La mancha del sexismo permea en los servicios financieros
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La mancha del sexismo permea en los servicios financieros

 

Elizabeth Albarrán

Reportera de Economía

Cuando se trata de adquirir un seguro o un crédito, las mujeres lo toman en serio. Investigan, comparan precios y beneficios de cada producto financiero que pueda convenir no solo a sus bolsillos, sino a la seguridad de sus seres queridos.

En esta búsqueda, sin embargo, se encaran a un sistema financiero que carece de una visión con perspectiva de género al ofrecerles productos caros, con cálculos sexistas y que no se adaptan por completo a sus necesidades.

EL CEO entrevistó a 11 mujeres con edades entre 35 y 66 años que comparten cómo fue su acercamiento con los productos financieros, si los buscaron o se los ofrecieron, si hubo un aspecto que las incomodara, por qué los adquirieron y sobre todo si están satisfechas.

“Mi mamá ya no tiene matriz y aún así me cobran el riesgo de maternidad porque así está configurada la póliza del seguro. Solo por ser mujer le cobran este riesgo”, dijo inconforme Viridiana Mendoza, quien compró un seguro de gastos médicos mayores para que su madre pueda ser atendida ante cualquier emergencia.

Ella también cuenta con este seguro que le proporciona la empresa donde trabaja y aunque no desea tener hijos, su seguro cubre el riesgo de maternidad. Por si fuera poco, el seguro no cubre un padecimiento que tiene desde pequeña porque debe tener un tiempo de espera de dos años, pero su empresa renueva la póliza cada año con una aseguradora diferente.

Para las aseguradoras, el ser mujer ya es un elemento para diferenciar los riesgos y precios de una póliza, respecto de los hombres. Con base en ello, realizan cálculos actuariales y estadísticas para determinar el costo de un riesgo, de acuerdo con un documento sobre aspectos técnicos de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas (CNSF).

Entonces, como la mujer es la que puede procrear, se le adjudica el riesgo de maternidad, independientemente de que quiera o no ser madre, y por tanto debe pagar un mayor costo por un seguro. Esto es sexismo, coincidieron especialistas en inclusión financiera con perspectiva de género.

“Los sesgos ocurren y habría que analizar si tenemos servicios financieros sexistas. Es decir, sistemas que utilizan algoritmos o aplican cálculos de riesgo que categorizan a las mujeres en condiciones más riesgosas por el hecho de ser mujeres”, comenta Fiorentina García, maestra en políticas públicas por la Hertie School of Governance de Berlín.

Lo importante es preguntarse por qué un seguro tiene que calcular un mayor riesgo solo por el hecho de ser mujer, y si las instituciones reguladoras están haciendo estos cuestionamientos en los productos financieros que ofrecen, asevera García.

La pandemia urgió a Yolanda Morales a buscar un seguro para proteger a sus tres hijas -menores de edad- en caso de que se contagiaran y pudieran recibir la mejor atención. Solo buscaba cubrir este aspecto, pero al ser mujeres, tuvo que pagar dos pólizas diferentes.

Una póliza fue para sus dos niñas que tienen menos de 15 años y la otra para su hija de 17 años. Los precios variaron en alrededor de 1,000 pesos porque teóricamente las dos pequeñas no tienen vida sexual activa y hay menores probabilidades de que se embaracen, platica Morales.

“Me dijeron que mi hija mayor está en una edad fértil y reproductiva, no sé si a un hombre se le considere este aspecto. Dijeron que si bien yo estoy al pendiente de mi hija mayor, tiene más probabilidad de embarazarse y por eso debía pagar el riesgo de maternidad”.

Deben pasar entre seis meses a un año para que el seguro pueda cubrir todos los gastos en caso de que su hija se embarace, le explicó el agente asegurador a Yolanda, pero no le comentó nada sobre si el seguro cubría el aborto.

La póliza del seguro de Gastos Médicos Mayores no cubre las consultas con el ginecólogo. Este servicio se debe contratar aparte o bien, se puede recibir un descuento con la red de doctores con las que tenga contrato la aseguradora, comentan tanto Mendoza como Morales.

