Durante el inicio de la segunda mitad del año, el consumo privado y la inversión de corto plazo ‘decepcionaron’ con sus resultados; sin embargo, el apartado de construcción no residencial continuó como detonador de la economía mexicana.
De acuerdo con datos desestacionalizados del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el Indicador Mensual del Consumo Privado en el Mercado Interior (IMCPMI) creció apenas 0.04% en julio pasado.
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Esta alza fue inferior a la variación previa, de 0.36%, producto del incremento en bienes de origen nacional (1.36%), que compensó las caídas en servicios de origen nacional (0.57%) y bienes importados (1.12%).
Las señales de fatiga en el consumo en esta lectura se dieron pese a que el desempleo (2.9%) se mantuvo cercano a su mínimo histórico, a que la inflación —aunque sigue elevada— continuó cediendo (4.79% anual, mínimo desde marzo 2021), y a la alta confianza del consumidor (46.3 puntos, máximo desde noviembre 2021)
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Por debajo del estimado
Por su parte, la formación bruta de capital fijo incrementó 0.48% en julio del presente año, el menor nivel en el último año, así como por debajo del estimado del mercado, de 1.2%.
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No obstante, uno de sus componentes sigue dinámico, el de construcción no residencial, el cual con su incremento de 2.21% consiguió siete meses al hilo con variaciones positivas.
El sector sigue impulsado por el gasto gubernamental en obras clave (ejemplo, Tren Maya y Corredor del Istmo de Tehuantepec), donde creemos que existen mayores esfuerzos por terminarlas antes de que finalice el sexenio, así como por la consolidación de una mayor demanda por espacios industriales
ahonda Banorte.
Algunos riesgos
Si bien el panorama no luce muy adverso, aún se mantienen ciertos riesgos para el consumo y la inversión:
- Mayores presiones inflacionarias, con condiciones climáticas adversas y alzas en los precios de los energéticos
- Tasas de interés altas por mayor tiempo, impactando las decisiones de consumo e inversión
- Ciertas dudas sobre el dinamismo de la economía global, a pesar de cierta resiliencia en Estados Unidos
- Un efecto de base más retador, con ganancias importantes, al menos en inversión desde agosto de 2022
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En el otro extremo, Banorte cree que el impacto en general de estos factores podría estar relativamente acotado, al menos en el corto plazo, por elementos como la apreciación del peso, la moderación de la inflación y mayores avances salariales.
Por lo tanto, prevé que la demanda doméstica será un motor relevante para la actividad económica en lo que resta del año y en el 2024, reconociendo también un impulso adicional por el gasto gubernamental, tanto en inversión (continuidad en proyectos clave), como en consumo (ampliación de las transferencias de los programas sociales).