El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por su sigla en inglés) redujo a la mitad sus perspectivas de crecimiento de la economía mundial para 2022, citando los efectos económicos de la invasión de Rusia a Ucrania, la respuesta de China a una ola de COVID-19 y el endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos.
El IIF también espera que los flujos de capital hacia los mercados emergentes se reduzcan en 42% con respecto al año pasado.
La debilidad es generalizada y deja poco margen de error. El riesgo de recesión mundial es elevado. En este contexto, esperamos que los flujos de no residentes hacia los mercados emergentes se desaceleren significativamente,
escribieron los economistas del IIF en un informe.
From our latest Weekly Insight: The strength of the U.S. dollar and fast-rising financing costs have significantly increased debt vulnerabilities across many low- and middle-income countries.
Read more: https://t.co/3iOQ6LlUQ0 pic.twitter.com/HvxcL3zbq8
— IIF (@IIF) May 20, 2022
Sobre la base de sus nuevas estimaciones, el grupo de comercio bancario mundial indicó que el riesgo de recesión ha aumentado, ya que se espera que el crecimiento real se estanque.
El IIF recortó su previsión de crecimiento del PIB mundial al 2.3% desde 4.6%, mientras que en el caso del G3, que abarca Estados Unidos, la zona euro y Japón, crecerá a un ritmo del 1.9% este año.
China y América Latina
Además, los analistas esperan que el crecimiento de China se desacelere al 3.5% desde el 5.1% de la estimación anterior.
“La ola de ómicron en China es más perturbadora de lo que habíamos previsto y se cobrará un precio sustancial en el crecimiento y los flujos de capital”, dijo el IIF.
El crecimiento en la zona euro se recortó previamente al 1% desde el 3%, sobre todo por los efectos de la invasión a Ucrania.
Es importante que, dado que el arrastre estadístico de 2021 a este año es de 1.9 puntos porcentuales, se trata de una previsión de recesión que anticipa una caída del PIB en la segunda mitad del año,
apuntó.
Mientras que en el caso de América Latina se prevé ligeramente más rápido con 2%, gracias a los altos precios de las materias primas, mientras que el IIF espera “un cierto grado de resistencia” de los exportadores de petróleo de Oriente Medio y el Norte de África.
México, Argentina y Venezuela se encuentran entre los pocos países latinoamericanos que se espera que aumenten los flujos totales este año de productos agrícolas, aunque en todos los casos el aumento se produce a partir de niveles muy reducidos.
Se prevé que los flujos hacia Brasil se reduzcan casi a la mitad, hasta 55,300 millones de dólares.
Sigue leyendo: Líderes mundiales advierten en Davos que se avecina una tormenta económica
Medio Oriente y África, los más afectados por escasez de alimentos
Las prohibiciones de exportación de productos agrícolas en Rusia e India, así como la esperada interrupción de la siembra y la cosecha en Ucrania, provocarán un amplio riesgo de inseguridad alimentaria mundial, siendo Oriente Medio y África probablemente los más afectados, afirmó el IIF.
Los países asiáticos están algo menos expuestos a la conmoción de los precios de los alimentos derivada de la guerra de Ucrania debido a que sus dietas se centran más en el arroz, ya que los precios de este cereal se han mantenido relativamente bajos en los últimos años y parecen, en general, menos afectados por la inflación mundial de los precios de los alimentos,
aseguró.
Se espera que los flujos de capital hacia los mercados emergentes se desaceleren “significativamente”, según el informe, con una caída de los flujos no residentes a 972,000 millones de dólares desde los 1,68 billones del año pasado. La cifra se reduce a 645,000 millones de dólares si se excluye a China, desde 1 billón de dólares.
En el caso de Rusia, prevé registrar salidas de 29,000 millones de dólares, después de haber recibido más de 58,000 millones el año pasado, y que China, el mayor receptor, absorba 327,000 millones este año, frente a los más de 668,000 millones de 2021.
También puedes leer: Rusia se prepara para un default que hace resurgir la ‘humillación’ de 1998