A una mujer le puede salir hasta un 56.1% más caro el pago de un seguro de Gastos Médicos Mayores individual que a un hombre, según cálculos del simulador de gastos médicos mayores de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).

Considerando una edad de 30 años, un deducible entre 25,000 y 30,000 pesos y un coaseguro del 10%, el precio del seguro para la mujer es de 14,072.6 pesos anuales; mientras que para el hombre es de 9,016.5 pesos, una diferencia de 5,056.1 pesos, demuestra el simulador.

La situación no es nada favorable si se adquiere un seguro que incluya a un familiar que sea mujer, pues resultará más cara la prima que si el familiar es hombre.

Si en el simulador de la Condusef se incluye a una hija de 10 años dentro de este seguro tendrá un costo de 7,648.33 pesos adicionales, pero si el familiar es hombre, el costo será de 6,741.89 pesos, una diferencia de 906.44 pesos.

Una vez que se observó esta diferencia entre los precios de las primas de las mujeres, respecto de los hombres, la Condusef propuso que se crearan seguros estandarizados para que el costo fuera el mismo, explica Mario di Costanzo, expresidente de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).

No obstante, Di Constanzo lamentó que la Comisión Nacional de Seguros y Finanzas, el organismo que aprueba los precios de los seguros, no hizo nada al respecto, mientras que con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) tampoco se avanzó en la creación de productos estandarizados.

“Es contradictorio que por un lado quieren promover la cultura del seguro, pero no quieren crear productos estandarizados que son más fácil de entender y de adquirir sin hacer diferencias entre hombres y mujeres”.

El cobro que hacen las aseguradoras por el riesgo de maternidad a mujeres no es que se cobre como tal, sino que la prima está diluida entre toda la población asegurada, es decir, los riesgos los asumen todos los asegurados, dijo Tania Estrada, directora de beneficios de Lockton.

Sin embargo, la póliza de las mujeres sigue siendo más cara que la de los hombres, como lo demuestra el simulador de la Condusef. Y son a ellas a las que se les asigna únicamente este riesgo.

“El seguro se contrata con la idea de no utilizarlo, entonces no se puede quitar una prima porque no vas a usar la maternidad o la cobertura de cesárea o parto porque al final la probabilidad existe”, justifica la directora de beneficios de Lockton

Mónica Contreras, directora ejecutiva de Mercadotecnia y Experiencia del cliente de Seguros Monterrey, si bien no sabía por qué se cobra el riesgo de maternidad solo a las mujeres, indica que los productos que ofrecen en la empresa toman en cuenta todas las variables, no solamente de género y capacidad reproductiva.

“Tratamos de traer productos que se adapten a las necesidades individuales de las personas. Hablamos tanto con hombres, mujeres y personas de la comunidad lésbico y gay para evaluar el diseño de nuevos productos”.

La falta de perspectiva de género en los servicios financieros no solo es un problema de México, sino del mundo entero, aunque hay países que toman acción.

El Tribunal de Justicia Europeo, desde el 21 de diciembre de 2012, prohibe a las empresas aseguradoras utilizar el criterio de sexo o diferenciar entre un hombre y una mujer en el cálculo del precio de las primas.

Con este cambio, los importes de los seguros de auto no solo se han igualado para ambos sexos, sino que han descendido en promedio 7% en los dos años que pasaron una vez que se aprobó esta norma, indican datos del portal Acierto.com.

Este factor de discriminación también fue eliminado en Bélgica, Bulgaria, Chipre, Estonia, Letonia, Lituania, Países Bajos y Eslovenia, que empezaron a aplicar primas unisex en los seguros de autos, según datos de la Comisión Europea.

La carga de riesgos hacia las mujeres en los productos financieros se basa en un entorno en el que ellas perciben menores ingresos que los hombres, tardan más en incursionar al mercado laboral formal y por tanto tardan en tener acceso a servicios financieros como bancos, aseguradoras y una Administradora de fondos para el retiro (Afore).

