El aislamiento provocado por la pandemia mundial ha tenido como resultado una disminución temporal de las emisiones de carbono, pero su efecto no ayudará por sí mismo a revertir la tendencia histórica.

Además, la situación podría impedir que se establezcan algunas metas nacionales e internacionales que ya estaban calendarizadas para los meses siguientes.

Los análisis más optimistas indican que este año se disminuirán las emisiones entre 5% y 6% comparado con 2019, incluso con una recuperación económica a finales del año. Los expertos indican que este es un sombrío recuerdo del tamaño del reto al que se enfrenta la humanidad: para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5ºC la reducción total de emisiones para 2030 debería ser de alrededor de 55%. Es decir: los próximos 10años tendrían que ver reducciones similares a las de 2020.

António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, publicó la semana pasada un comunicado en el que insta a los gobiernos mundiales a “utilizar el dinero de los contribuyentes para generar trabajos verdes y conseguir un crecimiento sustentable”.

Guterres llamó a los líderes mundiales a utilizar los estímulos económicos para generar el tipo de empleos y negocios que permitirán una transición limpia y ecológica, y señaló que los fondos deberían utilizarse para “invertir en el futuro, no en el pasado, por lo que deberían dirigirse a sectores sustentables y proyectos que ayuden al clima y el medio ambiente”.

A nivel mundial, las políticas energéticas de bajo carbono de India, China y la Unión Europea expiran este año y los observadores mundiales esperaban que fueran sustituidas por nuevas políticas con metas más ambiciosas. Europa ha dejado entrever la posibilidad de utilizar sus estímulos económicos para impulsar energías limpias, pero algunos analistas como Orion Rummler, de Axios, temen que India y China pongan en pausa sus metas con el objetivo de impulsar su economía de forma más efectiva.

India necesitaría acelerar la construcción de instalaciones de generación para alcanzar los 175 gigawatts de energía limpia que se puso como meta para este año. China y Europa se plantearon cerrar el año generando el 15% y 20% de energía a partir de fuentes renovables, metas que todavía no han conseguido.

Otro elemento que juega en contra de las metas mundiales es que, a pesar de que la generación solar y eólica ya representan las dos fuentes de generación más baratas del mundo, la ralentización económica ha provocado que muchos países recorten el número de proyectos nuevos de estas tecnologías, lo que podría traducirse en una dependencia más prolongada de generación eléctrica con base en combustibles fósiles.

“El carbón y el gas también se han debilitado en los mercados mundiales. Si esta tendencia se mantiene podría ayudar a escudar temporalmente la generación fósil de la oleada renovable a la que se estaba enfrentando”, dijo Seb Henbest, economista en jefe de BloombergNEF.