El Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ha externado que la economía mexicana se encuentra “blindada” por sus ingresos públicos, sus reservas internacionales y la línea de crédito flexible del Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, el Presidente López Obrador ha declarado que no se pedirá prestado y que no tiene mucha confianza en instituciones como el FMI. A continuación exploramos la historia de la larga relación entre la institución y México.
El país se unió al Fondo Monetario Internacional el 31 de diciembre de 1945, apenas cuatro días después de su formación, lo que lo convierte en uno de los 39 miembros que se unieron antes de que la Institución comenzara operaciones financieras. Durante su membresía, México ha hecho uso de 10 préstamos del FMI.
El primero de ellos ocurrió en 1954, cuando la baja en los precios del plomo y el zinc, aunado a una menor demanda en América del Norte, impidieron que México pagara capital de sus deudas. En abril de ese año, el gobierno de Adolfo Ruíz Cortínez decidió modificar el tipo de cambio de 8.65 pesos por dólar a 12.50 pesos.
Al mismo tiempo, el Fondo accedió a un préstamo máximo de 50 millones de dólares mediante un Acuerdo de Standby para funcionar como una segunda reserva en el proceso de ajuste provocado por el nuevo tipo de cambio. Del crédito posible, solo fueron utilizados 22.5 millones de dólares.
Este tipo de acuerdos (Standby) son la herramienta más común del Fondo y prácticamente todos sus miembros han hecho uso de ella en múltiples ocasiones. Se trata de préstamos flexibles a corto plazo que ayudan a países desarrollados y en vías de desarrollo a solucionar problemas con su balanza de pagos.
En 1959, el gobierno de Adolfo López Mateos emprendió medidas presupuestarias y crediticias para solidificar la posición del peso en el mercado mundial. Entre los recursos con los que contaba estaban 75 millones de dólares de la tesorería estadounidense, 100 millones del Banco de Importaciones y Exportaciones y una línea de 90 millones del FMI, de los cuales solo 22.5 millones de dólares fueron utilizados.
En 1961, las exportaciones y las entradas por concepto de turismo crecieron, al tiempo que las importaciones bajaron y aumentó la inversión extranjera. Sin embargo, esto no fue suficiente para contrarrestar la alarmante salida de capital de corto plazo, por lo que el gobierno se vio obligado a solicitar un préstamo por 90 millones de dólares, aunque solo terminaría utilizando 45 millones de dólares.
En 1977, México se convirtió en el tercer país en la historia en utilizar la figura de Servicio de Crédito Ampliado: una asistencia a países con problemas prolongados de balanza de pagos, principalmente aquellos de bajo ingreso o en época de crisis.
El préstamo fue aprobado por 550 millones de dólares (la mayor cantidad posible según el reglamento del FMI), con el objetivo de “apoyar un programa económico en el corto y mediano plazo que traerá mejoras en el crecimiento económico real y reducirá las presiones inflacionarias. El gobierno de López Portillo solo hizo uso de 106 millones de dólares de este crédito.
Tras las desastrosas decisiones económicas del sexenio de López Portillo, Miguel De la Madrid tuvo que pedir una vez más un Servicio de Crédito Ampliado que fue aprobado el 1 de enero de 1983 por un monto de 3,751 millones de dólares, de los cuales solo fueron utilizados 2,752 millones de dólares.
En 1986, el gobierno de De la Madrid solicitó al Fondo un Acuerdo de Standby por 1,666 millones de dólares, los cuales fueron utilizados en su totalidad. En su momento, el gobierno explicó que se trataba de un préstamo necesario por los gastos inesperados producto del temblor del 85, aunque Jesús Silva Herzog más tarde aceptaría en una entrevista que este no era el caso.
En 1989, el Fondo aprobó a México un Servicio de Crédito Ampliado por 4,662 millones de dólares, con la condición de 30% de los fondos fueran utilizados para reducción de deuda. El gobierno de Carlos Salinas hizo uso de 4,079 millones de dólares.
En febrero de 1995, y como consecuencia de la crisis iniciada en diciembre del año anterior, el fondo aprobó al gobierno de Ernesto Zedillo un crédito por 18,000 millones de dólares: el monto más alto aprobado por el Fondo hasta ese momento, aunque México solo terminaría haciendo uso de 12,786 millones de dólares.
De acuerdo con el propio reporte del FMI de ese año: “los eventos en México intensificaron una revisión del rol del Fondo, con un enfoque en la vigilancia y la adecuación de sus recursos, en un mundo caracterizado por mercados de capital integrados y comportamiento inestable por parte de inversionistas”.
El gobierno de Zedillo haría uso de un Acuerdo de Standby más, en julio de 1999, por 2,560 millones de dólares. Este sería el último crédito del que México dispuso.
En 2009, el FMI estableció una la línea de crédito flexible para México de 46,661 millones de dólares, la cual se ha renovado cada dos años hasta llegar a la cantidad actual de 73,262 millones de dólares, que será revisada en noviembre de este año.