Chile está evaluando el interés de los inversionistas en una posible venta de bonos vinculados a los criterios ASG, una medida que lo convertiría en la primera nación en emitir bonos sustentables.
De acuerdo con Bloomberg, el país planea vender 2,000 millones en bonos ambientales, sociales y de gobernanza en el extranjero este mes, lo que se suma a los 4,000 millones recaudados en ese formato este año.
Eso completaría el objetivo de emisión de mercados externos de 6,000 millones de dólares este año
dijo a Bloomberg Cristóbal Gamboni, jefe de la recién creada Oficina de Finanzas Verdes del Ministerio de Finanzas.
La nación ordenó a BNP Paribas SA, Credit Agricole CIB y Societe Generale que organicen una serie de reuniones de inversionistas de renta fija en Estados Unidos y Europa a partir del miércoles 23 de febrero, según personas familiarizadas con los mandatos, que pidieron no identificarse, ya que los datos son privados.
Un portavoz del Ministerio de Hacienda de Chile no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
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Presentación de bonos sustentables
La presentación para inversionistas se centrará en su marco de bonos sustentables recientemente establecido.
Podría seguir una oferta de bonos de referencia en euros con un vencimiento de aproximadamente 15 años y una oferta de bonos de referencia denominados en dólares en o alrededor de 20 años, sujeto a las condiciones del mercado, dijeron las personas familiarizadas.
“Si el precio potencial de los bonos vinculados a la sostenibilidad, serán los primeros de una nación” según datos compilados por Bloomberg.
Las ventas globales de bonos vinculados a la sustentabilidad, un subconjunto de la deuda ESG, alcanzaron un récord de 110,000 millones de dólares el año pasado, en comparación con los 11,000 millones de dólares emitidos en 2020.
Moody’s ESG Solutions espera que la emisión de deuda alcance los 150,000 millones de dólares este año.
Los llamados SLB están creciendo en popularidad mundial porque pueden ser utilizados por un grupo más amplio de prestatarios, incluidos aquellos sin grandes proyectos ambientales, lo que les permite aprovechar una industria de fondos éticos en crecimiento y obtener costos de préstamo más baratos.
Las empresas tienen que pagar una sanción establecida si no cumplen los objetivos, pero no hay estipulación de que estos deban ser más ambiciosos que los objetivos que ya tienen.
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