A Argentina le llueve sobre mojado. La economía sudamericana se acerca más al borde de un colapso.

Las elecciones primarias de mediados de agosto y el triunfo de la dupla peronista Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner detonaron una serie de eventos financieros.

Tras la derrota, el presidente Mauricio Macri anunció varias medidas con la intención de aminorar los efectos de la devaluación del peso y la caída de los mercados sobre los ciudadanos, y de paso, recuperar algo de apoyo popular de cara a las elecciones de octubre, pero esto tendrá un costo fiscal y es muy probable que el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo cobre.

A finales del año pasado, el FMI otorgó un préstamo de 57,600 millones de dólares, el mayor que ha hecho a un país para volver a encausar la vapuleada economía.

Entre las recientes acciones del gobierno de Macri destacan: aumentar el salario mínimo, recortar el impuesto a las ganancias personales, reducir impuestos a los trabajadores, congelar los precios de los combustibles por 90 días, así como un pago extra de 5,000 pesos a los funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado, por mencionar algunas.

Pero estas estas medidas amenazan con crear un boquete fiscal, lo que puede llevar al FMI a bloquear el siguiente tramo de 5,421 millones de dólares del préstamo pactado con Argentina a cambio de una serie de ajustes fiscales y monetarios.

Si el FMI no le da el tramo del crédito, las reservas internacionales se pueden evaporar por el alto déficit de cuenta corriente que tienen y la propensión a la dolarización de los locales en tiempos de elecciones

escribieron economistas de la firma de corretaje SIF ICAP.

Al cierre de 2018, el déficit de cuenta corriente alcanzó 5.4% como proporción del Producto Interno Bruto.

Hace unos días Macri impuso un control cambiario para evitar una salida abrupta de dólares. Las empresas exportadoras deben solicitar permiso al banco central para comprar divisas, las transferencias al exterior requieren de autorización y hay un tope de compra de 10,000 dólares por mes para personas físicas, lo cual durará hasta fines de este año.

“Los controles de capital pueden, en el corto plazo, ayudar a frenar la fuga de capitales y frenar el ritmo del agotamiento de las reservas de divisas. Pero su imposición podría facilitar que un futuro gobierno de izquierda justifique su uso a largo plazo. Eso daría lugar a tensiones persistentes en la balanza de pagos”, dijeron los economistas para América Latina de Capital Economics.

En este escenario, las calificadoras recortaron la calificación crediticia de Argentina, mientras que el riesgo país no deja de elevarse.

Pase lo que pase después, la crisis del mercado afectará duramente a la economía. La caída del peso frente al dólar mantendrá la inflación muy alta. Y condiciones financieras más estrictas empujarán a la economía a una recesión renovada. Eso probablemente significa que el presidente Macri tiene pocas posibilidades de asegurar la reelección en la votación de octubre

dicen los economistas de Capital Economics.

Macri en tanto dijo el jueves que es optimista sobre el siguiente tramo del crédito del FMI “Sí, esperamos el desembolso porque hemos cumplido con todo (…) Estoy muy focalizado como presidente en volver a estabilizar la economía y llevar alivio a los argentinos”, dijo en un evento en la ciudad de Córdoba, de acuerdo con lo reportado por el sitio Infobae.