La pandemia de COVID-19 se originó a finales de 2019 en la ciudad de Wuhan, China, prácticamente tres años después, la gran mayoría de los países parecen haber olvidado la pandemia, con oficinas y centros comerciales llenos, sin embargo, el gigante asiático sigue viviendo un momento complicado que afecta en todo el mundo. 

El gobierno encabezado por Xi Jinping ha realizado diversas acciones para evitar que un brote masivo de COVID-19 vuelva a atacar al país, sin embargo, ha caído en excesos que desembocaron en protestas por parte de los ciudadanos este fin de semana.

Fiel a su costumbre, las autoridades chinas han buscado la manera de reprimir las protestas más grandes que se han realizado en el país  desde 1989 en la Plaza de Tiananmen. 

Durante los 10 años de Xi Jinping en el poder, estas son las muestras de ira más públicas y generalizadas de la ciudadanía contra la política del gobierno

dijo Bates Gill, un experto en China de Asia Society. 

De acuerdo con la BBC, las protestas iniciaron luego de que 10 personas murieron la semana pasada en un incendio en la ciudad de Urumqi, pues los pobladores asumieron que no pudieron ser rescatados debido a las restricciones implementadas para combatir al COVID-19, situación que el gobierno desmintió. 

Además, durante las manifestaciones hubo quienes solicitaron la renuncia de Xi, situación prácticamente sin precedentes.

En respuesta, algunos de los participantes fueron arrestados, mientras que Reuters detalló que algunos ciudadanos han sido contactados por la policía para cuestionarlos sobre si participaron en las protestas y la presencia policiaca se ha incrementado. 

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Un política muy polémica

En un principio, la política COVID cero fue aplaudida en China, sin embargo, los problemas económicos que ha acarreado así como el hartazgo por parte de la ciudadanía por el excesivo control de las autoridades sobre su día a día le ha traído diversas críticas. 

Por su parte, Xi Jinping ha defendido su postura argumentando la disminución de brotes. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el país registra 30,166 muertes desde el inicio de la pandemia, cifra que contrasta con naciones con menos población que suman más de un millón de decesos. 

 Sin embargo, pese a argumentar su preocupación por la salud de la población, las autoridades chinas aún se niegan a aceptar vacunas producidas en el extranjero

Asimismo, el orgullo del presidente chino parece pesar más que su preocupación por el país, pues ceder ante las protestas mostrará un signo de debilidad e invitaría a la población a seguir manifestándose cuando quieran algún cambio. 

Si lo deja ir, significaría que su política anterior de cero COVID ha fracasado por completo y tendría que asumir la responsabilidad por ello. Esto lo hace perder la cara

dijo Teng Biao, activista de derechos humanos, abogado y académico chino.

Xi intentó modificar la política de cero COVID con el lanzamiento de “20 medidas” el mes pasado, en un intento por estandarizar las medidas de prevención en todo el país y hacerlas más amigables para los residentes y la economía.

Pero como no ha renunciado oficialmente a la necesidad de frenar todos los brotes, muchas autoridades locales siguen siendo cautelosas e implementan bloqueos y reglas de cuarentena más estrictas que los estipulados en las “20 medidas”.

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Afectaciones económicas 

El sector petrolero es uno de los más afectados por el cierre de China, pues el gigante asiático es el principal importador del hidrocarburo. 

Y aunque hasta el momento todo indica que las restricciones en territorio asiático para combatir al virus continuarán, la noticia de un refuerzo en la vacunación de los adultos mayores ha sido una buena señal. 

Las acciones en diversos países como Estados Unidos y Reino Unido también se han visto perjudicadas por las políticas antiCOVID-19 de China. 

Grandes marcas de diferentes sectores han visto cómo sus operaciones se ven afectadas por la política cero COVID de Xi Jinping. 

Apple ha sido de las más afectadas luego de que la planta Foxconn en Zhengzhou, responsable de fabricar el 60% de los iPhone, registrar problemas debido a que los empleados tomaron la decisión de dejar las instalaciones en donde se mantienen confinados para seguir trabajando y cumplir con la campaña cero COVID. 

En el caso de Nike y algunas otras marcas de moda, el golpe ha sido doble, pues no sólo cuentan con afectaciones en su fábricas, sino que también se han visto obligadas a cerrar sus puntos de venta minorista.   

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Con información de Bloomberg y Reuters