La próxima decisión de política monetaria de la Reserva Federal (Fed), el próximo primero de mayo, tiene en vilo a los inversionistas, debido a los indicios de una curva invertida en el rendimiento de los bonos del Tesoro.
En medio de temores a una desaceleración económica en Estados Unidos, la Fed se muestra más dispuesta a flexibilizar su política monetaria en los próximos meses, esto es, reducir una vez más su tasa de interés pese hasta que hasta hace unos días no se tenía previsto.
En su última reunión, el 20 de marzo, el banco central estadounidense decidió dejar sin cambios su tasa de interés (2.25 – 2.50%), nivel en el que se encuentra desde diciembre del 2018. Entre 2008 y 2015, la tasa de interés se mantuvo prácticamente en 0%.
Ahora, la desaceleración económica de Estados Unidos puede obligar a la Fed a ajustar a la baja su tasa de interés los próximos meses. Los analistas consultados por CME Group estiman un recorte en la segunda mitad del año.
Casi el 43% de los analistas consultados por CME, para la herramienta FedWatch, estima que el banco central estadounidense bajará su tasa de interés a un rango de 2 a 2.25% en septiembre.
Además, la probabilidad de mantener la tasa de interés sin cambios hacia la segunda mitad del 2019 disminuye de manera considerable 92% para mayo, a apenas 28.2% para diciembre.
La Fed recortaría las tasas esencialmente a 0% de nuevo, si fuera necesario, cuando llegue la próxima recesión; incluso podría llevar las tasas a territorio negativo
publicó Wells Fargo en un reporte.
Bajar la tasa de interés es una herramienta que tiene cualquier banco central para estimular la economía de un país; los préstamos se vuelven baratos y permite inyectar liquidez.
Mientras la Fed y los analistas debaten qué tan rápido puede bajar la tasa de interés un paradigma preocupa al mercado: la curva de bonos se empieza a invertir.
Una curva de rendimientos de bonos invertida ocurre cuando las tasas a corto plazo son más elevadas que las de largo plazo, lo que perjudica las ganancias de los préstamos bancarios y se considera un signo de advertencia de recesión.
De las últimas nueve recesiones –desde 1957–, en todas la curva de bonos se ha invertido antes de una contracción económica.
El que las tasas de largo plazo en Estados Unidos paguen casi lo mismo, o menos, que una de corto plazo está influido por la estimación de un crecimiento económico más bajo, o desaceleración, al menos, en el futuro próximo
dijo Jonathan Zuloaga, asesor macroeconómico y de mercados de Columbus.
El viernes pasado, por instantes un bono a tres meses pagaba un rendimiento mayor que uno a 10 años, algo que no pasaba desde hace siete años y situación que puso presión en los mercados.
Concluir que un indicador, como puede ser la curva de bonos, es el preámbulo certero que va a suceder algo en el futuro, no es muy prudente. Sin embargo, la realidad en Estados Unidos es que cada que hay una recesión, un par de años antes la curva se aplanó en una dimensión tal que incluso se llegó a invertir
dijo Santiago Leal, subdirector de estrategia de tipo de cambio de Banorte Casa de Bolsa.
Las dudas de qué tanto debe pesar un paradigma como una curva de bonos plana o invertida sobre el rumbo de una economía no son recientes. Alan Greenspan, Ben Bernanke y Janet Yellen, todos expresidentes de la Fed, lo pusieron en duda.
Yellen, quien fue presidenta de la Fed de 2014 a 2018, comentó en un foro económico en Hong Kong este lunes que “en contraste con el pasado, ahora hay una tendencia a que la curva de rendimiento de los bonos sea muy plana y es más fácil que se invierta. De hecho, podría indicar que la Fed en algún momento necesitará recortar las tasas, pero no apunta a que necesariamente se llegue a una recesión”.
Si bien el rendimiento de la curva de bonos puede ser un indicador de cómo ve el mercado a la economía, no es el único.
Los componentes del PIB (como son inversión, consumo privado, gasto de gobierno, importaciones y exportaciones) los inicios de casas y la confianza del consumidor son indicadores que, desde el punto de vista fundamental, lucen sólidos en Estados Unidos.
Hasta el momento, lo que espera el mercado financiero es que la economía de Estados Unidos (y la mundial) se desacelere respecto al año pasado, pero todavía está lejos el panorama de una recesión.
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