La economía alemana creció 1.5% en 2018, la tasa más débil en cinco años y una clara desaceleración con respecto al año anterior, según un cálculo preliminar publicado este martes por la Oficina Federal de Estadísticas.
Alemania evitó por poco la recesión técnica, es decir, dos trimestres consecutivos de retroceso del PIB, después de la caída de -0.2% en el trimestre precedente.
La economía más grande de Europa está luchando contra el enfriamiento de la economía mundial, las disputas comerciales provocadas por las políticas ‘America First’ del presidente Donald Trump y el riesgo de que Reino Unido salga de la Unión Europea sin un acuerdo en marzo.
Otros factores temporales que afectaron al crecimiento el experto apunta al mal tiempo invernal, la epidemia de gripe, las huelgas, el bajo nivel de agua en los ríos que dificulta el transporte de algunas industrias clave o los problemas de infraestructuras.
Pero los problemas más importantes en 2018 vinieron del automóvil, con las consecuencias del caso ‘dieselgate’ y las dificultades para adaptar la producción de este sector clave de la economía alemana a las nuevas normas europeas anticontaminación WLTP, que entraron en vigor en septiembre.
Poco después de la divulgación del dato del PIB alemán, el euro cayó a un mínimo de cinco días de 1.1423 dólares.
Según Carsten Brzeski, un economista del banco ING, aunque la economía alemana tuvo “su peor resultado en cinco años” lo superó “con solo un ojo morado”.
El país europeo puede contar con su demanda interna, gracias al consumo privado y público, así como con las inversiones, apoyadas por una tasa de desempleo históricamente baja (4.9%) y el aumento de los salarios.
En este contexto, y con un nuevo récord de superávit, debería reabrirse el debate presupuestario en un país cuyo gobierno ha sido acusado de gastar demasiado poco.
Con información de Reuters y AFP