El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó este lunes una decreto que da prioridad a las empresas y productos estadounidenses en los contratos con el gobierno federal, pese al riesgo de molestar con ello a socios comerciales como Canadá o a países europeos.

“Podemos crear más puestos de trabajo” en la industria manufacturera, aseguró Biden en una conferencia de prensa. “No acepto la idea de que la vitalidad del sector manufacturero de Estados Unidos sea cosa del pasado”.

Las manufacturas estadounidenses fueron el arsenal de la democracia en la Segunda Guerra Mundial y deben ser parte del motor de la prosperidad estadounidense ahora.

El nuevo inquilino de la Casa Blanca retoma así una temática predilecta de su predecesor, Donald Trump.

La Ley de Compra de Productos Estadounidenses (‘Buy American Act’) de 1933, todavía en vigor, requiere que las agencias federales den prioridad a la compra de bienes producidos en suelo estadounidense, pero existen numerosas excepciones y oportunidades de exención, como denuncian desde hace tiempo pequeñas y medianas empresas.

Algunos productos son, por ello, registrados con el sello “Hecho en Estados Unidos”, aunque una mayoría de sus componentes proceden de fuera.

La orden ejecutiva firmada por Biden busca cerrar las lagunas existentes en las disposiciones de “compre estadounidense”, que se aplican a cerca de un tercio de los 600,000 millones de dólares que el gobierno federal compra cada año en bienes y servicios. El decreto hará más transparente cualquier excepción y creará un alto cargo en la Casa Blanca para supervisar el proceso.

Biden reiteró los planes anunciados durante la campaña de sustituir la flota de autos federales con vehículos eléctricos fabricados en Estados Unidos.

Revitalizar el sector manufacturero, responsable de cerca del 12% de la economía estadounidense, es una parte clave del impulso mayor que busca Biden para subir los salarios, crear más empleo sindicalizado, respaldar a negocios propiedad de minorías y fortalecer las cadenas de suministro estadounidense, dijeron funcionarios de la Casa Blanca.

El impulso de las manufacturas estadounidenses ha demostrado ser un desafío irritante para las administraciones previas, incluida la del expresidente Donald Trump.

“Estados Unidos no puede quedarse sentado al margen en la carrera para el futuro. Nuestros competidores no están esperando”, dijo Biden. “Para asegurar que el futuro está hecho en Estados Unidos tenemos que ganar no solo los empleos de hoy, sino los de las industrias de mañana”.

China superó a Estados Unidos como el principal centro manufacturero mundial en 2010 y fue responsable del 28% de la producción mundial en 2018, según datos de Naciones Unidas.

Resistencia de socios

Previamente, algunos países ya estimaban que las disposiciones de la ‘Buy American Act’ impedían a sus empresas acceder a ciertas licitaciones del gobierno estadounidense.

El ministro de asuntos exteriores canadiense ya alertó a Washington contra la disposición, según medios locales.

“Es evidente que si constatamos que la política ‘Buy American’ trae prejuicios a nuestro comercio, lo haremos saber”, afirmó Marc Garneau en CBC, subrayando que “el presidente Biden indicó que estaba dispuesto a escucharnos siempre que tengamos inquietudes”.

La viceprimera ministra canadiense, Chrystia Freeland, dijo que “el diablo a menudo está en los detalles”, y enfatizó que el gobierno canadiense trabajará en favor de una relación comercial bilateral equilibrada y “beneficiosa para todos”.

Biden dijo que Estados Unidos está comprometido a trabajar con sus socios comerciales “para modernizar las reglas del comercio internacional, incluidas las relacionadas con la contratación pública” para que el dinero de los contribuyentes estimule inversiones que promuevan el crecimiento y “cadenas de suministro resilientes”.

El apoyo a la industria estadounidense no es una sorpresa, pues era una de las promesas electorales lanzadas por Biden, quien debía seducir al electorado de Trump.

Con información de AFP y Reuters