El organismo antimonopolio polaco Uokik anunció el miércoles una multa récord de 29,000 millones de eslotis (6,450 millones de euros o 7,580 millones de dólares) a Gazprom, por la construcción del gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania.

Las cinco empresas europeas que participan junto a Gazprom, motor principal del proyecto, en la construcción del gasoducto también fueron condenadas a una multa global de 234 millones de eslotis (52 millones de euros, 61 millones de dólares). Se trata de la francesa Engie Energy, las alemanas Uniper y Wintershall, la austriaca OMV y la angloholandesa Shell.

¿Por qué los gasoductos son más fáciles de construir en Europa?

En 2016, Uokik estimó que Nord Stream 2 podría atentar contra la libre competencia y se negó a aprobar el consorcio. Dos años después, lanzó una causa contra las seis sociedades que participan en el proyecto.

“Conforme a la decisión del presidente de la Oficina de la Competencia y de la Protección de los Consumidores, las entidades deben rescindir los acuerdos concluidos para financiar el gasoducto Nord Stream 2”, indicó el comunicado de UOKiK.

Tras el anuncio, Gazprom dijo estar “totalmente en desacuerdo con la posición de la UOKiK” y la multa impuesta. Según la empresa, “el proyecto no fue puesto en marcha por una coempresa, sino por una filial de Gazprom con una financiación por préstamo”, según un comunicado.

“La suma sin precedentes de la multa indica una voluntad de oponerse a la implementación del proyecto Nord Stream 2 por todos los medios”, denunció Gazprom, que planea apelar la decisión.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que no dudaba que Gazprom haría “todo lo que se puede y se debe hacer” para responder a estas medidas.

Nord Stream 2, cuya puesta en marcha estaba en un principio prevista a principios de 2020, es un gasoducto que tiene que duplicar las capacidades de entrega de gas ruso del Nord Stream 1, operativo desde 2012, y asegurar la seguridad de suministro a Europa occidental a través del mar Báltico.

Nord Stream 2, un proyecto complicado

El gasoducto no ha estado exento de controversias. Su principal impulsor, Alemania, no excluye retirarle su apoyo debido al rechazo de Moscú a aclarar lo sucedido con el envenenamiento del líder de la oposición rusa, Alexéi Navalni, con una sustancia neurotóxica del tipo de Novichok.

Polonia, los países bálticos y Ucrania no aprecian la iniciativa. Temen que los países europeos se vuelvan dependientes del gas ruso y que Moscú pueda aprovechar la situación para ejercer presiones políticas. También es una manera de sacrificar los intereses de Ucrania, que saca grandes beneficios del tránsito del gas ruso.

En la cumbre de la OTAN de julio de 2018, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acusó a Alemania de ser “prisionera” de Rusia, debido al proyecto de Nord Stream 2, y exigió su abandono.

Aunque sus 1,230 km están casi acabados, el proyecto está paralizado desde hace varios meses a raíz de las amenazas de sanciones estadounidenses contra las empresas que participan en él.

La posición de Estados Unidos no es desinteresada: gran productor de gas natural, el país se ha lanzado en una ofensiva comercial para conseguir nuevos mercados.