Luego de semanas de violentas protestas en Francia, el presidente Emmanuel Macron anunció este lunes una serie de medidas para detener la crisis de los chalecos amarillos, que incluyen un aumento de 100 euros al salario mínimo, una exención de impuestos para algunos jubilados y una prima de fin de año en las empresas “que puedan”.
“Mi única preocupación son ustedes, mi única lucha es por ustedes”, dijo el jefe de Estado al concluir un esperado discurso de casi 13 minutos desde el palacio presidencial del Elíseo.
La presentación de Macron se produjo 48 horas después de que manifestantes se enfrentaron en batallas callejeras con la policía antidisturbios en Francia lanzando proyectiles, incendiando autos y saqueando tiendas. Pero también dijo que mantendría su agenda de reformas y rechazó reinstalar un impuesto a la riqueza.
“Responderemos a la urgencia económica y social con medidas sólidas, reduciendo los impuestos más rápido, manteniendo nuestros gastos bajo control, pero no con una vuelta en U”, destacó el mandatario.
El ministro de cuentas públicas, Olivier Dussopt, dijo a la cadena BFM TV que las medidas le costarían al país entre 8,000 y 10,000 millones de euros (entre 9,100 y 11,400 millones de dólares).
El martes y el miércoles, el mandatario se reunirá con representantes de bancos y grandes empresas para pedirles “participar en el esfuerzo colectivo” frente a la crisis, precisó después del discurso.
Cuatro décadas de malestar
Macron mencionó que la crisis es resultado de “40 años de malestar que resurgen” y admitió entender muchos aspectos de la ira de los manifestantes y dijo que era consciente de haber “herido” a sus compatriotas con ciertas declaraciones. Aseguró sentirse responsable por no haber actuado lo suficientemente rápido para reformar el país y ayudar a los más pobres.
Haciendo alusión a un “estado de emergencia económica y social”, el joven presidente hizo hincapié en el “momento histórico” en el que se encuentra Francia.
Los “chalecos amarillos” interrogados en las cadenas de televisión o en varios lugares del país reaccionaron de forma distinta a estas medidas. Aunque algunos reconocen que el presidente hizo “gestos”, consideran que son medidas “insuficientes” o “incompletas” para frenar las protestas.
“Esta vez realmente hay un avance. A medida que iba hablando, yo sonreía más”, dijo Erwan, uno de los portavoces del movimiento en Rennes.
Pero Pierre-Gaël Laveder, manifestante en Montceau-les-Mines señala que Macron no se dio cuenta del alcance de lo que pasó. “Cada anuncio fue abucheado y la primera reacción fue: ‘Se burlan de nosotros'”, afirmó.
La Comisión Europea indicó por su parte que analizaría atentamente el impacto presupuestario de las medidas anunciadas por el líder francés. Macron apenas se había pronunciado desde las violentas manifestaciones del 1 de diciembre y los inauditos enfrentamientos bajo el Arco del Triunfo en París.
En el cuarto sábado de movilizaciones participaron unos 136,000 manifestantes y se saldó con un número récord de detenciones, más de 320 heridos y numerosos daños en ciudades como París, Burdeos y Toulouse.
“Esta violencia no se beneficiará de ninguna indulgencia”, advirtió el mandatario al principio de su alocución.
En total, desde el 17 de noviembre se detuvo a 4,523 personas en todo el país, informaron el lunes fuentes policiales.
La fractura parece cada vez mayor entre una parte de los franceses que sienten deslizarse hacia la pobreza y que aseguran no ser escuchados por las ‘élites’ y por Macron.
El impacto económico de esta crisis, que entra en su cuarta semana, preocupa. Varios comercios en París y en provincias decidieron no abrir en los últimos sábados de manifestaciones y disturbios, renunciando a importantes ingresos a dos semanas de las fiestas de fin de año.
El ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, indicó el lunes que los disturbios que han acompañado estas manifestaciones le costarán a Francia 0.1% del PIB francés.
Con información de Reuters y AFP