Cualquiera sea el rumbo político que tome Venezuela, donde esta semana el jefe del parlamento opositor Juan Guaidó se proclamó presidente interino en desafío al gobierno del mandatario Nicolás Maduro, la reconstrucción económica de Venezuela será larga, apuntan economistas y observadores reunidos en el foro de Davos.

“Es un largo camino para llegar a los niveles de vida que el país conoció hace mucho tiempo”, apunta Ricardo Hausmann, un economista venezolano radicado en Estados Unidos que dirige el Centro para el Desarrollo Internacional de la universidad de Harvard y fue ministro de Planificación de Venezuela durante el Gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989-1993).

Las cifras dibujan una situación de colapso económico, con una caída del Producto Interior Bruto (PIB) valuada en 50% desde 2013 — el año en que Maduro llegó al poder —, un salario mínimo de siete dólares al mes y una inflación que en 2018 cerró en 1,700,000%.

Todo ello con la consecuencia de la enorme escasez de alimentos y medicinas que ha llevado a un éxodo masivo de venezolanos. Según cifras de la ONU, 2.3 millones de personas salieron del país desde 2015.

“Es un tema muy significativo (para la región), estamos hablando de millones de personas que salieron de Venezuela”, apunta Gaspard Estrada, un especialista de América Latina en el Instituto de Ciencias Políticas de París.

Una crisis migratoria que explica también el hecho que gran parte de los países latinoamericanos haya tomado posición en la crisis venezolana reconociendo a Guaidó como presidente interino, como ya hizo Estados Unidos, con la excepción significativa de México.

“La velocidad del empobrecimiento de los venezolanos es aterradora. Cerca del 80% de los venezolanos viven hoy en día en pobreza”, según el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, quien expresó oficialmente su “voluntad de trabajar” con Guaidó.


Boom petrolero y expropiaciones


Haussman sitúa los orígenes de la situación actual a la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999. “Le quitó a la sociedad todos sus derechos económicos. Expropió a diestra y siniestra, empresas petroleras, de acero, de cemento, bancos, supermercados, seis millones de hectáreas agrícolas”, con la consecuencia de “destruir” el sector privado.

Sin embargo, el gobierno de Chávez se benefició del boom petrolero que arrancó en 2004. Con los ingresos del crudo, él pudo aumentar las importaciones de los bienes que el país no producía y también endeudarse en los mercados internacionales.

Un ciclo que empezó a romperse en 2013, cuando los mercados empezaron a tener dudas sobre la solvencia de Venezuela y que se agravó en 2014, con la caída del precio del petróleo, que obligó a recortar drásticamente las importaciones de bienes básicos, agravando la escasez.

Símbolo de ese declive es la caída de la producción petrolera, que se sitúa en 1.1 millones de barriles diarios, su nivel más bajo en 30 años por la falta de inversiones pese a que el país tiene las reservas de crudo más importantes del planeta.


Repensar Venezuela


Según Hausmann, el futuro económico de Venezuela pasa en primer lugar por “devolverle a la sociedad sus derechos (económicos) para que pueda organizar la producción”. Y en segundo lugar poniendo fin a la escasez de divisas, con un financiamiento internacional masivo que, según el economista, debería ser coordinada por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Todo ello en paralelo a un plan de ayuda humanitaria urgente para cubrir las necesidades básicas de la población.

Una reconstrucción que dependerá ahora del camino político que tome Venezuela, más incierto que nunca tras la proclamación de Juan Guaidó esta semana.

“La primera prioridad es organizar elecciones libres, transparentes y con observadores internacionales lo antes posible”, afirma Moisés Naím, un escritor y periodista venezolano que también fue ministro bajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez (1989-1993).

“Venezuela tiene un largo camino delante, Venezuela tiene que ser reconstruida, refundada, repensada, rehecha”, reflexiona.