BlockFi, el principal criptoprestamista, solicitó la protección por bancarrota del Capítulo 11 junto con ocho filiales, lo que lo convierte en la víctima más reciente en el sector de las criptomonedas tras el colapso de la bolsa FTX a principios de noviembre.

La presentación en un tribunal de Nueva Jersey se da a conocer en un momento en el que los precios de las criptomonedas han caído en picada, con pérdidas para el bitcoin de más de 70% desde su máximo de 2021.

BlockFi, que tiene su sede en Nueva Jersey, tenía vínculos con FTX, que solicitó protección en Estados Unidos a principios de noviembre, después de que operadores retiraron 6,000 millones de dólares de la plataforma en tres días y la bolsa rival Binance abandonó un acuerdo de rescate.

En una presentación judicial realizada el 28 de noviembre, BlockFi incluyó a FTX como su segundo mayor acreedor, con 275 millones de dólares en adeudo por un préstamo concedido a principios de este año. La empresa dijo que debe dinero a más de 100,000 acreedores.

Además, en virtud de un acuerdo firmado con FTX en julio, BlockFi iba a recibir una línea de crédito renovable de 400 millones de dólares, mientras que FTX tenía una opción de compra por hasta 240 millones de dólares.

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BlockFi sucede a otros criptoprestamistas en bancarrota

La declaración de bancarrota de BlockFi también se conoce después de que sus dos mayores competidores, Celsius Network y Voyager Digital, se declararon en quiebra en julio porque las condiciones extremas del mercado les provocaron pérdidas.

Foto: Reuters

 

Los criptoprestamistas, los bancos de facto del mundo de las criptomonedas, tuvieron un gran auge durante la pandemia, atrayendo a las personas que querían comprar con tasas de interés de dos dígitos a cambio de sus depósitos en criptomonedas.

Por otro lado, los inversionistas institucionales, como los fondos de cobertura que buscan hacer apuestas apalancadas, pagaron tasas más altas para pedir financiados los fondos a los prestamistas, que se beneficiaron de la diferencia.

Los prestamistas de criptomonedas no están obligados a mantener reservas de capital o liquidez como los prestamistas tradicionales y algunos se vieron expuestos cuando la escasez de garantías les obligó —y a sus clientes— a asumir grandes pérdidas.

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