El temor por llegar a una recesión ha sacudido a los mercados y las expectativas de los inversionistas y en este proceso uno de los factores que despejan dudas sobre el comportamiento de la actividad son los indicadores macroeconómicos.
A lo largo de la historia se suele tomar, desde los mercados financieros, la dirección de las curvas de rendimiento de corto y largo plazo para determinar si se avecina una recesión, un término que en la literatura económica también suele ser complicado de explicar por todo lo que entra en juego.
Para el caso de Estados Unidos una recesión se determina cuando ya sucedió y se toma como referencia la definición del National Bureau of Economic Research (NBER).
Una recesión implica una disminución significativa en la actividad que se extiende por toda la economía y dura más de unos pocos meses. En nuestra interpretación de esta definición, tratamos tres criterios: profundidad, difusión y duración
según el NBER.
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Inversión de la curva
La semana pasada, los rendimientos de los bonos del Tesoro de corto plazo superaron a los de largo plazo, un fenómeno conocido como ‘inversión de la curva’. A finales de marzo ya se había observado esta inversión de manera temporal.
Una inversión de la curva apunta a que los inversionistas creen que la Reserva Federal (Fed) no subirá la tasa más allá de cierto nivel o que incluso vendrán reducciones debido a un escenario de recesión
dijo Walter Buchanan, director de inversiones en SaveNest.
Así, los treasuries con vencimiento a dos años están pagando una tasa de 3.07%, mientras que los de 10 años de 2.99%, una diferencia de 0.08 puntos base. En lo que va del año, este diferencial o spread de estos bonos se ha recortado hasta llegar a terreno negativo.
Para ilustrar la efectividad de este indicador, desde 1955 la curva de los bonos de dos y 10 años se ha invertido antes de cada recesión, de acuerdo con un informe de la Fed de San Francisco de 2018.
Históricamente, la inversión de esa curva (2 y 10 años) se ha asociado a que posteriormente y aproximadamente un año después de que sucede, se da una recesión en algunos casos, pero no necesariamente es señal de recesión. Hay que tomarlo con cautela
dijo el director de los equipos de deuda y multiactivos en BlackRock México, José Luis Ortega.
El mismo banco central ha tratado de apaciguar los temores al decir que la inversión de la curva de rendimientos de los bonos de dos y 10 años no es un termómetro fiable para anticipar una recesión. En su lugar se debe considerar a los de más corto plazo como los de tres meses.
PIB a la baja y mercado laboral robusto
Por el lado de indicadores macroeconómicos el principal es el PIB, que en Estados Unidos reportó una contracción de 1.6% en el primer trimestre y analistas anticipan que el dato del segundo trimestre muestre nuevamente una caída.
Dentro de esta discusión sale el término de ‘recesión técnica’ que se atribuye a dos trimestres consecutivos con descensos del PIB, sin embargo de la Garza considera que esto no sería un parámetro para definir una recesión y más bien observar otros como el mercado laboral.
A pesar de toda esta retórica de ‘ahí viene el lobo, ahí viene la recesión’, lo que seguimos viendo es un mercado laboral bastante robusto; es posible que tengamos dos trimestres con contracciones y sin embargo eso no necesariamente es una recesión
dijo el economista en jefe y director de Estudios Económicos de Citibanamex, Adrián de la Garza.
Durante junio se crearon 372,000 puestos de trabajo, muy por encima de los 268,000 pronosticados por el mercado. Con la creación de empleo, la tasa de desocupación se ubicó en 3.6%, igualando los niveles previos a la pandemia.
Optimismo a la baja
El optimismo de los consumidores estadounidenses también manda señales de desaceleración. Durante junio, el indicador de confianza se ubicó en 50 unidades, siendo su nivel más bajo desde 1952, cuando inician los registros de la Universidad de Michigan.
Ante un menor optimismo se puede esperar una menor demanda de bienes y servicios, resultado de la cautela y el golpe que ha significado la elevada inflación a nivel global.
Exportaciones con el motor encendido
La conexión que tiene la economía de Estados Unidos y la de México es alta, y de este lado las exportaciones mantienen el motor encendido.
Durante mayo, las importaciones de Estados Unidos de bienes y servicios provenientes de México repuntaron 26% anual a un total de 39,506.8 millones de dólares.
Mientras que las exportaciones de Estados Unidos a México crecieron 25.9% anual a 28,912.4 millones de dólares.
Por tanto, la balanza comercial estadounidense tuvo un déficit de 10,594.5 millones de dólares en mayo.
Esto termina siendo positivo para México y más aún para el sector exportador, que puede ser uno de los más afectados por una recesión en Estados Unidos.
Este aumento resulta positivo para México porque las exportaciones fueron las que se vieron beneficiadas, ahí también da señales de que México puede ser menos golpeado por una recesión, que sea una recesión soft y quizá México pueda salir bien librado
apuntó el director de estudios económicos de Citibanamex, Raúl Álvarez del Castillo
Mercados ‘inmunes’ a recesiones
Los mercados financieros tienden a bajar cuando se anticipan recesiones, pero históricamente han demostrado su capacidad de recuperación, incluso cuando se presentan eventos catastróficos.
En Estados Unidos, los indicadores de que la política monetaria más restrictiva de la Fed pueda desacelerar el crecimiento económico han provocado caídas drásticas de las principales bolsas de Wall Street en lo que va del año.
Ahora creo que el mercado está tratando de poner en precio si va a haber recesión o no, o si las tasas van a seguir subiendo lo que pueda comprometer de manera significativa el crecimiento y por eso no vemos mucha definición en los mercados
explicó Buchanan.
Respecto al último cierre de 2021, el Promedio Industrial Dow Jones baja 14.20%; el S&P 500 retrocede 19.13%, y el índice tecnológico Nasdaq Composite es el más castigado, con una pérdida de 27.30%.
Sin embargo, de las últimas doce recesiones el mercado ha subido en seis de ellas y caído en seis, pero han dado rendimientos positivos en el año posterior al evento, salvo en el estallido de la burbuja del puntocom en 2001.
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Por Miguel Moscosa y Mario Gámez