Desesperación, incertidumbre, miedo y hambre son algunas de las vicisitudes que viven miles de migrantes centroamericanos que intentan escapar de la pobreza, desigualdad y violencia de sus países de origen. Desde hace 10 días, al menos 7,000 personas iniciaron su viaje en una caravana hacia Estados Unidos.

Aunque para gran parte de ellos el objetivo es Estados Unidos, cientos optan por quedarse en México debido a lo peligroso del viaje y a las amenazas antiinmigrantes del presidente estadounidense Donald Trump, quien ya alertó a la patrulla fronteriza y a los militares de su país de que la Caravana Migrante representa una emergencia nacional.

Las últimas cifras de la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados (Comar) arrojan que el año pasado 8,656 ciudadanos de Guatemala, Honduras y El Salvador, conocidos como el Triángulo del Norte de Centro América (TNCA), hicieron una petición de asilo en México, frente a 887 de 2013. Por ello, México está en un proceso de ser un país expulsor a uno receptor de migrantes.

Guerras civiles, golpes de Estado, violencia de pandillas como las mara y bajos niveles de desarrollo han fustigado por décadas al TNCA.

El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo el domingo pasado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, que su administración otorgará visas de trabajo a los migrantes y pidió al gobernador del estado garantizar su seguridad. “Nada de maltrato a los migrantes centroamericanos”.

Olga Sánchez Cordero, la próxima secretaria de Gobernación, dijo en entrevista con el periódico Milenio, que el gobierno de López Obrador podrá emplear a los migrantes en los diversos proyectos de infraestructura como el Tren Maya o el Tren Transísmico.

Dado que México ha sido considerado como un país expulsor de migrantes, hasta ahora no se han instrumentado políticas de inmigración que busquen integrar a los migrantes al mercado laboral.

¿Bienvenidos a México?

La realidad para los migrantes que se quedan en México es complicada, además de la xenofobia, muchos de ellos enfrentan un mercado laboral precario, con bajos salarios y sin seguridad social.

Entre 2012 y junio de 2018, el Consejo Nacional para prevenir la Discriminación (Conapred) calificó 48 expedientes como presuntos actos de discriminación relacionados con migrantes. Más de la mitad eran atribuidos a personas del servicio público.

En 30 de ellos se vulneró el derecho al trato digno, en 17 el derecho a la igualdad de oportunidades y en 10 el derecho al trabajo. En tanto, 20.5% de los migrantes considera a la discriminación uno de sus principales problemas en México; para 23.5% es el desempleo.

Hay que dar información correcta. No decir que llegan a quitar el trabajo a los mexicanos. Los migrantes no son criminales, son personas que buscan mejores oportunidades de vida, así como miles de mexicanos lo han buscado en otros territorios

Rodolfo Cruz, investigador del Departamento de Estudios de Población de El Colegio de la Frontera Norte.

¿En qué trabajan?

En general, los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños que laboran en México se insertan en trabajos precarios y sin seguridad social y sólo una proporción importante de salvadoreños son directivos o funcionarios, de acuerdo con el estudio ‘Visitantes y Residentes. Trabajadores guatemaltecos, salvadoreños y hondureños en México’ publicado por la Canamid.

El documento indica que, en el caso de los guatemaltecos, la mayoría de los hombres laboran en el sector agropecuario (47.2%), muchos de ellos son jornaleros o peones; las guatemaltecas se concentran en el sector de servicios (61%), donde una gran parte de ellas son empleadas domésticas.

Los salvadoreños, tanto hombres como mujeres, trabajan en diversos servicios (42% hombres y 73% mujeres). Hay artesanos, vendedores, profesionistas y técnicos, algunos de ellos alcanzan la categoría de funcionarios o jefes.

En cuanto a los residentes hondureños, 28% de los hombres se dedican al trabajo artesanal, mientras que 18% a actividades elementales y de apoyo.

Especialistas en migración recomiendan una política integral esta población, lo que implica no solo atender las solicitudes de refugio, sino fomentar programas de empleo temporal, políticas laborales de capacitación para que puedan desempañarse en empleos de mayor calidad y obtengan seguridad social, además de evitar su explotación laboral.

Algunas organizaciones civiles han señalado la tardanza de la Comar para realizar los trámites de asilo de los migrantes que han pedido refugio en el país.

La Secretaría de Gobernación expuso que entre el 19 y el 21 de octubre ha atendido 1,028 solicitudes de refugio, sin embargo, estos migrantes deberán permanecer en albergues por lo  menos 45 días en lo que reciben un respuesta del gobierno.

El viernes pasado, cientos de migrantes lograron abrir una reja en el puente fronterizo que cruza el río Suchiate, pero en territorio mexicano fueron recibidos por policías que impedían su paso y lanzaron gases lacrimógenos.

No obstante, miles de migrantes decidieron continuar con su viaje hacia Estados Unidos pese a las amenazas de Trump, quien ha señalado a México por no detener a los migrantes.

“No hay que caer en el discurso y el juego que impone la administración de Trump, de responder de manera reactiva y hacerle el juego de que son criminales, porque no lo son, hay que ser tolerantes y pacientes para que esta crisis se resuelva poco a poco”, dijo Cruz.

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