La violencia contra las mujeres se manifiesta en diversos ámbitos desde el núcleo familiar, laboral, docente, institucional o la comunidad, por mencionar algunos, y en América Latina la violencia contra las mujeres es un obstáculo significativo al desarrollo.

Por tratarse de una violación fundamental de los derechos humanos y un problema de salud pública, la violencia contra las mujeres repercute en la salud, las oportunidades económicas, los derechos, y el bienestar de 30 a 50% de las mujeres en la región, de acuerdo con un estudio de la Organización Panamericana de la Salud.

La violencia económica

La violencia económica se da cuando alguien impide el crecimiento profesional o laboral de las mujeres, como forma de limitar sus ingresos económicos o cuando se les paga menos que a un hombre por las mismas actividades.

En el matrimonio o convivencia familiar la violencia económica ocurre cuando al tener una dependencia económica con su cónyuge o concubino, se le impide tomar decisiones sobre la economía del hogar; cuando tienen que dar cuenta a su pareja acerca de todo lo que gastan aun cuando ganen sus propios recursos o cuando se ven obligadas a asumir solas el cuidado y la manutención de los hijos/as.

En el ámbito de lo familiar esta ligada a la ocurrencia de otras y la violencia económica normalmente no se da en exclusiva, sino que va a acompañada de todas estas formas (física, psicológica, emocional), y puede se utilizada cómo una forma de control

dijo Monica Orozco, investigadora del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

Mientras que en el mercado laboral tiene que ver con una violencia más institucionalizada como las diferencias en la remuneración entre hombres y mujeres.

Esto se da en el marco de un contrato social que es profundamente desigual, en el que las mujeres están a cargo de casi 80% de las labores domésticas y cuidados de personas al interior de los hogares.

En 2018, la mayor parte de las labores domésticas y de cuidados fueron realizadas por las mujeres, con 76.4% del tiempo que los hogares destinaron a estas actividades; y corresponde a 75.1% en términos del valor económico, de acuerdo con datos de INEGI.

En ese año, el trabajo de las mujeres tuvo un valor equivalente a 59,617 pesos, mientras que el de los hombres fue de 22,390 pesos.

El hecho de que esta carga esté excesivamente desbalanceada sobre las mujeres, hace que tengamos menos posibilidades de participación en el mercado laboral, cuando estamos en el mercado de trabajo muchas mujeres, debido a los bajos salarios que perciben y a estas responsabilidades de cuidado de sus familias no pueden participar de tiempo completo

comentó Orozco.

Lo anterior lleva a que exista una relación de dependencia económica al interior de los hogares, y cuando la violencia se detona, el control de los recursos económicos es una forma de violencia en la que las mujeres que la enfrentan quedan atrapadas porque no tienen medios alternativos para mantenerse.

Además, no tienen las posibilidades de ir a buscarlos porque en varias ocasiones tienen la responsabilidad del cuidado de algún familiar, “esto genera un círculo de atrapamiento en el que las mujeres que enfrentan este tipo de situaciones tienen muchas dificultades para escapar”, dice Mónica Orozco.

Las consecuencias de la violencia van mucho más allá de las víctimas mismas, ya que amenaza la estabilidad, la seguridad y el bienestar social de las familias, así como su situación en la comunidad, dice la organización.

Feminicidios

México enfrenta una situación desafiante. En 2019 se registraron 980 presuntos delitos de feminicidios y en enero de este año se cometieron 72, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

En total, en enero de este año 8,186 mujeres fueron presuntas víctimas, principalmente por lesiones dolosas y culposas, eso al contar tan solo las cifras oficiales.

La violencia es otra de las expresiones de las desigualdades y asimetrías de género ya que otorga a mujeres y hombres diferentes identidades y formas de vivir. Los hombres aprenden el ejercicio del poder patriarcal y las mujeres a vivir bajo su dominio

dice el estudio ‘El costo de la violencia contra las mujeres en México’.

En este escenario fue que el domingo 8 de marzo, cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer, en gran parte del país las mujeres salieron a las calles a manifestarse en contra de los feminicidios y la violencia de género.

En la Ciudad de México, por lo menos 100,000 mujeres marcharon para demandar un alto a la violencia. Los feminicidios de Ingrid y la niña Fátima Cecilia, dejaron claro que la violencia es inclemente hacia las niñas y las mujeres.

“Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”, gritaban miles de mujeres el 8 de marzo.

El 9 de marzo, las mujeres llevaron a cabo un paro nacional tras el lanzamiento de la convocatoria #UnDiaSinNosotras, en protesta por las condiciones de violencia y desigualdad de género.

El impacto sobre la economía de un día sin mujeres va más allá de sus efectos directos. Citibanamex estima que las pérdidas económicas por la ausencia de mujeres en sus trabajos remunerados y domésticos podría alcanzar hasta 43,500 millones de pesos o 50.7% del valor agregado total a la economía en un día.

No obstante, miles de mujeres trabajadoras no pudieron participar en la convocatoria, debido en gran parte a que son el único sustento de sus hogares y en otros casos, a la precariedad de su trabajo, o a que la naturaleza de su trabajo no se lo permitió.

Por ejemplo, 57.64% de las mujeres ocupadas lo hacen en el mercado informal, mientras que en otros ámbitos algunas empresas condicionaron la participación de sus trabajadoras en el paro.