Los algoritmos de alta frecuencia, a los que se culpa por las volátiles ‘caída abruptas’ de monedas y acciones, también podrían ser la razón por las que eventos globales impactantes, incluido el coronavirus, parecen haber perdido el poder de asustar a los mercados.
Ya sean acciones, bonos, divisas o materias primas, los precios de los activos parecen menos propensos a una corriente vendedora prolongada. La muerte de un militar iraní por una ofensiva estadounidense y la represalia de Teherán fueron potenciales catástrofes que desencadenaron reacciones violentas, pero sorprendentemente cortas, en el comienzo de 2020.
En ambos casos, la compra automática de yenes y liquidación de acciones se desvanecieron en cosa de horas, lo que permitió a las bolsas llegar a máximos récord.
Ahora, aun cuando el coronavirus de China amenaza con ahogar el crecimiento económico, las plazas mundiales no están muy lejos de picos históricos.
Es verdad que muchos factores están dando forma a la capacidad de recuperación, en particular la impresión de dinero de los bancos centrales y el aumento de los ahorros mundiales, lo que elevó el valor de las acciones mundiales en 25 billones de dólares en la última década.
Sin embargo, es difícil no vincular el cambio en la reacción de los mercados con el aumento de las estrategias comerciales automatizadas.
En los últimos seis años, la participación de las operaciones automatizadas -conocidas también como “trading algorítmico”- en el mercado de divisas de 6.6 billones de dólares por día se ha más que duplicado al 27% entre los gestores de fondos, según un sondeo de Greenwich Associates.
Hay razones para creer que los algoritmos causan volatilidad, especialmente cuando disminuyen las operaciones y los humanos que las supervisan desaparecen, por ejemplo, en los feriados. Eso es lo que probablemente pasó durante el colapso repentino de Wall Street de 2010 y los movimientos dramáticos, pero fugaces, de yenes en enero de 2019.
Pero también ofrecen la ventaja de poder realizar transacciones a la velocidad del rayo a cualquier hora del día o de la noche, con una precisión nítida y costos generales más bajos. Al ser máquinas, también son ajenos a los impulsos humanos comunes de miedo y avaricia que tienden ser dominantes.
“Las forma en la que los humanos realizan las operaciones tiende a ser emocional, pero las trasnsacciones que hacen las máquinas son muy desapasionadas”, observó Scott Wacker, jefe global de ventas electrónicas de renta fija, divisas y productos básicos de JPMorgan, banco a la vanguardia del sistema.
“Como resultado, las funciones de reacción en los mercados de divisas, incluso ante grandes noticias geopolíticas, se han acortado considerablemente”.
Un operador de divisas familiarizado con el uso de las operaciones automatizadas dijo que una máquina que lee casos de coronavirus normalmente compraría acciones si se le informara de “500 nuevos casos, 10 muertes”. “Si se trata de ‘3000 nuevos casos, 200 muertes’ podrían vender.
“El punto es que tan pronto como sale un titular, el mercado dirigido por máquinas está operando en él”, agregó el operador, hablando bajo condición de anonimato.
Cómo funcionan los algoritmos de alta frecuencia
Los programas de primera y segunda generación simplemente desglosaban grandes pedidos de compra/venta en trozos para minimizar el impacto en el mercado.
Ahora los algoritmos se pueden conectar a la sofisticada tecnología de procesamiento de lenguaje, para “leer y analizar” los canales de noticias, estimar el posible impacto en los precios de los activos y reaccionar en consecuencia, todo en cosa de segundos.
Sin embargo, esto puede “conducir a una reacción exagerada en primera instancia”, advirtió Antony Foster, operador de divisas G-10 en Nomura.