Llegó la hora. En el primer minuto del sábado 1 de febrero en Bruselas (11 de la noche en Londres y 5 de la tarde del viernes 30 de enero en Ciudad de México), Reino Unido deja la Unión Europea y el primer ministro Boris Johnson cumplirá su promesa electoral de ejecutar el Brexit.
Pero no tendrá mucho tiempo para saborear el triunfo de un divorcio que, en tres años y medio, sacudió la política británica hasta la médula y polarizó a la nación. Ese momento marca el comienzo de una nueva fase de negociaciones entre Londres y Bruselas para acordar la forma de su futura relación.
Tienen hasta finales de 2020 -un periodo de transición durante el cual Reino Unido seguirá siendo, de manera nominal, miembro de la UE- para llegar a un acuerdo sobre comercio y otros temas como seguridad, energía, enlaces de transporte, derechos de pesca y flujo de datos.
En este lapso, los ciudadanos tanto de Reino Unido como de la Unión Europea podrán seguir circulando libremente, al igual que los bienes, y Reino Unido deberá cumplir con las regulaciones del bloque aunque ya no tenga voto en las decisiones.
Johnson dice que 11 meses es tiempo suficiente para lograr un acuerdo comercial de “aranceles cero, cuotas cero” y ha prometido -aunque la opción está ahí- no prorrogar el periodo de limbo más allá de 2020.
Si fracasan, la situación jurídica por defecto será un Brexit sin acuerdo que podría resultar paralizante al hacer que el comercio entre Reino Unido y la UE se base, a partir de 2021, en los términos genéricos marcados por la Organización Mundial del Comercio, lo que supondría la aplicación de aranceles y controles de importación.
Stefaan De Rynck, asesor para el Brexit de la UE, dijo esta semana que “sigue siendo una posibilidad clara” que el diálogo se acerque al borde del precipicio, ya que encontrar un terreno común para el 31 de diciembre será más difícil que acordar los términos del divorcio pactados en octubre.
Los acuerdos comerciales con la UE suelen tardar años en completarse, y en Bruselas son pocos los que creen que el periodo de transición será lo suficientemente largo como para sellar algo más que un acuerdo comercial de mínima.
Regulaciones y competencia
Para Reino Unido sería más fácil lograr algo más si estuviera dispuesto a seguir alineado con las regulaciones de la UE, pero Londres insiste en que no va a asimilar las normativas del bloque tal como están.
La preocupación de Reino Unido es que el cumplimiento de las normas de la UE dificulte la firma de acuerdos comerciales con otros países, especialmente con Estados Unidos.
La UE dice que no sellará un acuerdo comercial con un vecino grande y económicamente poderoso sin disposiciones sólidas que garanticen una competencia justa.
Sus demandas se centrarán en cuestiones de “igualdad de condiciones” -normas ambientales y laborales, así como regulación de ayuda estatal- para asegurar que Reino Unido no pueda ofrecer productos en el mercado único del bloque a precios bajos de manera desleal.
Sam Lowe, del Centro para la Reforma Europea, dijo que el deseo en Londres de tener un control total de la regulación doméstica y la política comercial limitará significativamente el alcance de cualquier acuerdo.
“En el mejor de los casos, la UE y el Reino Unido están en vías de concluir un acuerdo de libre comercio que elimine todos los aranceles y cuotas, pero que cree nuevas e importantes barreras administrativas y reglamentarias al comercio de bienes y servicios”, dijo.
Lucha en el mar
Uno de las temas más complejos será acordar reglas para designar la procedencia de los productos y, por lo tanto, los reglamentos e impuestos que se aplicarán, ya que las cadenas de suministro de la industria en la UE actualmente cruzan las fronteras varias veces en el caso de productos como coches y fármacos.
Sin embargo, uno de los mayores peligros hacia un acuerdo serán los derechos de pesca, sobre los que ya se ha empezado a discutir.
Recuperar el control de las ricas aguas pesqueras de Reino Unido fue un tema crucial para muchos de los activistas del Brexit, pero Bruselas ha vinculado el acceso de los barcos de la UE al acceso a los mercados del bloque para el gigantesco sector financiero británico.
Once meses para lograr acuerdo
Aunque sobre el papel la UE y Reino Unido tienen 11 meses para llegar a un acuerdo sobre las relaciones futuras, en realidad el plazo es mucho menor.
Las conversaciones no comenzarán formalmente hasta que los Gobiernos de la UE acuerden un mandato de negociación a finales del mes próximo.
Ambas partes tendrán que llegar a un acuerdo a mediados de octubre para dejar el tiempo necesario para traducir el tratado a los 23 idiomas oficiales de la UE y asegurar la necesaria ratificación parlamentaria antes de que acabe el año.
Con información de Reuters