Daniel trabaja en una barbería de la colonia Tabacalera, en el centro de la Ciudad de México (CDMX). La peluquería “El Tigre” cobra entre 100 y 150 pesos por trabajo. Tres personas atienden ese negocio callejero, todos los días, desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche.

A diferencia de otros establecimientos de la capital mexicana, Peluquería “El Tigre” es atendido en su mayoría por migrantes: dos dominicanos –entre ellos, Daniel– y un barbero de origen hondureño. Ellos emplean, además, a un trabajador mexicano.

Según el Servicio de Administración Tributaria (SAT), al menos 6,636 migrantes tramitaron su Registro Federal de Contribuyentes (RFC) como personas físicas, únicamente entre los meses de febrero y el 15 de diciembre de 2023.

Las autoridad recaudatorias afirma que dicha política, es resultado de la implementación de un mecanismo de atención “prioritaria” a migrantes residentes temporales o permanentes, refugiados en México, así como a mexicanos repatriados o en retorno.

Los migrantes son la nueva fuerza laboral de un país que aún palia los efectos tardíos de la pandemia, pero cuya reactivación se vuelve más acelerada y fuerte.

 

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–¿Cuántos años llevas viviendo en México? –cuestiono a Daniel.

–Ocho años, hermano. Pero yo creo que serán muchos más: ahora tengo dos hijas y una esposa mexicana. Todo muy bonito, una cosa linda.

–¿Te ha gustado el país? ¿Te han tratado bien?

–Ah, sí: yo no entré a México irregularmente, pero sí venía de paso. Quería entrar a Estados Unidos. Nací en República Dominicana, pero mis padres me llevaron a Panamá desde muy pequeño. Tengo las dos nacionalidades. Una garantía que tenemos los panameños, es que las autoridades migratorias mexicanas no piden visa. Como no entré de manera irregular, pude sacar la residencia fácilmente. Poco después conocí a mi esposa.

Daniel se considera un hombre “afortunado”, y dice, hoy sueña con establecer un restaurante en el que ofrezca “comida internacional”. La callejera peluquería “El Tigre” no es el primer negocio que piensa impulsar en nuestro país.  “Desde luego yo pago impuestos”, acota.

Muchos de sus colegas en América Latina y el Caribe, buscan y encuentran trabajos en espera de encontrar vías legales –o no– para cruzar la frontera con nuestro vecino del norte. No es su caso, insiste Daniel. Encontró la felicidad en tierras mexicanas: “Yo le debo mucho a este país”, añade. “Ya tengo dos hijas y a mi esposa, este es el lugar que me ha adoptado, aunque no haya nacido aquí”.

Aunque sus horarios laborales se extienden doce horas al día, seis días a la semana, piensa que sus sueños pronto se cumplirán y echará mas raíces en esta tierra, “que me ha ha recibido como la mía”, finaliza.

A decir de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), 136 mil 934 migrantes solicitaron refugio a las autoridades mexicanas durante el año 2023 (cifra actualizada al 15 de diciembre).

Unos lo hacen de manera temporal y otros lo hacen de manera permanente, según encuentren posibilidades de migrar regularmente o quedarse en México, un país de “tránsito” que se va convirtiendo en “residencia”.

La Comar afirma que ciudades como Tapachula, la capital mexicana, Palenque y Veracruz, concentran la mayor población que solicita busca refugio temporal o permanente. Los migrantes haitianos, seguidos por los hondureños, cubanos, guatemaltecos, salvadoreños y venezolanos encabezan la lista de solicitantes.

 

Necesario, cambio de paradigma: Rendón

A finales de octubre, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), en conjunto con ONU México y la organización Agenda Migrante, instalaron un grupo de trabajo para desarrollar un “Modelo migrante seguro, ordenado, humano y productivo”, con el fin  de detectar ofertas laborales, capacitar a estas población –en tránsito o residentes– y vincularlos exitosamente con las empresas, además de trabajar en la documentación para formalizarlos en la economía.

