Temerosa de una explosión social, la élite económica y política congregada esta semana en Davos expresó su inquietud ante el agravamiento de las desigualdades, aunque no es fácil hallar, o aceptar, las soluciones para reducirlas.
Es cierto que el menú del Foro económico social, reunido esta semana en modo virtual, ya estaba bien cargado, con un nuevo presidente de Estados Unidos, el cierre de fronteras para limitar la propagación de variantes del virus o la emergencia del “nacionalismo de las vacunas”.
A ello se añadió otro tema, o más bien temor: la exacerbación de las desigualdades, documentada en un informe de la ONG Oxfam publicado el lunes, que podría provocar una explosión social en el seno de poblaciones ya agobiadas por tantas restricciones.
Los disturbios en Holanda, las manifestaciones en Líbano o las protestas en Israel de parte de judíos ultraortodoxos opuestos a las medidas sanitarias ilustran lo que puede ocurrir.
Y el asalto al Capitolio el 6 de enero recordó que “esta presión se manifiesta incluso en los países que parecen poseer las instituciones democráticas bien establecidas”, como comentó el presidente ruso Vladimir Putin, en una transparente alusión a los disturbios que le valen a Donald Trump, estrella de la edición 2020 del Foro de Davos, un segundo proceso de destitución.
Mientras el presidente chino Xi Jinping instó a “promover un crecimiento inclusivo, justo y duradero”, su homólogo francés Emmanuel Macron, quien tuvo que afrontar la revuelta de los “chalecos amarillos” a fines de 2018, habló del “lado oscuro” del capitalismo globalizado, generador de “desigualdades en nuestras sociedades”.
‘Lágrimas de cocodrilo’
Se trata en efecto de diferencias abismales de riqueza, reforzadas por la pandemia, pese a las políticas ultraflexibles de los bancos centrales.
La reducción de las tasas de interés permite a los Estados financiarse a menor costo y adoptar medidas sociales, pero también genera la formación de burbujas en los mercados y un alza de las desigualdades de patrimonio.
Así, los multimillonarios del planeta han visto cómo su fortuna aumentaba en 3.9 billones de dólares entre el 18 de marzo y el 31 de diciembre de 2021, según Oxfam. Y solamente en Estados Unidos, ese aumento fue de 1.1 billones, según la ONG Americans for Tax Fairness.
“En lugar de llorar con lágrimas de cocodrilo, los dueños del mundo deberían pasar a los trabajos prácticos”, dijo el economista Thomas Piketty.
Este especialista de las desigualdades aboga por la implementación de un impuesto universal “sobre parte de los ingresos fiscales (…) de los actores económicos más prósperos del planeta”.
De momento, solamente Argentina ha instaurado en diciembre “una contribución solidaria y extraordinaria para atenuar los efectos de la pandemia”, un impuesto único a “las 12,000 personas” más ricas, y cuyo objetivo es obtener unos 3,000 millones de dólares.
La Red latinoamericana para la justicia económica y social (Latindadd) propone ampliar este impuesto a toda la región, lo que permitiría captar al menos 26,500 millones de dólares, lo suficiente para garantizar la distribución gratuita de la vacuna contra el COVID-19, según el economista.
“Es ahora o nunca” declaró el jueves el presidente argentino Alberto Fernández durante el Foro. Y citando al papa Francisco, instó a “pensar otra manera de hacer economía”.
¿Seguir el ejemplo?
Pero pocos países parecen dispuestos a seguir el ejemplo argentino.
Aunque Janet Yellen, la nueva secretaria del Tesoro de Estados Unidos, confirmó que deseaba subir la tasa de imposición de las empresas al 28%, Francia ha excluido restablecer el impuesto a las grandes fortunas.
Paris apoya más bien una imposición internacional a las multinacionales que permitiría en especial hacer pagar a los “GAFA”, nombre que engloba a Google, Amazon, Facebook y Apple, grandes beneficiarios de la crisis, como lo demuestran los enormes beneficios publicados esta semana por los dos últimos.
La nueva administración Biden ha prometido “retomar de forma activa las conversaciones en curso” sobre el tema de la imposición a nivel internacional.