Decenas de miles de venezolanos que huyen de los problemas de su país enfrentan nuevos viajes peligrosos y corren el riesgo de caer en manos de bandas criminales por las restricciones de tres países sudamericanos al éxodo masivo, dijeron expertos y Naciones Unidas.
El colapso económico de Venezuela ha desatado la mayor crisis migratoria en la historia reciente de América Latina, que desde 2015 ha llevado a que uno de cada 10 venezolanos deje el país.
Se espera que otros 500,000 salgan en los próximos seis meses, para llegar a un total de 5 millones, según estimaciones de la ONU.
Ahora su viaje a una nueva vida aparece cargado de una serie de peligros: fronteras llenas con traficantes de personas, terrenos montañosos y selva, además de la explotación por parte de bandas criminales.
Para evitar los controles fronterizos, es probable que los migrantes recurran a senderos ocultos, conocidos como trochas.
“Los cruces irregulares son mucho más peligrosos debido a la geografía y el paisaje y los grupos que los controlan”, dijo Jessica Bolter, analista asociada de políticas en The Migration Policy Institute, un grupo de expertos con sede en Washington.
América del Sur había sido hasta ahora elogiada por mantener en gran medida sus fronteras abiertas a los migrantes y refugiados venezolanos, de los cuales aproximadamente 3 millones se han asentado en toda la región.
Sin embargo, hay señales de que la solidaridad está disminuyendo.
Las nuevas restricciones de entrada en Chile, Perú y, más recientemente, en Ecuador han generado el temor a que la política de puertas abiertas esté terminando.
“Definitivamente, ha habido un cambio de estos países para cerrar algunas vías a los venezolanos”, dijo Bolter.
“Estos países realmente no estaban preparados”, reconoció. “Ciertamente, ha abrumado a algunos de los sistemas”.
Senderos peligrosos
Las restricciones, impuestas por Perú y Chile en junio y por Ecuador en julio, podrían empujar a los migrantes a terrenos difíciles y riesgosos.
“Las personas que están tratando de cruzar el bosque se están poniendo en peligro”, dijo William Spindler, portavoz de América Latina de la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR).
Grupos criminales, comunes en la frontera entre Colombia y Ecuador y en la de Colombia con Venezuela, atacan a los inmigrantes indocumentados para explotarlos laboral y sexualmente.
“Algunos de estas son redes criminales y grupos armados que sabemos que a menudo se aprovechan de refugiados y migrantes”, dijo Spindler.
“También hay contrabandistas que operan en estas áreas. Por lo tanto, están obligando a las personas a ponerse en manos de los contrabandistas”.
En la frontera norte de Colombia con Venezuela, las bandas cobran a los migrantes por llevarlos por caminos clandestinos y evitar a las autoridades.
“Cuantos más controles se introduzcan, mayores serán los márgenes de ganancias para los grupos de tráfico de migrantes y también mayores serán las oportunidades de los grupos criminales”, dijo Ivan Briscoe, director del programa para América Latina y el Caribe de International Crisis Group, un centro de estudios.
Puertas cerradas
En Ecuador, un decreto de julio exige una visa a los venezolanos, que antes solo necesitaban documentos de identidad para entrar.
Chile y Perú ahora piden que los venezolanos tengan pasaporte y visa, documentos que muchos no tienen o no pueden pagar.
Los venezolanos que buscan asilo, sin embargo, aún pueden pedirlo sin pasaporte, según el derecho internacional.
El presidente de Perú, Martin Vizcarra, defendió la medida y dijo que el país “abrió los brazos” a más de 800,000 venezolanos, pero que las visas garantizarían un mayor control.
Todo lo contrario, dice Bolter.
“Si bien algunos de estos gobiernos han justificado las medidas como una forma de crear un flujo de migración más seguro y ordenado, en realidad solo van a conseguir lo contrario”.
“Estos flujos no se detienen, y la gente seguirá intentando ingresar a estos países. Simplemente tendrán que exponerse a un mayor peligro”, dijo.