La calidad del empleo y el acceso al trabajo digno en México no se encuentra entre los parámetros de medición de la pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), lo que supone dificultades para entender y atender el problema.
La falta de medición de este rubro se debe a que, al momento en que se discutió la metodología con la que el Coneval daría seguimiento a la pobreza, el empleo fue considerado transversal frente a otras carencias.
Lo anterior significa que se analiza el comportamiento del empleo frente a salud o educación –, y no como un indicador en sí mismo, comentó en entrevista Edith Pacheco, profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales del Colegio de México (Colmex).
A pesar de que la especialista considera necesario que se estudie la calidad del empleo, indica que “no todo el trabajo es empleo”, por lo que también se deben ver las actividades no remuneradas que realizan las personas para identificar sus carencias.
“El empleo es la parte remunerada, pero la labor del hogar es trabajo no remunerado. Al no verlo se pierde la oportunidad de entender cómo las familias se organizan para cubrir sus necesidades”.
La metodología del Coneval es multidimensional y toma el ingreso corriente per cápita, rezago educativo promedio en el hogar, acceso a servicios de salud, acceso a seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a la alimentación nutritiva y de calidad, grado de cohesión social y grado de accesibilidad a carreteras pavimentadas, según el Artículo 36° de la Ley General de Desarrollo Social.
“Hay indicadores que tienen una doble vertiente, cuando uno mide ingreso está recuperando vertientes de trabajo, pero no de trabajo digno. Habría que medir eso como tal”, dijo Rosario Cárdenas, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
México no es el único país que carece de este tipo de mediciones.
“Parte del problema reside en que no existe un consenso sobre cuánto y qué tipo de empleo se necesita. Pero también existen problemas prácticos con los datos de empleo que afectan su uso para los propósitos del análisis sobre pobreza”, dice el estudio ‘Las dimensiones faltantes en la medición de la pobreza’, del Banco de Desarrollo de América Latina y la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de la Universidad de Oxford.
El documento plantea indicadores complementarios a la información existente sobre empleo. Estos incluyen el empleo informal, los ingresos, las actividades múltiples y los riesgos ocupacionales.
Labor conjunta
Si bien la idea de hacer indicadores complementarios en materia de empleo para medir la pobreza suena tentador, una de las cuestiones a las que se enfrentan los encargados de las políticas públicas es cómo medirlos.
Los organismos que miden la pobreza deben atenerse a las definiciones de medición estipuladas en su metodología y, aunque estas cambian en el tiempo, existen discusiones internacionales sobre cómo evaluar.
“Es muy complicado, pero es bueno poner (estos temas) en la mesa de debate”, dijo Pacheco.
Sobre las soluciones y las personas que deberían estar involucradas en el combate a la pobreza, las especialistas coinciden en que es un tema de corresponsabilidad
“Todos necesitamos participar, es un esfuerzo de toda la sociedad desde nuestros espacios. Las empresas con los elementos de responsabilidad social, las personas con el ejercicio de sus derechos y los gobiernos con la difusión de qué son los programas, cómo se accede a ellos”, comentó Cárdenas.