Donald Trump aprovechó las tensiones políticas con Irán para lanzar una promesa de campaña rumbo a las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo el 3 de noviembre de 2020: no dejar nunca que Irán tenga una arma nuclear.

El escenario para el lanzamiento de su propuesta fue un mensaje transmitido por televisión e internet sobre los ataques a dos bases estadounidense en Irak, bombardeada este miércoles por el ejército iraní.

“Mientras yo sea presidente de Estados Unidos, Irán nunca tendrá un arma nuclear”, dijo Trump ante los micrófonos en la Casa Blanca, inclusive antes de saludar a los asistentes.

El presidente estadounidense respondió también así al juicio político que arrastra desde finales de 2019, dice Arlene Ramírez-Uresti, internacionalista del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (Tecnológico de Monterrey).

“Lo que vimos fue un discurso con plataforma política y con miras a asegurar su reelección, quitando el foco de un juicio político y hablando en términos de conciliación”, explica la especialista, en entrevista con EL CEO.

Las elecciones se celebrarán el 3 de noviembre y en ellas se elegirá al presidente para el periodo 2020-2024. Trump se perfila para ser el candidato presidencial republicano por segunda ocasión, mientras que el Partido Demócrata aún busca a su competidor.

Estrategia electoral bélica

Ya en la conferencia, Trump enfrió la posibilidad de una nueva guerra en Medio Oriente, anunciando acciones económicas y no militares contra Irán, después de los ataques de Teherán a bases en Irak que albergan soldados estadounidenses.

“En respuesta a la agresión iraní, Estados Unidos impondrá de inmediato sanciones económicas punitivas adicionales contra el régimen iraní”, dijo el mandatario.

Su discurso también incluyó un llamado a las potencias mundiales para abandonar el acuerdo nuclear y le pidió a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) involucrarse “mucho más” en Medio Oriente.

Sin embargo, esta no es la primera vez que un presidente republicano detona acciones de guerra meses antes de una elección en la que está en juego su continuidad, dice Ramírez-Uresti.

George Walker Bush, comenzó una guerra contra Irak en marzo de 2003, tras el derrocamiento de Saddam Hussein en Bagdad, el cual estuvo orquestado por soldados occidentales.

A partir de ese momento, la cuestionada guerra contra el país asiático, así como la política exterior estadounidense fueron los temas dominantes en la contienda electoral que Bush ganó frente al senador junior demócrata, John Forbes Kerry.

“Las guerras injustificadas son un elemento común en las campañas de reelección de presidentes republicanos. Y en este caso, el ganador de toda la ‘sobreespeculación’ que hubo sobre el tema de Irán es Donald Trump”, opina la entrevistada.