La pandemia del coronavirus prácticamente está lastrando a casi todos los sectores, y el financiero no iba a ser una excepción. Pero la parte positiva es que esta crisis pilla a las entidades bancarias más fuerte en cuanto a solvencia y liquidez que en la crisis de 2008. Y es que, a diferencia del caso anterior, en esta ocasión los bancos no tienen activos tóxicos como antaño y tampoco es necesario proceder a implementar ayudas para evitar quiebras.
Se puede decir claramente que en 2008 los bancos eran el problema y ahora, en 2020, son parte de la solución, ya que van a contribuir al rescate de empresas, autoempleados y personas vulnerables con la concesión de créditos apoyados por el Gobierno y los reguladores.
Pese a ello, los bancos no van a tener un camino de rosas en Bolsa. Los bajos tipos de interés hacen que sus márgenes bajen aun más si cabe, y es que el sector bancario, al basar su actividad en el diferencial de interés en los plazos, se ha visto muy perjudicado por unos tipos de interés en mínimos.
Simplificando, podríamos decir quiénes salen beneficiados y quiénes perjudicados:
Perjudicados
– Los ahorradores, ya que sus depósitos no ofrecen ninguna remuneración. Si desean obtener beneficios tendrían que ir a la renta variable y muchos inversores no tienen el perfil idóneo para ello.
– Algunas empresas, puesto que los bancos les cobran por guardar su capital (un hecho que difícilmente veremos que hagan con clientes minoristas).
– El sector financiero, ya que los bancos centrales cobran una tasa por los depósitos, sin olvidar que con los bajos tipos los bancos tienen complicado mantener (no digamos ya incrementar) su margen de ingresos mediante los intereses.
Beneficiados
– Los deudores, ya que sus deudas se reducen y han de pagar menos. Por ejemplo, quien tiene una hipoteca paga menos por intereses.
– Países con elevadas deudas puesto que pagan menos intereses por colocar su pasivo.
– El consumo, porque el financiamiento se abarata.
Los bancos también han tenido que apretarse el cinturón. No en vano, el BCE indicó a las instituciones que tenían que suspender el reparto de dividendos entre sus accionistas de cara a disponer plenamente de capital para la concesión de créditos. En España, algunas entidades que así lo han comunicado ya oficialmente son CaixaBank, Bankia, Sabadell, Liberbank y Unicaja. La idea es que el accionista no recibirá dividendos en 2020 y 2021, siendo en 2022 cuando puedan recibir algo y en 2023 volver a la normalidad. Y además de renunciar al dividendo, los bancos también tendrán que recortar salarios y bonos.
Tan solo en la banca europea, se puede esperar una caída del beneficio en torno a 120,000 millones de euros hasta el 2023.
Y también hay que recordar que aunque el Gobierno haya decidido avalar buena parte de los créditos que los bancos concedan, si la crisis conlleva una alta tasa de morosidad será un riesgo compartido que los bancos también sufrirán.
Y por último, seguramente se registrará un aumento sustancial de profit warning (revisiones a la baja de objetivos), como ya hizo CaixaBank. Aunque lo más seguro es que no sea justo ahora, sino con la presentación de resultados a finales de este mes.
Dando por sentado que la economía entrará en recesión, los bancos lo acusarán, entre otras razones, a que la pérdida de poder adquisitivo de sus clientes repercutirá en las cuentas de las entidades. En el caso de España, el cálculo estimado es que 6 de los bancos del Ibex obtendrán una ganancia 56% menor de lo esperado antes del coronavirus, siendo los más afectados Banco Sabadell y Bankia.
BBVA, Santander, Nordea, Credit Agricole y BNP serían los que mejor resistiesen la crisis. En líneas generales, habrá un recorte del beneficio por acción en torno al 70-75% en cuanto a la banca europea.
Los inversores en opciones llevaban días reflejando que los grandes bancos estadounidenses que esta semana presentaron resultados verían mayores oscilaciones en el precio de sus acciones de lo habitual después de que la volatilidad histórica haya saltado a los niveles más altos desde la crisis financiera de hace 12 años (el promedio de la volatilidad implícita de los seis bancos es de alrededor del 97%, comparado con un promedio del 37% en enero cuando dieron cuenta de sus resultados del cuarto trimestre de 2019).
Si bien los resultados de los grandes bancos norteamericanos son importantes y hay que conocerlos, el panorama es algo confuso porque incluyen enero y febrero, es decir, buena parte de esos resultados datan de antes del confinamiento y de conocerse la gravedad de la actual pandemia. Es por ello que serán los resultados de los próximos trimestres los que muestren mejor la realidad y un mayor daño a las empresas de consumo, ya que las tasas de interés cercanas a cero y el aumento del desempleo se cobrarán su precio.
En el caso de JPMorgan, los beneficios del primer trimestre cayeron 69% al nivel más bajo en más de seis años debido al aumento de los costos de crédito, dando a los inversores un primer vistazo de la magnitud del daño que el COVID-19 está causando en los resultados bancarios. La compañía reservó 8,290 millones de dólares para préstamos incobrables, la mayor provisión en al menos una década. La unidad de gestión de activos y patrimonio fue la única división que vio aumentar sus ingresos, 3% más que en el primer trimestre del año pasado.