La pandemia de COVID-19 asestó otro golpe a las cadenas mundiales de suministro, que apenas comenzaban a recuperarse de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, pero México podría aprovechar esta oportunidad para atraer nuevas inversiones.
La interrupción en las cadenas comienza a obligar a las empresas de todo el mundo a evaluar sus riesgos de concentración, ya que varias están altamente concentradas en China, epicentro de la pandemia.
Paradójicamente también el coronavirus puede acelerar ciertas tendencias en materia de regionalización de las cadenas de suministro que pueden aumentar el potencial para que México se convierta en un eslabón esencial en las cadenas de suministro de Norteamérica
comentó en entrevista Gabriela Soni, jefa de la oficina de inversiones de UBS México.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) estima una posible disminución de las exportaciones de 50,000 millones de dólares en las cadenas de valor mundiales como resultado directo del virus.
Debido a que China se ha convertido en el centro de fabricación central de muchas operaciones comerciales, una desaceleración en su producción tiene repercusiones para un país determinado, esto según la dependencia de sus industrias a los proveedores chinos.
“De lo que se dieron cuenta es que las empresas deben hacer cadenas de suministro más diversificadas y más estables, que no solo dependan de China. El otro beneficio de traer los centros de producción al mercado en donde se encuentra el consumidor, es que te ahorras costos y tiempo de transporte”, dijo Gabriela Soni.
Una de las principales ventajas de México es su ubicación geográfica ante la cercanía con Estados Unidos y Canadá –aunado al tratado comercial entre los tres países–, lo cual reduce los tiempos y costos de transporte. Por ejemplo, en promedio, transportar un contenedor de 40 pies (cerca de 13 metros) de México a Estados Unidos tarda una semana y tiene un costo de alrededor de 1,800 dólares, mientras que de China a Estados Unidos toma cinco semanas y unos 4,300 dólares.
En este sentido, un estudio de UBS Global Research arroja que de las compañías de Estados Unidos que tienen producción en China, 76% planean mover su producción fuera del dragón asiático.
De estas, una tercera parte proyecta hacerlo en el corto plazo, y los países en donde planean relocalizar su producción por orden de preferencia son: Estados Unidos, Canadá, Japón y México.
Adicionalmente, varios de los productos que se producen en China ya se fabrican en México como maquinaria eléctrica, teléfonos, módems, computadoras, monitores, plásticos, por mencionar algunos.
Tener ese know how te ayuda a que si una empresa quisiera traer su producción de China, si ya se fabrica en México, el entrenamiento que tengas que dar será mucho menor, ahorrarías costos y también parte de la inversión en infraestructura porque probablemente si ya hace esta planta el producto, podría aumentar a una máquina y no toda una planta nueva
comentó Gabriela Soni.
Una cadena de suministro que depende de una sola fuente es vulnerable a la parálisis cuando se corta esa fuente; ese es el riesgo de concentración, que el COVID-19 ha hecho el enfoque dominante para las empresas, dice en un reporte Madhur Jha, jefa de investigación temática de Standard Chartered.
Madhur Jha ejemplifica el caso de la producción automotriz. Para fabricar un auto se requieren 2,500 componentes, “pero solo un componente para no fabricarlo”. Por lo que cuando la provincia de Hubei en China cerró, interrumpió las cadenas de suministro de 300 de las 500 compañías más importantes del mundo, que tienen instalaciones allí.
No obstante, para conseguir atraer inversiones de empresas que quieran salir de China, México tiene que resolver algunos desafíos.
A mediados de junio, la consultora AT Kearney dejó fuera a México de las primeras 25 posiciones prioritarias para la Inversión Extranjera Directa (IED).
“Esto refleja que los inversionistas consideran que México es un destino menos atractivo para la IED respecto a otros países. Es la segunda vez desde la creación del índice en la que México se encuentra fuera, lo estuvo previamente en 2011. A pesar de la ratificación del T-MEC y el efecto nearshoring, México necesita reenfocar sus esfuerzos para recuperar la confianza de los inversionistas extranjeros”, dijo la consultora.
Por lo que Soni considera que el parís tiene que avanzar en materia de cumplimiento de contratos, Estado de Derecho, reducir los niveles de impunidad, “todavía hay retos importantes para poder aprovechar al máximo esta tendencia de regionalización”.