Las agencias calificadoras están una vez más en el ojo del huracán. En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha reprochado su decisión de degradar la perspectiva de la calificación crediticia de México y de Pemex.

Las calificadoras han sido acusadas de contribuir a la crisis financiera mundial de 2008-2009, así como en la debacle económica de Islandia o la crisis de Grecia, al ofrecer evaluaciones insolventes.

No obstante, pese a las críticas, sus valuaciones son un referente para los participantes de los mercados financieros.

Es difícil que los inversionistas pierdan la confianza en las calificadoras, son, para bien o para mal, un punto de referencia. Sí hubo problemas estructurales y aunque entre ellas difieren un poco en sus recomendaciones, dan una línea de seguimiento para las inversiones

dijo Alain Jaimes, analista económico de Signum Research.

Recientemente, Fitch recortó la perspectiva y la calificación de Pemex a ‘BBB-’ desde ‘BBB+’, mientras que S&P también degradó la perspectiva de “estable” a “negativa” e hizo lo mismo con el soberano.

El presidente López Obrador respondió que el deterioro en el perfil crediticio es un “castigo por la política neoliberal de los últimos 36 años” y aunque se dijo respetuoso de las recomendaciones de las agencias, reclamó que éstas permanecieran “calladas” ante las políticas neoliberales y las acusó de ser cómplices de los saqueos a Pemex.

Moody’s, en tanto, ha dicho que vigilará el rumbo de las políticas públicas del nuevo gobierno y el desempeño financiero de Pemex antes de emitir una decisión.

Gobiernos frente a calificadoras

En Estados Unidos el Senado responsabilizó a las agencias calificadoras de ayudar a los bancos a ocultar los riesgos de inversiones poco antes de la crisis inmobiliaria que estalló en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers y que terminó por contagiar a todo el mundo.

Por las acusaciones, Moody’s acordó un pago con autoridades estadounidenses a nivel federal y estatal –entre ellos el Departamento de Justicia– por 864 millones de dólares. Mientras que S&P fue multada en 2015 con 1,375 millones de dólares, la sanción económica más grande “por defraudar a los inversionistas en el período previo a la crisis financiera”.

En la zona euro, en 2010, las tres agencias rebajaron a nota basura las calificaciones de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España, mejor conocidos como los PIGS, debido a su crisis de deuda soberana.

Aunque los países recibieron un rescate por parte del Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, autoridades del Banco Central Europeo acusaron que las bajas notas aceleraron la crisis en todo el bloque, por ello la Unión Europea delineó las normas para crear una agencia calificadora independiente.

Ante las acusaciones de que el gobierno griego mintió sobre su situación financiera, los países de la Unión Europea crearon una regulación con la que buscan que las calificadoras cuenten con información fidedigna sobre empresas y gobiernos con el fin de que sus evaluaciones sobre el riesgo de compañías o países sean más eficientes para los inversionistas.

Las calificadoras suelen dar recomendaciones que a los países no les gustan y es una característica, porque sus modelos econométricos miden su capacidad de crecimiento, sus posibilidades de desarrollo y su capacidad de pago de deuda. La calificadora no puede ponerse la camiseta de un país o de un compromiso social

dijo Víctor Valdivia, director general de Kratos Consultores.

Los reguladores han establecido una mayor supervisión en Estados Unidos y Europa para garantizar una mayor transparencia en sus procesos, pero esta situación no tiene injerencia negativa en la confianza de los inversionistas en estas agencias.

México también impuso nuevas reglas para las calificadoras, entre las que destacan rotar analistas y al personal técnico responsable de las notas de evaluación de riesgo.

En el futuro es posible que surjan nuevas agencias con un nuevo modelo que pueda competir con las tres más poderosas, ya que el mercado siempre va a buscar señales para tener mayor certidumbre sobre sus inversiones.