Su café suave es reconocido como el mejor del mundo, pero eso no le garantiza un buen precio. Por eso Colombia ahora busca vender su grano sin regirse por las tarifas de la Bolsa de Nueva York, a las que le adjudica la severa crisis del sector.
“Pretendemos ofertar nuestro café por un precio justo, que cubra los costos de producción y una utilidad razonable”, aseguró el directivo de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), José Sierra.
En la Bolsa de Nueva York se negocian futuros, contratos con estimaciones del precio de café, para proteger de las fluctuaciones a compradores y vendedores mientras la carga llega a su destino o encuentra un cliente.
Pero también se transan a conveniencia de un corredor, quien tal vez el único café que ve durante la operación es el que bebe en su escritorio.
“Los especuladores de bolsa que compran títulos de valores de café (…) en el momento que lo ven oportuno lo liquidan, hacen que el precio se vaya al piso. Por eso es que no queremos seguir utilizando como referencia el precio de Nueva York”, detalla Sierra.
Colombia es el tercer productor mundial de café, después de Brasil y Vietnam. También es conocido como un café suave y de mayor calidad.
Precios bajos
El precio internacional de referencia ha ido de un promedio de 1.5 dólares la libra en 2016 a mínimos de menos de 1 dólar en febrero de 2019. Colombia recibe una prima de hasta 20 centavos adicionales por la calidad de su café. Pero no es suficiente.
Esta caída también tiene que ver con la sobreoferta. Según la Organización Internacional del Café (OIC), se prevé una producción en 2019 de 167.47 millones de sacos, mayor al consumo mundial, que será de 165.18 millones de sacos.
Del total de países productores, Brasil es el mayor con un máximo estimado de 67 millones.
El precio actual de 1.20 dólares es menor al de 1983 que era de 1.40 dólares, recuerda Fernando Morales-De La Cruz, de la organización Café for Change.
Explica que una libra de café verde produce 55 tazas, mientras “el consumidor está pagando 1 dólar, 2 dólares, 3 dólares, depende del país, por una taza de café, mientras el productor está subsidiando con su trabajo el costo de la tierra”.
Buscan aliados
Colombia necesita aliarse con otros productores de café suave en Centroamérica y África, cuya calidad les da margen de negociación, para desligarse de la plaza estadounidense, advierten en la FNC.
Pero para dejar de usar como referencia el mercado estadounidense, donde el café colombiano cotiza hace décadas, la propuesta también tiene que ser aprobada primero por los cafeteros colombianos.
Si prospera, la iniciativa llegará a fines de marzo a Kenia, a la reunión de la OIC. Luego, en julio, a la reunión de productores en Brasil.
Sierra es líder cafetero hace 25 años y dice que “no había visto una situación tan dramática” como la actual.
“Nos están pagando a 228.5 dólares cada carga de café de 125 kilos. Y los costos de producción están en 282.1 dólares”, una pérdida de 53.6 dólares en cada transacción, detalla.
En Colombia 540,000 familias se dedican al sector. La actividad lidera las exportaciones, tras el petróleo y la minería.
El gobierno ha anunciado planes de choque, que incluyen revisión de las deudas para una eventual refinanciación, apoyos para la compras de fertilizantes y renovación de cafetales, así como una reactivación de un fondo para subsidios.
Sin embargo los cafeteros insisten en que los esfuerzos son insuficientes.
¿OPEP del café?
Morales-De La Cruz es fundador de Café For Change, un emprendimiento de comercialización que busca compensar a los agricultores de regiones pobres. Detalla que Europa es el principal importador de café, con hasta 45% de toda la oferta.
“El café no se negocia en la bolsa de Nueva York (…) 70% de todo el trading del café lo hacen empresas que tienen su sede en Suiza”, agrega.
Dadas las condiciones actuales de consumo, “hay que pagar a los caficultores más del triple del precio actual”, sostiene. Para ello, los productores tienen que organizarse en una especie de OPEP pero del café, que defina precios y coordine producción.
Por ejemplo, sin Nueva York, Colombia necesitaría colocar 12 millones de sacos de 60 kilos cada uno, que es lo que produce en promedio al año para vender fuera, según la Asociación Nacional de Exportadores de Café.
Sierra confía: “El café suave colombiano es el mejor de su tipo en el mundo. Quien se quiera tomar una taza de café suave es apenas justo que le reconozcan sus costos y una utilidad digna”.