En el último mes, los productos de la canasta básica que registraron un mayor aumento en sus precios fueron la avena Quaker, el café soluble, el jabón de lavandería, el pollo y el aceite comestible, esto de acuerdo con el monitoreo mensual de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec).
Además se identificó que las entidades con la canasta básica más cara fueron el Estado de México, con un incremento de 13.41%; Nuevo León, 10%; Hidalgo, 6.91%; San Luis Potosí, 5.98% y Sinaloa, con 4.37%.
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El ejercicio también reveló que el precio promedio fue de 1,723.28 pesos, con una variación al alza de 1.76%.
Una inflación, dos caras
Este reporte va en contraflujo con lo previsto por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) respecto a la inflación general anualizada, que lleva cuatro meses consecutivos con una tendencia a la baja. Tan sólo en este último mes se ubicó en 5.6%.
No obstante, resulta contradictorio que algunos estados de la República como el Estado de México y Nuevo León se sitúen por debajo del promedio nacional inflacionario con 4.1% y 4.6%, respectivamente, no obstante que la inflación alimentaria en ambas identidades resultó ser de 13.41% en Edomex y 10% en Nuevo León.
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A decir de Cuauhtémoc Rivera, presidente de Anpec, este reporte dibuja claramente la realidad de las dos caras de la inflación que golpean al país. La general que, por causas de las prácticas de producción del nearshoring, el incremento de las remesas y la no recesión norteamericana, entre otras, ha fortalecido a la macroeconomía nacional, y la inflación alimentaria que se mantiene al alza.
Asimismo, el consumo popular alimentario sigue encarecido, convirtiéndose en el obstáculo principal para consolidar en México una recuperación y reactivación económica de profundidad, ya que se sitúa por encima del 8.3%
explicó Rivera.
Las consecuencias de esta situación son una sociedad en la que 6 de cada 10 familias en México batalla para abastecerse de los alimentos esenciales, donde tanto la cantidad como calidad de los alimentos se sacrifican en aras de comprar “para lo que alcance”.
Mientras no volvamos asequibles los precios de los alimentos a la población, la fragilidad de nuestra realidad económica seguirá latente
concluyó Rivera.