposición de residuos, además de evitar que estos terminen en los mantos acuíferos. Este es un problema al que se enfrentan incluso las empresas más grandes del país. En 2017, la planta de Lala en Irapuato fue clausurada temporalmente por descargar más de 22,000 toneladas de sustancias contaminantes al Río Temascatío.
Tal vez por estos contratiempos es que las grandes empresas mexicanas ya están volteando a ver el biogás. Lala menciona en su reporte 2018 la presencia de generación anaerobia de gas a través del tratamiento de aguas residuales en sus plantas de Irapuato y Tecate, mientras que Sistema.bio reveló que se encuentra en pláticas tempranas con Danone y Nestlé para adaptar su tecnología.
Para Enrique Lomnitz, director de Isla Urbana, la adopción de tecnologías con impacto ambiental requieren no sólo de una buena relación costo-beneficio, sino también de políticas públicas que motiven o incluso obliguen a los privados a participar.
Va a ser complicado que las empresas participen bajo una lógica de mercado. Puedes tener obligatoriedad, motivaciones económicas o medioambientales. No puedes depender de estas últimas, porque van a existir, pero va a ser un porcentaje muy pequeño del universo.
Enrique Lomnitz, Director, Isla Urbana
En 2010, la potencia total instalada de biogás en México era de apenas 5.7MW, pero la propia Secretaría de Energía ya reportaba un potencial de generación de 3,000MW a nivel nacional. Para el primer semestre de 2018 la potencia total instalada aumentó a 217.21MW, apenas 0.29% de la capacidad instalada en todo el país y menos del 8% de la proyección de Sener.