Siete de cada 10 mujeres en México carecen de acceso a una institución financiera formal, indica un estudio de Inclusión Financiera del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

Catalina Martínez es trabajadora doméstica de casi 66 años. Ella nunca ha tenido una cuenta bancaria, seguro, ni Afore, pese a que lleva más de 50 años trabajando. Su salario siempre lo recibe en efectivo y si requiere hacer un depósito bancario, le pide a su esposo que se lo haga.

La poca educación financiera y el bajo uso de la tecnología son las principales barreras a las que se enfrentan las mujeres de grupos vulnerables, indica Patricia López Rodríguez, doctora en Economía por la UNAM y profesora de la Universidad Iberoamericana.

“Las preferencias de las mujeres por los productos financieros informales las convierte en clientas de altos riesgos y de bajos beneficios porque se van sobre endeudando y terminan pagando más de lo que esperaban”.

Para poder cerrar las brechas de género en todo el espectro financiero se requiere de la intervención del Estado, el cual debe generar facilidades de acceso, no solo a los productos y servicios bancarios, sino a la mayor educación financiera para las mujeres, agregó López Rodríguez.

“Se requiere brindar educación financiera y una proyección de ahorro en el largo plazo”.

La brecha de educación financiera entre hombres y mujeres fue de 1.5 puntos a favor del hombre en 2018. En cuanto a conocimientos se tuvo una brecha de 3.1 puntos a favor de los hombres, dijo Fiorentina García al retomar datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2018.

“Todos los conocimientos financieros están más constituidos en los hombres que en las mujeres. Tienen mejores facilidades para entender qué es la inflación, la tasa de rendimiento y cómo calcular las tasas de interés”.

A nivel nacional, el 33% de las mujeres mayores de 15 años tienen una cuenta en una institución financiera; mientras que en los hombres el porcentaje es de 39%, según datos de Global Findex 2017.

En otros países de América Latina, de acuerdo con datos del Banco Mundial, el 56% de las mujeres tiene una cuenta en alguna institución y el porcentaje sube a 99% en los países con alto desarrollo.

Las mexicanas que logran ahorrar en una institución financiera (una de cada 10) se enfrentan a diversos sesgos y prejuicios por parte de las instituciones financieras.

Cuando Vania Rebolledo logró juntar el dinero para dar el enganche de un crédito hipotecario, le cuestionaron aspectos que a un hombre no se los harían. Se le preguntó si estaba segura de si lo podría pagar ella sola y si podría comprobar su nivel de ingreso.

“El mismo broker me decía si estaba segura de que lo iba a poder pagar yo sola porque ‘mujer’, 40 años y vivo sola. Supongo que tenía desconfianza por los prejuicios que hay de que solo los hombres o en pareja puedes adquirir un bien inmueble”, platicó Rebolledo.

Una situación similar le sucedió a Viridiana Mendoza, quien al buscar en diferentes bancos para obtener un crédito hipotecario a la tasa de interés más baja, se enfrentó a cuestionamientos de los asesores bancarios.

“Me decían que tenía un buen perfil, pero me insistían en juntar mis ingresos con los de mi pareja para que tuviera algo mejor, cuando en ese entonces no tenía pareja”.

Diversas instituciones financieras ofrecen productos exclusivos para las mujeres, ya sea para que ahorren o para cubrirse económicamente ante enfermedades como el cáncer.

No obstante, muchos de estos productos no tienen perspectiva de género, es decir, se hacen con un sentido meramente de consumo, sin considerar las necesidades que tienen las mujeres en comparación con los hombres, dijo López.

“Es lamentable que en el Día Internacional de la Mujer, las instituciones financieras se limitan a pintar todo lo que puedan de color rosa o poner la presencia de mujeres en sus folletos y no en crear productos que se adecuen a la realidad de las mujeres”.

Los productos que ofrecen actualmente a las mujeres no toman en cuenta las economías de las mujeres ni sus objetivos financieros y esto repercute no solo en su calidad de vida sino en sus logros, remarcó la especialista en inclusión financiera.

