Una “crisis de confianza” en gobiernos, empresas, sindicatos y sociedad en general frena el crecimiento económico en Latinoamérica y el Caribe, alertó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

De acuerdo con el BID, solo una de cada 10 personas cree que los demás actuarán de manera adecuada en Latinoamérica y el Caribe, la región del mundo con mayores niveles de desconfianza, según un informe del BID que llama a promover la transparencia y fortalecer las instituciones como prioridad de la agenda política.

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“Colocar la confianza en el centro de la toma de decisiones gubernamentales reavivaría significativamente el desarrollo en la región”, dijo el presidente del BID, Mauricio Claver-Carone, al presentar el reporte.

¿Qué significa una mayor confianza? Más compromiso de los políticos en cumplir sus promesas, menos burocracia y regulaciones arbitrarias, y más ciudadanos comprometidos a ejercer sus derechos, como exigir a sus gobernantes que rindan cuentas, y cumplir sus deberes, como pagar impuestos, comentó la entidad.

“Aumentar la confianza es una gran oportunidad para los países: invertir en la confianza, paga”, aseguró a la AFP Carlos Scartascini, líder del Grupo de Economía del Comportamiento del BID y uno de los autores del estudio.

“Una mayor confianza acelerará el crecimiento, que es una de las grandes asignaturas pendientes de la región. Al mismo tiempo, permitirá afrontar mejor las reformas urgentes que necesita la región saliendo de la pandemia”, agregó.

Agregó que Latinoamérica y el Caribe, la región más desigual del planeta, ha sido fuertemente golpeada por el COVID-19: representa sólo 8% de la población global, pero concentra cerca de 30% de las muertes mundiales por COVID-19. 

Y en el 2020, cuando se declaró la emergencia sanitaria global, el PIB regional se contrajo 7%, más de tres puntos porcentuales por encima del promedio mundial. El FMI ha dicho que podría llevar “muchos años” revertir los efectos negativos de la pandemia.

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Educación, “vital” para el civismo

Scartascini advirtió que revertir una tendencia a la baja en la confianza interpersonal y en las instituciones “no es algo que suceda como un acto de magia”, y apuntó a la educación como “vital” para construir civismo. 

Cuanto más comprendan las personas el mundo que les rodea, mayor será su confianza en los demás

subrayó.

Según el informe, las personas con mayor nivel educativo son más capaces de discernir si fueron víctimas de conductas ajenas oportunistas, incluso por parte del gobierno o de empresas.

El reporte destaca que menores niveles de confianza suponen democracias más frágiles e ingresos fiscales reducidos, mayor informalidad laboral y políticas de seguridad pública más duras pero menos efectivas.

Además, menos confianza implica menos disposición de la población a participar en esfuerzos colectivos, como hacer sacrificios relacionados con el cambio climático.

El porcentaje de personas que cree que puede confiar en los demás en Latinoamérica y el Caribe empeoró en las últimas décadas, pasando del 22% en 1981-85 al 11% en 2016-20, indica el informe.

Pero hay diferencias entre los países. El porcentaje de población que confía en la mayoría de las personas es de 21.08% en Uruguay, pero apenas de 4.69% en Brasil. La situación también varía en México (18.37%), Chile (17.07%) y Argentina (16.15%) con respecto a Perú (10.80%), Nicaragua (9,12%) y Venezuela (5.21%).

Los efectos del Perú colonial

La desconfianza tiene en parte una explicación histórica. Según investigaciones citadas por el BID, cuando las personas se ven forzadas a volverse unas contra otras, la confianza disminuye y sus efectos perduran en el tiempo.

Esto puede verse en Perú, por ejemplo. Allí, en la época colonial, las comunidades debían seleccionar a quienes trabajarían en las minas de plata, de las cuales nunca volverían. 

“Generaciones más tarde, en estas mismas comunidades se observa una menor provisión de bienes públicos locales, algo sintomático de un civismo débil”, indica el estudio.

Por otra parte, Scartascini dijo que la confianza es más baja en sociedades que son menos capaces de castigar el comportamiento no fiable aun cuando todos estén informados sobre él. 

Sociedades organizadas pueden hacer cumplir el contrato social y con ello reducir las oportunidades para que pocos se beneficien a costa de muchos

apuntó.

Para propiciar el civismo, el BID llama a eliminar las asimetrías de información y de poder. Y dice que los políticos tienen “un importante papel que cumplir”.

“Cuando los políticos manifiestan un comportamiento confiable y cívico, ejercen una fuerte influencia en el resto del sector público y de la sociedad en general”, subrayó el reporte.

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