Eunice Rendón, coordinadora de la organización Agenda Migrante, dijo que el gobierno de Estados Unidos pide “muchos encargos a México” –como contener los flujos migratorios que intentan acceder por la frontera sur–,  pero en los “diálogos de alto nivel” entre ambos gobiernos, rara vez ofrecen “soluciones” para atender este problema de “manera integral”.

“Yo pienso que el modelo securitario ha fracasado: frenar a las personas que intentan acceder a nuestro país y el vecino. Estados Unidos seguirá presionando la política securitaria, es decir, desplegar a la policía, la Guardia Nacional y Instituto Nacional de Migración,  ya que el próximo año es electoral en los Estados Unidos y los republicanos seguirán utilizando este tema para ganar posiciones políticas”.

“Por otra parte, ‘atender las causas’, como ha propuesto el gobierno mexicano, tardará tiempo, mientras el aumento de solicitudes de refugio o residencia, ya son una realidad. Las personas huyen de sus países no solo por la presión económica sino también por la violencia. Es necesario un cambio de paradigma“, mencionó Rendón.

Si bien la activista sostiene que la regularización que ofrece el Servicio de Administración Tributaria (SAT), es un primer paso, dicha política necesita coordinación “interinstitucional” que involucre al sector público y privado. Comenzando por coordinación gubernamental entre la Comar, la Secretaría de Educación Pública (SEP), la Secretaría del Trabajo (STPS), la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y la Secretaría de Gobernación (Segob).

Una política que aún se encuentra en ciernes…

El CEO solicitó al SAT más información sobre los alcances del programa de regularización fiscal destinado a la población migrante, pero hasta el cierre de esta edición, dicha dependencia no contestó si los trámites otorgará beneficios que los trabajadores mexicanos ya gozan por ley.

Al gobierno mexicano le conviene que miles de migrantes se vayan incorporando a la economía formal“, añade la coordinadora de Agenda Migrante e impulsora del “Modelo migrante seguro, ordenado, humano y productivo”. Rendón calcula que “ya se han integrado cerca de 35 mil personas refugiadas a un empleo formal” en el país,  por lo que han ingresado a las arcas públicas “cerca de 170 millones de pesos”, equivalente a cuatro veces el presupuesto asignado a la Comar.

El CCE recientemente reiteró su “compromiso” para “promover flujos ordenados, regulares, seguros y planificados de trabajadores migrantes y sus familias, por el bien y la prosperidad de nuestro país, pero sobre todo con irrestricto apego a los derechos humanos y siempre buscando la mayor protección de los grupos más vulnerables”, tomando en consideración que esta población ya forma parte de la fuerza laboral de México.

El pasado 14 de diciembre, el conglomerado FEMSA participó en el Foro Mundial sobre los Refugiados organizado por la ACNUR, ahí adelantó que antes de 2027 buscará “beneficiar directa e indirectamente” a 27 mil personas refugiadas en México y otros países de América Latina  en materia de “inclusión laboral”. Según el grupo empresarial regiomontano, actualmente alrededor de 600 empresas mexicanas se han sumado para replicar este tipo de acciones.

Los que se van, o no

Alexa, una joven venezolana de 22 años de edad, camina a pasos apresurados en la colonia San Rafael, en el corazón de la Ciudad de México. Va algunos minutos tarde. Le esperan en el restaurant-bar donde fue contratada hace tres semanas.

Ahí trabaja de lunes a sábado, 12 horas al día, pero apenas gana para pagar el alquiler. Todo sus gastos se equilibran con el sueldo que recibe su padrastro, quien también viaja con ella, junto a su hermana y madre. Considera a su familia, una genealogía preparada para la “aventura”:

–Me gusta tanto México, su gente, su comida–, dice sonriente. Después se sincera–: Lástima que conozco pocas cosas de la Ciudad, quiero conocer el Ángel de la Independencia, el Castillo de Chapultepec. Todo. Pero aún no he tenido tiempo.

