La deuda neta de las empresas a nivel mundial aumentó a una cifra récord de 8.3 billones de dólares (todo tipo de deuda menos el efectivo) en 2019, lo que implicó un aumento anual de 8.1%, de acuerdo con la primera edición del Índice de Deuda Corporativa de Janus Henderson.

Los recursos de las empresas se agotaron a causa de las adquisiciones financiadas con deuda, las abultadas recompras de acciones, dividendos récord y el efecto de congelación de los beneficios causado por las tensiones comerciales y la ralentización de la economía mundial.

La deuda neta aumentó 625,000 millones de dólares, su mayor alza en los últimos cinco años.

El crecimiento de la deuda se ha visto estimulado en los últimos años por tasas de interés muy bajas que abaratan su servicio, fomentadas por los intentos de los bancos centrales por estimular las economías. Actualmente, las empresas deben casi 40% más que en 2014, y el crecimiento del endeudamiento ha superado con creces el de las utilidades

dice el reporte.

La empresa más endeudada del mundo es Volkswagen, uno de los cinco fabricantes de coches que se sitúan entre las 10 empresas más apalancadas del mundo. Su endeudamiento neto, por valor de 192,000 millones de dólares, no dista mucho de la deuda pública de Sudáfrica o Hungría aunque esta cifra incluye la ingente división de financiación de la compañía.

Por otro lado, 25% de las empresas del índice carece de endeudamiento, y algunas acumulan grandes cantidades en efectivo. De entre ellas, la mayor corresponde a Alphabet (matriz de Google), con 104,000 millones de dólares. Sin embargo, lo que a simple vista parece una actitud prudente no suele tener muy buena acogida entre los inversionistas, que pueden albergar mejores ideas para utilizar este capital

El recorte también indica que este año las empresas pueden enfrentar mayores presiones ya que las utilidades caerán en casi todos los sectores, lo que dificultará la amortización de los préstamos.

En los primeros meses de 2020, las empresas del índice pidieron prestados 384,000 millones de dólares en los mercados de bonos, y habrán recurrido a sus socios bancarios para obtener nuevos préstamos de un orden de magnitud similar.

Las adquisiciones, las recompras de acciones y los dividendos financiados por deuda suelen preceder a una recesión económica, como ciertamente ha sido el caso en esta ocasión. A medida que la recesión mundial se vaya afianzando, los beneficios y los flujos de caja caerán en picada.

El documento también señala que las necesidades de financiamiento serán muy grandes este año, aunque las empresas del índice están dispuestas a reducir sus dividendos en 140,000 millones de dólares hasta 300,000 millones en 2020, están recortando las recompras de acciones, poniendo en suspenso las adquisiciones y reduciendo la inversión.

Mucho dependerá de la medida en que la nueva financiación se gaste o se mantenga como reservas de efectivo y de la cantidad de acciones nuevas que las empresas emitan para reforzar sus balances.

Sin embargo, indica queda claro que en 2020 la deuda corporativa neta se disparará hasta nuevos máximos, tal vez hasta un billón de dólares por encima del nivel de 2019.

Además, a medida que los inversionistas han evaluado los posibles efectos de la pandemia, la búsqueda de la calidad ha hecho que a las empresas con mayor riesgo les resulte más caro financiarse, al tiempo que se ha reducido el coste de financiación para los prestatarios con mejores calificaciones, en parte gracias a la intervención de los bancos centrales.