Jerome Powell tuvo un primer año lleno de baches como presidente de la Reserva Federal cuando se trató de hablar de política monetaria, a ratos asustando y reconfortando a los inversionistas incluso cuando los datos económicos ofrecieron señales cada vez más dispares y el presidente Donald Trump intensificó sus ataques al banco central de Estados Unidos.
Y a medida que el 2018 cierra con una caída dramática en las acciones y un declive en los rendimientos de los bonos, los mercados financieros deberán prepararse para el próximo año, cuando está programado que Powell haga más declaraciones públicas sin guiones que cualquier otro jefe de la Fed.
Powell, un abogado y exbanquero de inversiones cuya larga carrera en mercados y en el Gobierno le dio una perspectiva del mundo real que Trump buscó en un presidente de la Fed, asumió el cargo el 5 de febrero de 2018, para un periodo de cuatro años, decidido a mejorar las comunicaciones del organismo con el Congreso y el público.
Se reúne con frecuencia con los legisladores y habla sobre política monetaria en un estilo que es menos técnico y más campechano que el de los anteriores jefes de la Fed, que en las últimas décadas han sido todos economistas.
Ese estilo puede haber sido parte del atractivo de Powell para Trump, pero posiblemente haya contribuido a la volatilidad del mercado, ya que los inversionistas se aferran a cada palabra suya para aclarar hasta qué punto la Fed puede aumentar las tasas.
“Tengo gente en mi edificio que está furiosa por esto”, dijo Carl Tannenbaum, economista jefe de Northern Trust, refiriéndose a la descripción reciente de Powell de la situación actual de la Fed como caminando por un cuarto oscuro.
Aunque la metáfora tenía la intención de mostrar la apreciación de Powell de la incertidumbre que enfrenta el banco central y una razón para la cautela, Tannenbaum sostuvo que dejó expuestos a los inversores.
“El problema es que la Fed no puede simplemente sentarse allí en la oscuridad. La Fed tiene que hacer un esfuerzo para arrojar luz sobre lo que está pasando”, opinó Tannenbaum.
Powell ha seguido declarando la “incertidumbre” de la Fed, usando la palabra cuatro veces en su conferencia de prensa del 19 de diciembre, luego del aumento de tasas del banco central en su última reunión de política monetaria del año.
Pero con Powell enviando un conjunto de mensajes en sus comentarios -que los riesgos se están incrementando y es posible que las alzas de tasas deban ralentizarse- mientras aún hay pronósticos de la Fed que muestran que los tipos seguirán subiendo el próximo año. “El mensaje aquí es un poco descuidado”, dijo el profesor de Economía de la Universidad de Oregón, Tim Duy.
La orientación demasiado clara, por su parte, tiene sus propios inconvenientes.
En la rueda de prensa de diciembre tras la cuarta subida de tasas de la Fed del 2018, Powell dijo definitivamente que la reducción del balance del organismo está en “piloto automático” y no anticipó un cambio.
Aunque los comentarios fueron consistentes con la orientación anterior de la Fed, las acciones se hundieron por la decepción de que él no sugiriera una postura más flexible.
Un par de días después, el presidente de la Fed de Nueva York, John Williams, un aliado cercano de Powell y un votante permanente en el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por su sigla en inglés), transmitió un enfoque más suave y las acciones subieron.
Todos los presidentes de la Fed han tenido tropiezos y, como resultado, han afectado a los mercados globales. Ben Bernanke, en 2013, hizo que las acciones mundiales se desplomaran cuando sugirió que la Fed desaceleraría sus compra de bonos. Alan Greenspan, en 1996, trató de desinflar los títulos al señalar una “exuberancia irracional” en los valores de los activos, aunque el efecto fue de corta duración.
Pero los presidentes anteriores de la Fed nunca han operado bajo el nivel actual de escrutinio abierto de la Casa Blanca y los propios comentarios de Trump también han afectado a los mercados.
Para complicar aún más las cosas, un crecimiento global más débil puede amenazar las que han sido ganancias sólidas del mercado laboral y un fuerte crecimiento interno en Estados Unidos.
A esto hay que agregar una guerra comercial con China y un cierre parcial del Gobierno federal estadounidense por una disputa de presupuesto, y el resultado es una combinación de incertidumbres que hacen que los mercados apuesten a que la Fed no subirá las tasas ni una vez el próximo año.
En este contexto, a partir de enero, Powell celebrará una conferencia de prensa tras cada reunión de la Fed para proporcionar más claridad sobre las decisiones y el pensamiento de la Fed, como explicó cuando anunció el cambio en junio. La medida significa que Powell ofrecerá ocho ruedas de prensa en 2019, en comparación con la práctica actual de cuatro por año.
Pero el cambio también aumenta las probabilidades de un comentario suelto que sacuda a los mercados.
Podría ser un buen momento para decir con más fuerza que la Fed no tiene todas las respuestas, dijo la exvicepresidenta de la Fed, Alice Rivlin.
“Eso siempre es difícil”, dijo Rivlin, recordando la reacción de Greenspan cuando ella usó la palabra “adivinar” en un discurso. “(Él) dijo, no uses la palabra ‘adivinar’ porque parece que no sabemos lo que estamos haciendo. Y pensé bien, ok (…) pero no lo sabemos”.