Proveniente de Brasil, un país que los acogió durante dos años y le permitió estudiar la preparatoria después de su salida de  Venezuela, desde hace tres meses tomó la decisión de buscar “refugio” en Estados Unidos. Y esperar que la burocracia californiana le otorgue el ansiado “asilo humanitario”.

Alexa nació en Caracas, la capital venezolana. Y sabe que el trámite para entrara legalmente a su destino puede durar días, semanas, meses, años… o no llegar nunca. Hoy día dice la vida en la Ciudad de México parece ser lo suficientemente cómoda como para no desesperar por la vigilia.

La primera semana de diciembre, autoridades de Estados Unidos consultadas por CNN, calculan que más de 10,000 migrantes intentaron cruzar ilegalmente las frontera con México. Siendo una de las cifras de movimientos humanos jamás registrados.

 

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El aumento en el número de migrantes provenientes de diversos países del mundo, ha provocado tensiones políticas con las autoridades de nuestro país. Desde junio de 2019, las autoridades estadounidenses presionaron para que México aceptara ser el “tercer país seguro”.

Hace un par de semanas, la administración republicana del gobernador, Greg Abbot, tomó la decisión de frenar el flujo de trenes y camiones de carga que se dirigen al estado de Texas, donde transitan mercancías y bienes por los puentes que dividen a la región de Ciudad Juárez y El Paso Texas. Presiona para que México adopte nuevas medidas anti-inmigratorias.

La Cámara Nacional de Transportes de Carga (Canacar), por su parte, señaló un rezago de al menos 19,000 camioneros que no pudieron cruzar la frontera. El valor de mercancías que se encuentran varadas asciende a 1,900 millones de dólares, lo que ha generado una grave crisis al comercio mexicano.

Dichas tensiones han provocado que el presidente Joe Biden y su homólogo, Andrés Manuel López Obrador, busquen soluciones al diferendo entre ambos países. Antony Blinken, secretario del Departamento de Estado, visitó nuestro país el 27 y 28 de diciembre de 2023, con el fin de resolver estas tensiones bilaterales, en tanto que su gobierno y el nuestro se preparan para elecciones en 2024.

Aún así los acuerdos revelados por la canciller Alicia Bárcena y por el comunicado conjunto de Relaciones Exteriores-México-Estados Unidos son genéricos y plantean nuevamente algunos de los compromisos que se han anunciado anteriormente

Mientras tanto, Alexa, la joven migrante venezolana que espera su trámite migratorio en nuestro país, afirma que la paciencia y la tenacidad de su familia será la clave del éxito para cruzar la frontera. Y aún si la crisis política entre México y aquél país les impide continuar con el viaje, la posibilidad de quedarse en aquí aún le parece mejor que volver a Venezuela.

Alexa junto a su “padrastro”, mantienen la renta de un cuarto por el que pagan $1,400 pesos semanales. Él completa los “gastos” del dinero que obtiene como vigilante en un supermercado.

–¿Les ha tratado bien México?

–Si, la gente es muy linda; todo es muy bueno, la economía, la ciudad, la comida.

–¿Les gustaría quedarse?

–Si mucho, pero tenemos una meta: llegar a Los Ángeles o Miami. Yo apuesto por ir a Los Ángeles, mi padrastro quiere ir a Miami. Me han dicho que ahí no hay tanto trabajo; quiero un trabajo estable y estudiar derecho.

–¿Y si no pueden cruzar?

–Esperaremos.

Alexa confiesa que, “gracias a la confianza de la gente”, poco a poco se ha ido adaptando a la vida de México, pues ella y su familia aún permanecen en el país de manera irregular. Sabe que no es sencillo encontrar “refugio” en los Estados Unidos, pero tampoco cree que sea imposible.

Conoce casos de éxito, de hecho, primos y tíos, que, solo en este año, lograron cruzar de manera regular. Insiste: lo que se necesita es paciencia y una buena estrategia de subsistencia mientras se extiende la víspera migrante.