Dos médicos que llevaron a cabo una necropsia independiente de George Floyd, dijeron el lunes que la causa de la muerte fue “asfixia mecánica” y que lo ocurrido fue un homicidio; mientras tanto, las protestas continúan.
El doctor Michael Baden, uno de los médicos que realizó la autopsia a pedido de la familia de Floyd, dijo en rueda de prensa en Mineápolis que la víctima no tenía afecciones médicas subyacentes que contribuyeran a su muerte.
De acuerdo con el resultado del análisis, Floyd murió debido a la compresión del cuello y espalda a la que fue sometido por el oficial Derek Chauvin el 25 de mayo.
El resultado del estudio independiente difiere del realizado por las autoridades estadounidenses, que indicó el fin de semana que no había evidencias físicas para sustentar “una asfixia traumática o estrangulación”.
“Floyd presentaba condiciones médicas previas, incluyendo una enfermedad de la arteria coronaria e hipertensión arterial. La combinación de estos efectos (…) con las condiciones médicas previas y la presencia de potenciales sustancias tóxicas en su sistema podrían haber contribuido a su muerte”, dijo el forense del condado de Hennepin, en Minnesota.
El homicidio del afroamericano bajo custodia policial en Mineápolis provocó protestas en todo Estados Unidos. La indignación por su muerte sigue viva, con algunos disturbios, pese a que muchas localidades impusieron un toque de queda el domingo.
Desde Nueva York a Los Ángeles, pasando por Filadelfia a Seattle, el fin de semana decenas de miles de estadounidenses salieron a marchar para denunciar la brutalidad policial, el racismo y las desigualdades que sufren las minorías a raíz de la muerte de Floyd a manos de un policía.
Varias localidades impusieron un toque de queda el domingo pasado. En Washington, se registraron revueltas en las inmediaciones de la Casa Blanca con algunos destrozos. Fuegos encendidos por los manifestantes, banderas estadounidenses en llamas y muros pintados con consignas contra la policía.
El país enfrenta una ola de manifestaciones no vista desde la década de 1960, queda para recuerdo la imagen de la Casa Blanca a oscuras y el presidente Donald Trump alojado en el búnker de seguridad.
Anarchists, we see you! pic.twitter.com/ov1dMLu4Eg
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 1, 2020
En Washington, la protesta comenzó el domingo con una marcha pacífica en la que cientos de personas marcharon desde la Universidad de Howard, un bastión de la cultura negra en Estados Unidos, hasta la Casa Blanca gritando “No puedo respirar”, las últimas palabras de George Floyd.
Pese a que la alcaldesa de la ciudad, Muriel Bowser, decretó un toque de queda a partir de las 23:00 horas locales, durante la noche se registraron diversos desórdenes.
Este lunes Bowser la medida fue prolongada por dos días más y adelantada cuatro horas, a partir de las 19:00, anunció Bowser.
En Filadelfia y en Nueva York y también en Santa Mónica, un barrio acomodado de las afueras de Los Ángeles, hubo algunos saqueos.
En Mineápolis, donde se produjo la muerte de George Floyd, la jornada transcurrió con menos incidentes que las anteriores, después de que las autoridades desplegaran un dispositivo excepcional.
Sin embargo, el domingo un camión entró a una calle donde se desarrollaba la manifestación y avanzó a gran velocidad provocando miedo entre los presentes, sin que hubiera reportes de heridos.
En total más de 150 personas fueron detenidas por infracciones al toque de queda.
Despliegue de Guardia Nacional
El presidente Donald Trump condenó la muerte de Floyd, pero también se refirió a los manifestantes como “matones” y culpó a la “izquierda radical” de las movilizaciones y señaló a su probable rival en noviembre, el demócrata Joe Biden.
El gobierno de Trump designó al grupo antifascista Antifa como una organización “terrorista”.
La difusión de las imágenes que muestran a Floyd en el suelo con la rodilla de un policía en el cuello rogando al policía que lo deje ir atizaron las protestas que se multiplicaron en más de 140 localidades.
En muchas protestas, los manifestantes se pusieron de rodillas, un gesto popularizado por los deportistas para denunciar la violencia policial que sufren los negros en Estados Unidos.
Varios videos mostraron a policías en Santa Cruz, California, Nueva Jersey y Michigan haciendo el mismo gesto para entablar un diálogo con los manifestantes.
En otra docena de ciudades la tónica fue el despliegue de unidades antidisturbios y de efectivos de la Guardia Nacional.
Esta respuesta de seguridad estuvo acompañada del uso de vehículos blindados para transportar a las tropas, el uso de gas lacrimógeno y balas de goma.
Los abusos policiales contra la población negra se repiten cíclicamente en Estados Unidos.
“Cada vez que lo pienso, tengo lágrimas en los ojos porque es como si viniera mi hijo desde su tumba para decirme todavía lo están matando”, dijo este lunes a la cadena CNN, Gwen Carr, madre de Eric Garner, un joven que murió cuando un policía blanco lo ahorcó para arrestarlo en 2014.
Una nación enfurecida
El exvicepresidente Joe Biden, que probablemente será el candidato de los demócratas para enfrentar a Donald Trump en noviembre, dijo el domingo que Estados Unidos “es una nación que está con dolor”.
“Somos una nación enfurecida, pero no podemos dejar que nuestra rabia nos consuma”, agregó Biden, que es el único contendiente del campo demócrata para enfrentar a Trump en las elecciones del 3 de noviembre, pero aún tiene que ser nominado formalmente en la convención partidista.
El agente procesado por la muerte de George Floyd, a quien se le imputaron cargos por homicidio involuntario, debía comparecer este lunes contra el tribunal, pero esta audiencia fue aplazada.
La familia de la víctima tiene previsto difundir este lunes los resultados de una segunda autopsia en medio de las protestas en Estados Unidos.
“Tenemos hijos negros, hermanos negros, amigos negros y no queremos que mueran”, dijo en Saint-Paul Muna Abdi, una manifestante de 31 años.
“Estamos cansados de que esto se repita, esta generación no lo va a permitir”.
Protestas en medio de la pandemia
Estas protestas se producen en un momento en que más de 100,000 personas han muerto en Estados Unidos por el nuevo coronavirus, y en que las medidas tomadas para mitigarlo golpean a la economía en año electoral.
La epidemia ha tenido un impacto devastador en la comunidad de piel negra y algunos estudios muestran que esta población sufre una mortalidad hasta tres veces más alta que la de los blanco