Cuando en Satoshi Nakamoto nació la idea de crear una criptomoneda después de la crisis financiera de 2008, nunca pensó que 10 años después Bitcoin estaría muy lejos de los ideales que tenía planteados en un inicio.
Fue el 31 de octubre de 2008 cuando Nakamoto, cuya identidad real sigue siendo un misterio, publicó un documento en una lista de correos sobre criptografía, recuerda Quartz.
En su escrito, detallaba la necesidad de una moneda en línea que pudiera usarse para pagos sin la participación de un tercero, como un banco. Hoy esa aspiración se ha deformado.
Esta ambición se alimentaba de la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, ocurrida un mes antes, que desprestigió el sistema de “monedas tradicionales en las que una pequeña élite de banqueros se enriquece mucho, establece las reglas monetarias y las impone a todo el mundo”, subraya Pierre Noizat, fundador de la primera plataforma francesa de venta de bitcoins en 2011.
El sistema ‘peer to peer‘, es decir, sin un servidor de por medio, que Nakamoto había concebido se fue alejando poco a poco hasta que las instituciones financieras tuvieron -por ley- que jugar un papel en el ecosistema de las criptomonedas.
El rol de las instituciones
Con el paso de los años y después del escándalo en el que esta moneda digital se vio envuelta durante largo tiempo por el caso ‘Silk Road’, un sitio electrónico en el cual los bitcoins eran empleados como medio de pago de armas y drogas, las instituciones asumieron un papel más duro.
Las plataformas de intercambio de bitcoins deben, por ejemplo, obedecer a las mismas exigencias contra el lavado de dinero que los bancos o las sociedades de pagos en línea como PayPal y Venmo, indica el director de investigaciones del centro de reflexión sobre criptomonedas Coin Center, Van Valkenburgh.
El fisco estadounidense considera que las operaciones o inversiones en bitcoins están sometidas a los mismos impuestos que las operaciones efectuadas en dólares y deben, por consiguiente, ser declaradas.
La CTFC, organismo encargado de supervisar los mercados de productos derivados, estima que el bitcoin es una materia prima, por lo cual cae bajo su jurisdicción.
La Comisión de Bolsa y Valores de EU (SEC, por sus siglas en inglés) se ocupa a su vez de las criptomonedas derivadas del bitcoin, pero consideradas como empresas que deben respetar las reglas a las que están sujetas todas las compañías que cotizan en bolsa.
Este organismo controla también los productos financieros ligados al bitcoin y negociados en la bolsa y debe autorizar los muy populares “bitcoin ETF”, unos fondos que replican los movimientos de la criptomoneda.
Para complicar aún más las cosas, las plataformas de intercambio de criptomonedas deben registrarse en cada uno de los estados y territorios de la Unión en que pretendan operar y la legislación de cada uno de ellos difiere de la del otro.
Por otra parte, el presidente de la Reserva Federal -la institución encargada de la impresión de dólares-, Jerome Powell, dijo en julio que el bitcoin, al igual que las otras divisas virtuales, no es una moneda, por lo cual “carece de valor”.
Caída desde la cima
El bitcoin se encaminaba hacia una pérdida interanual el miércoles, en lo que constituye la primera baja en 12 meses desde el mercado alcista del año pasado, cuando la primera y más negociada moneda digital llamó la atención mundial durante meses de compras frenéticas.
A las 14:28 (hora de la Ciudad de México), bitcoin se negociaba a en 6,319.73 dólares en el mercado de Coindesk.
Desde su máximo histórico de 19,343.04 el 16 de diciembre del año pasado, Bitcoin ha perdido 67.33%.
La racha de 2017, impulsada por compras desenfrenadas de inversionistas minoristas de Corea del Sur a Estados Unidos, llevó al bitcoin a acumular ganancias de más del 1,300%.