Les dio educación en un nivel sin precedentes, acompañada de esfuerzos para inculcar el dogma del socialismo y del marxismo leninismo, pero el Partido Comunista chino -acostumbrado a protestas prodemocráticas, por los derechos humanos o religiosas- seguramente no imaginó que esta nueva generación resultara ser su mayor desafío
Estudiantes de universidades de élite en China son una generación a veces más ortodoxa que las mismas autoridades del Partido: están interesados en los textos fundadores del marxismo, que no aceptan las crecientes desigualdades sociales, el consumismo desenfrenado y otras tendencias de la sociedad china actual.
“Al entrar a la universidad, empecé a tomar conciencia de la situación de los trabajadores, con la forma en la que son tratados, con sus derechos”, explicó un estudiante de 21 años de la Universidad de Pekín que prefirió permanecer anónimo.
Hijo de obreros agrícolas migrantes, el joven dice sentir una responsabilidad social con los menos favorecidos y al buscar una manera de ayudarles comenzó a leer la obra de Karl Marx.
Esfuerzos sindicales
Estos jóvenes organizan veladas para el personal de sus campus o se reúnen para leer los clásicos del repertorio socialista, sin embargo, a veces han cruzado la línea al entrar al campo sindical, siendo que en China solo se acepta el sindicato único oficial: la Federación de Sindicatos de China (AFCTU), una organización que a menudo es acusada por asociaciones internacionales de los derechos humanos de favorecer los intereses de las empresas.
Estudiantes activistas quisieron fundar recientemente un sindicato para obreros de Guangdong -al sur de China-, ante ello la policía golpeó a participantes y confiscó sus teléfonos. Algunos de ellos están desaparecidos desde entonces.
“Nosotros los universitarios estamos realmente preocupados por la seguridad y la libertad de los estudiantes”, dijo una profesora asistente especializada en movimientos sociales en el mundo laboral de la Universidad Politécnica de Hong Kong, Jerry Chan.
Desde la redada en agosto, la represión siguió. Hace poco, un egresado de la Universidad de Pekín, miembro del grupo de solidaridad, fue golpeado en el campus y llevado por dos hombres enmascarados.
Ante esto, la Universidad afirmó que el exalumno era ‘sospechoso de haber cometido un crimen’.
Los profesores vigilan de cerca a los estudiantes que participaron en las actividades del grupo de solidaridad, si se ausentan mucho tiempo son interrogados, según afirmó un estudiante.
Aún si el grupo no es grande, las autoridades chinas toman muy en serio a estos activistas por el peso que una coalición entre jóvenes con estudios y obreros podría tener.
En 1989, miles de estudiantes se manifestaron junto a los obreros en la plaza de Tiananmen en Pekín, movimiento que terminó en una sangrienta represión.
Desde entonces las autoridades “combaten rápida y duramente todo lo que podría vincular a gente de medios sociales y geográficos diferentes”, dijo el profesor de historia china en la Universidad de California, Jeffrey Wasserstrom.
Los censores chinos de internet eliminaron cualquier publicación o discusión relativa a las detenciones de estudiantes, sus acciones y los trabajadores de Jasic.
Las opiniones sobre si el movimiento es fanático o idealista divergen. “Ponen a los otros por delante de ellos mismos”, escribió un estudiante admirador en un foro de internet de la Universidad de Pekín.
“Olvídalo, soy un maoísta con tendencia de izquierda y ni siquiera me gustan”, respondió otro.
Pero para la mayoría de los alumnos de la Universidad de Pekín, los derechos de los trabajadores y el maoísmo son conceptos lejanos, opina Li, un estudiante de cuarto año.
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