La pandemia de COVID-19 ha cambiado el rumbo de la economía global. Para hacer frente al nuevo escenario, los bancos centrales han recortado sus tasas de interés y han hecho atractivo que las empresas emitan deuda, sin embargo, habrá consecuencias si la recuperación económica es más lenta de lo esperado.

La Reserva Federal de Estados Unidos ha bajado su tasa de interés, desde marzo, para dejarla en un rango de 0 a 0.25%. Banco de México ha hecho lo propio y bajó su tasa referencial de 7.25 a 6% en lo que va del año.

Frente a la crisis del COVID- 19, las empresas están ampliando sus líneas de crédito y accediendo a liquidez. Es bastante normal que suceda. En el largo plazo, mientras una empresa no se encuentre demasiado apalancada y pueda hacer frente a sus obligaciones no tendrá impacto

dijo Alejandra Marcos, directora de Análisis de Intercam Banco.

Hasta el 4 de mayo, este año habían sido emitidos 807,100 millones de dólares en bonos corporativos con grado de inversión, cifra récord para un lapso similar, según Bank of America Global Research. A lo que se le suma la colocación de Apple, por 8,500 millones de dólares, el 5 de mayo.

Una calificación crediticia busca determinar la probabilidad de impago. Mientras más elevada es la calificación de una empresa, hay una menor probabilidad de un impago y los intereses a ofrecer serán menores, ya que es muy probable que cumpla con sus compromisos en tiempo y forma.

Del otro lado, mientras más baja es la calificación del emisor, más posibilidad hay de un impago, y el mercado demandará una mayor recompensa, ante la elevada probabilidad de una falta de pago.

Las preocupaciones

Al menos existen tres preocupaciones sobre las colocaciones de deuda y bajas tasas de interés.

La primera de ellas es que la recuperación económica sea más lenta de lo que esperan las empresas, lo que puede afectar sus flujos de efectivo, eventualmente, llevar a un incumplimiento de pagos y, en un caso extremo, a la quiebra, de acuerdo con Jonathan Zuloaga, asesor Macroeconómico y de Mercados de Columbus de México.

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La segunda es que los recursos que obtienen por sus colocaciones los utilicen para recompra de acciones, “porque se corre el riesgo de que, ante una caída en los flujos generados por la empresa, el nivel apalancamiento se eleve a mayor velocidad, haciendo a la compañía más riesgosa”, dijo Fernando Bolaños, gerente de Análisis de Grupo Financiero Monex.

La tercera preocupación son las distorsiones que se pueden generar en el mercado.

Las bajas tasas de interés, en especial en países desarrollados como Estados Unidos y en Europa, en donde los bancos centrales han inyectado de manera constante liquidez a la economía, pueden provocar distorsiones en la percepción de riesgo.

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Tener dinero muy barato y exceso de liquidez en la economía hace que la demanda por cualquier tipo de activo aumente. Si se acumula esta situación por mucho tiempo, es posible que la percepción de riesgo, que ahorita está un poco distorsionada, juegue en contra

comentó Jessica Roldán, directora de Análisis Económico de Finamex Casa de Bolsa.

El impacto real

El impacto económico del COVID-19 ya arrojó las primeras cifras. En el primer trimestre del año, en Estados Unidos, el PIB se contrajo a una tasa anualizada de 4.8%, su caída más profunda desde el cuarto trimestre de 2008, cuando estalló la crisis financiera, derivada de préstamos hipotecarios sin control, que llevó al impago de millones de personas.

En México, el PIB se contrajo 2.4% anual en los tres primeros meses del año, su peor caída desde el tercer trimestre de 2009.

La duda de los analistas está en qué tan rápido se puede recuperar la economía. Para la economía mundial, 65.7% de los encuestados por FocusEconomics esperan que la recuperación sea en forma de ‘U’, es decir, que haya una caída pronunciada y se tome un lapso corto para repuntar.

Mientras que 17.2% de los economistas espera que la recuperación sea en forma de ‘V’, es decir, que con la misma rapidez con la que se contrajo la economía se mejore.

El caso de México es menos positivo. “La crisis será profunda en 2020 y la recuperación el próximo año será más lenta de lo deseable. Para que la actividad económica y el nivel de producción recupere el nivel que tenía a finales de 2019 llevará al menos unos años”, dijo Roldán.

La perspectiva de Finamex es una contracción de 7% para 2020 y una expansión de 1.5%, para el próximo año.

“En la medida en que no se lleguen a cumplir las expectativas de recuperación económica podríamos ver riesgos en ascenso, particularmente en la parte de los flujos de las empresas”, comentó Marcos.