¿Victoria diplomática o peregrinación a las fuentes de la ultraderecha? La visita del presidente brasileño Jair Bolsonaro a Donald Trump dividió a los analistas.
“Dejamos Estados Unidos con la sensación de la misión cumplida. Avances importantes en el área económica, de seguridad y de política externa, así como la consolidación del nuevo camino de fuerte amistad entre Brasil y Estados Unidos”, tuiteó Bolsonaro antes de retornar este miércoles a Brasilia.
Un entusiasmo compartido por el profesor de relaciones internacionales Matias Spektor, de la Fundación Getúlio Vargas (FGV).
“Es el mayor paquete de concesiones otorgado por un presidente estadounidense a un colega brasileño en los últimos 30 años de democracia. Victoria enorme para Bolsonaro”, escribió Spektor.
Para otros especialistas, en cambio, Brasil cedió en aspectos concretos a cambio de meras promesas, con el riesgo de comprar innecesarias enemistades.
Una alianza problemática
Brasil, que es ya un puntal de la presión sobre el régimen socialista venezolano, podría convertirse en “aliado prioritario (de Estados Unidos) fuera de la OTAN”, enuncia la declaración conjunta de la visita.
Estados Unidos ofreció igualmente apoyar la candidatura de Brasil a la OCDE, un club de democracias ricas, a condición de que renuncie al estatuto de país emergente en las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
“Conseguimos posicionarnos como un país grande”, aseguró este miércoles a la prensa el canciller brasileño, Ernesto Araújo. “Antes, estábamos ante un espejo (…) que nos empequeñecía y ahora estamos frente a un espejo plano que nos muestra nuestro tamaño”, agregó.
“Brasil se necesitaba adherir a los dos brazos de occidente”: la OCDE, que es el “brazo económico”, y la OTAN, el brazo “militar”, agregó.
Para el exembajador brasileño en Washington Rubens Ricupero, se trata sin embargo de apuestas de alto riesgo, con ganancias inciertas.
Ser “aliado prioritario” de Washington, explica el diplomático, supone “comprar la agenda de seguridad norteamericana: contención de China, hostilidad a Rusia, hostilidad a Irán y combate permanente contra el terrorismo fundamentalista islámico”.
Unos puntos que “tienen poco o nada que ver con los intereses de Brasil”, agrega Ricupero, quien también fue secretario general del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
La renuncia al tratamiento diferenciado en la OMC sería “un desastre, porque tendría efectos muy negativos en términos de aranceles y alejaría a Brasil de los países en vías de desarrollo con los cuales siempre hemos conducido una política común”, advierte.
Brasil anunció además durante la visita la supresión de la exigencia de visas a estadounidenses, canadienses, japoneses y australianos, sin reciprocidad.
El país sudamericano hizo concesiones y “solo recibió algunas promesas”, que “probablemente no serán cumplidas” porque Washington se guía con el lema de Trump: “Estados Unidos primero”, sostiene David Fleischer, profesor emérito de ciencias políticas en la Universidad de Brasilia.
Una ‘peregrinación religiosa’
Bolsonaro hizo fuerte hincapié en la agenda ultraconservadora compartida con Trump, basada en valores familiares y religiosos.
Para Ricupero, se trató “más de una peregrinación religiosa a las fuentes de la ultraderecha norteamericana” que de una visita oficial.
El cientista político de la Universidad de Sao Paulo (USP), Rubens Figueiredo, consideró que fue una visita “positiva, pero no ideal”.
“La visita fue un punto de inflexión” en las relaciones bilaterales, abriendo perspectivas de cooperación en el dominio espacial, entre otros, con la firma de un acuerdo que permitirá el uso de la base de Alcántara, en el norte de Brasil, para lanzamiento de cohetes y satélites estadounidenses.
“Brasil está abriendo su economía a un importante socio comercial”, señaló Figueiredo.
Memes y mitos
Otros anuncios de las dos naciones fueron la compra de Brasil de 750,000 toneladas anuales de trigo estadounidense sin aranceles de importación, en tanto que Estados Unidos enviará “rápidamente” una visita técnica para una eventual reanudación de las importaciones de carne brasileña, suspendidas desde 2017.
Los dos países también respaldaron la creación de un fondo de 100 millones de dólares para atraer “inversiones sostenidas en la región amazónica”.
Las redes sociales ardieron con comentarios y memes que opusieron a quienes denunciaron una supuesta actitud servil del mandatario brasileño hacia Trump con sus “orgullosos” partidarios.