La inminente salida de Reino Unido de la Unión Europea enardeció el movimiento separatista en Escocia, un fenómeno que se había mantenido intermitente desde el referéndum de 2014, que votó por la permanencia en el bloque británico.

Los legisladores británicos aprobaron el 9 de enero la ley que permitirá al reino salir de la Unión Europea el 31 de enero y apenas dos días después las movilizaciones sociales proindependentistas comenzaron a surgir.

El escenario principal fue Glasgow, una de las ciudades escocesas con mayor relevancia para la vida política y económica del país. La organización All Under One Banner convocó la manifestación, a la que acudieron miles de personas con banderas de Escocia.

Unos días antes, Nicola Sturgeon, primera ministra escocesa anunció el inicio de los trámites para darle a Edimburgo la facultad de organizar un nuevo referéndum independentista.

El primer ministro británico, Boris Johnson, rechazó este martes la exigencia. “No puedo aceptar ninguna petición de transferencia de poder que conduzca a más consultas sobre la independencia”, escribió Johnson en una carta que publicó en Twitter.

Johnson advirtió que Sturgeon había aceptado que el referéndum de 2014, en el que los escoceses votaron por 55%-45% a favor de permanecer en Reino Unido, sería “uno en una generación”.

 

Sin embargo, el riesgo de que el movimiento separatista crezca es alto, de acuerdo con los antecedentes recientes de este tipo de fenómenos sociales en Europa, dice Arlene Ramírez-Uresti, internacionalista del Tecnológico de Monterrey.

“Aunque sus causas no son iguales, en el fondo los grupos independentistas tienen algunos rasgos que los vuelve comunes. Una de esas características es que no se disipan fácilmente”, explica la experta.

¿Qué perdería Reino Unido con la independencia de Escocia?

Escocia forma parte de Reino Unido desde el siglo XVIII. La nación es completada por Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte.

Su superficie terrestre total es de 244,820 kilómetros cuadrados, de los cuales 78,782 son escoceses, es decir, el 32%, de acuerdo con The world factbook de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense.

La población británica total rebasó por poco los 65 millones de personas, de las que el 84% vive en Inglaterra 84%; 8% en Escocia; 5% en Gales; y 3% en Irlanda del Norte.

A nivel industrial, Reino Unido perdería una buena participación en diversos sectores.

Por ejemplo, al menos el 75% de las tierras escocesas se destina a la agricultura, principalmente para el cultivo de cebada, trigo, avena y papas.

Los bosques comerciales de Escocia representan más de una tercera parte de la producción de madera industrial en Gran Bretaña. También perdería al segundo criador más grande del mundo de salmón.

Sin embargo, por ahora es imposible calcular con precisión las repercusiones económicas que sufriría Reino Unido con la independencia escocesa, dice Ramírez-Uresti.

Pero es seguro que también impactaría negativamente a Escocia, cuyo movimiento independentista se perfila como el nuevo dolor de cabeza para Westminster activo en los próximos meses.

“El riesgo para los conservadores aquí es que cuanto más intenten bloquear la voluntad del pueblo escocés, cuanto más desdén por la democracia escocesa demuestren, más aumentarán el apoyo a la independencia”, advirtió Sturgeon el martes.

Con información de Reuters y AFP