Tras sufrir innumerables crisis en el seno de su coalición y duras críticas por su política migratoria, Angela Merkel acaba de dar sus primeros pasos hacia el final de su carrera política.
Con 13 años al frente de Alemania, Merkel sufrió el domingo un nuevo revés electoral regional y anunció este lunes que su actual mandato de canciller, que termina en 2021, será el último.
Renunciará además en diciembre a la presidencia de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que dirige desde hace 18 años.
“Hoy ya es hora de iniciar un nuevo capítulo” declaró la canciller, visiblemente emocionada, durante una rueda de prensa en Berlín.
Este mandato, iniciado en marzo y el cuarto desde que llegara al poder en 2005, “será el último”, aseguró. Merkel dijo que en 2021 no tiene la intención de iniciar una carrera política en las instituciones europeas, a diferencia de lo que supusieron algunos medios alemanes.
Este final de mandato puede ser muy complicado para la dirigente. Al anunciar su partida con más de dos años de antelación, Merkel corre el riesgo de perder credibilidad, en especial en una Unión Europea amenazada por la crisis.
Al borde de la implosión
La canciller lucha desde hace meses por mantener su coalición con los socialdemócratas del SPD, pero ésta parece al borde de la implosión tras los fracasos electorales para ambos partidos este domingo en Hesse y a principios de octubre en Baviera.
Los dos grandes partidos asociados en el gobierno de la canciller en Berlín -su CDU y los socialdemócratas del SPD- registraron el domingo pérdidas equivalentes en las elecciones regionales celebradas en Hesse, la región en la que se encuentra la capital financiera del país, Fráncfort.
El partido de Merkel quedó primero y podrá seguir gobernando el Land, aliándose con otras formaciones, pero su resultado en torno al 27% representa un retroceso de 11 puntos respecto a las últimas elecciones, de 2013. El SPD también bajó 11 puntos, con algo menos del 20% de los votos.
En cambio, los ecologistas duplicaron sus resultados, con cerca del 19.6% de los votos, mientras que la ultraderecha de AfD (Alternativa para Alemania) logró entrar en el último parlamento regional en el que no estaba presente, con un salto del 13%.
AfD se felicitó este lunes por los anuncios de Merkel. Su futura retirada ‘tiene mucho que ver con nosotros’, se jactó el copresidente de AfD, Alexander Gauland.
El presidente de otro partido de oposición, Los Liberales, Christian Lindner, ironizó sobre el hecho de que “Merkel abandona el mandato equivocado” al renunciar a la presidencia del CDU y no de inmediato a la cancillería.
Por otra parte, cada vez hay más militantes socialdemócratas del SPD que reclaman una “cura” en la oposición y que se abandone la coalición gubernamental con Merkel, ante el temor de que su partido desaparezca. El SPD está también en caída libre en los sondeos nacionales, ya superado por la ultraderecha, con un 15%, frente al 16% de Alternativa por Alemania (AfD).
El inicio del declive
Fue la acogida de cientos de miles de migrantes en 2015 la que le dio al mismo tiempo una estatura histórica y sentó las bases de su declive.
En septiembre de 2015, dejando a un lado su legendaria prudencia, Merkel decidió abrir su país a 900,000 solicitantes de asilo, una medida que le hizo perder mucha popularidad y provocó un auge de los populistas de derecha.
Esa decisión, adoptada sin consultar con sus socios europeos, fue tomada según los analistas en nombre de “valores cristianos”.
Merkel es en efecto hija de un austero pastor protestante que decidió ir a vivir en la Alemania del Este. Pese al entorno ateo y comunista donde creció, ella no perdió su fe.
Alumna aventajada que disfrutaba de las matemáticas y el ruso en la escuela, años después obtuvo un doctorado en Física Cuántica. Esperó a la caída del Muro de Berlín, a finales de 1989, para entrar en política, primero como portavoz del último gobierno de la RDA y luego como miembro de la CDU de Helmut Kohl.
Fue el entonces canciller Kohl, el “coloso”, quien le dio sus primeras responsabilidades ministeriales. En aquella época, Kohl la llamaba con tono paternalista “la chiquilla”.
Pero en 2000, aprovechando un escándalo financiero en el seno de su partido, eliminaría a su padre político y a todos sus rivales masculinos para alcanzar la presidencia de la CDU.
Todos habían subestimado a esta mujer, que cinco años después se convertiría en la primera canciller de Alemania.
‘Madre Angela’
¿Quién hubiera apostado en 2005, tras su ajustada victoria contra el canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, que esta dirigente poco carismática acabaría considerada como la “canciller inamovible”?
Merkel heredó en gran medida la prosperidad económica impulsada por las impopulares reformas de Schröder. Y ya en el poder, “Madre Angela”, como la apodó la prensa alemana, logró una trayectoria política sorprendente, fortaleciéndose crisis tras crisis.
Pero, a excepción de la crisis migratoria, Merkel ha sabido imponer su estilo atípico, que mezcla un gran conocimiento de las relaciones de poder, con un enorme pragmatismo -que suscita críticas sobre su supuesta falta de convicciones-, y una retórica muy sobria.
“Su forma de actuar recuerda el aikido”, ese “arte marcial de los débiles”, que consiste en “utilizar la energía de su adversario para dejarle caer por sí solo”, analizaba este año el diario Handelsblatt.
De su vida privada, se sabe que ocupa un piso sin florituras en el centro de Berlín, y sus pocas pasiones conocidas son la ópera y las excursiones en el Tirol con su segundo esposo, un científico de renombre y alérgico a la vida pública, Joachim Sauer. Angela Merkel ha conservado el apellido de su primer esposo.
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