Una encuesta realizada por la aseguradora Mapfre indica que al preguntarle a 543 mujeres cuáles son las tres principales acciones que consideraría para solventar un evento imprevisto, el 66% respondió tener ahorro, el 32% contar con seguro social y 31% dijo tener un seguro pagado.

Lucía Flores cuenta con un seguro de ahorro para mujer, el cual “le quedó a la perfección”, pues se adapta a su nivel salarial. Asegura que lo adquirió porque no cree en las afores, pero le hubiera gustado adquirir el seguro a una edad más temprana para tener un ahorro mayor.

Un caso inusual en un país donde existe poca inclusión financiera es el de Lucía Quiroga, ya que cuenta con cuatro seguros: vida, educativo (para su hija), de gastos médicos mayores y auto.

Ella contrató estos productos porque su trabajo está relacionado a la industria aseguradora y está informada de los riesgos financieros en los que puede caer una familia al no contar con esta protección. Sin embargo, reconoce que hace falta una mayor difusión para que las mujeres conozcan cómo cubrirse ante eventos inesperados.


La situación para las mujeres que trabajan de manera independiente también es complicada; al no contar con servicios de salud pública o de afore, deben buscar otras herramientas para protegerse económicamente.

Sthephani Lewis, quien adquirió un seguro de vida y de gastos médicos dice que las aseguradoras deberían enfocarse más a los estilos de vida de las mujeres y ayudarlas a planear en el largo plazo.

“Creo que somos más un número que un género, pero no debería ser así. Quizá les haría falta un tacto más humano”.

Los seguros son un mecanismo de apoyo ante cualquier eventualidad, especialmente para no poner en riesgo el patrimonio de una persona; pero fijar primas con base a la sexualidad, no es nada justo, reconoce Lewis.

Flores, Lewis y otras mujeres consultadas para este reportaje coinciden en que hace falta que los agentes promotores se comprometan más para enseñar a las personas los beneficios de estar asegurados y explicarles términos como prima, deducible y coaseguro.

La Condusef y la  Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) deberían otorgar información sobre inclusión  digital y financiera con perspectiva de género, especialmente en sus portales de internet.

Para aspirar a una mayor inclusión financiera en el país es necesario contar con políticas públicas que estén visualizadas con perspectiva de género, de lo contrario, México no avanzará en mejorar el desarrollo financiero de las mujeres, indica Fiorentina García.

De hecho, en la Alianza Global para la Inclusión Financiera (GPFI, por su sigla en inglés), que está integrada por el grupo de los 20 (G-20) al que pertenece México platea dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsar los servicios financieros.

Para eliminar las barreras que impiden tener un tratamiento igual sobre las mujeres en los servicios  financieros, se recomienda identificar todas las leyes, reglamentos o normatividades que sean discriminatorias en algún sentido hacia las mujeres, comentan las especialistas.

“Como hacedores de política pública se debe entender por qué a las mujeres les está afectando más que a los hombres ciertos aspectos de los servicios financieros. Tenemos que voltear a ver cuáles son las reglas que están en los mercados que se les imponen a las mujeres con diferencias a los hombres”, dice García.

También se propone destinar un presupuesto para el trabajo de cuidados. Es decir, se requieren políticas que ayuden a que no sean solo las mujeres las que deben hacerse cargo del cuidado de los hijos y de las hijas, así como del hogar o de algún familiar enfermo.

Por último, es necesario incluir en la discusión de las políticas públicas las experiencias tanto de hombres como de mujeres.

“En este aspecto se busca incluir a más mujeres en posiciones estratégicas que permitan definir políticas públicas que sean más incluyentes y con perspectiva de género”, enfatiza García.

Si las próximas reformas al sistema financiero consideran estos tres aspectos que definen una ruta para alcanzar una mayor inclusión financiera con perspectiva de género, las historias de Yolanda, Viridiana, Vania, Lucía, Elena, Yuri, Diana, Sthephani y Cata dejarán de ser una constante.

Reportera: Elizabeth Albarrán   |    Editora: Jimena Tolama
Diseño:  Cristian Laris

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