El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere acelerar el crecimiento de la economía durante su administración para elevarlo hasta 4%, pero para lograrlo tendrá que terminar con la mala racha que ha tenido la inversión, tanto pública como privada, desde hace más de dos décadas.
La Inversión Fija Bruta (IFB) como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), representó 20.41% hasta el tercer trimestre de 2018. Esta razón, que indica la capacidad productiva del país, no ha roto la barrera de 25% del PIB, que se requiere para apuntalar el crecimiento económico, que ha sido de 2.5% promedio anual desde 1994.
Carlos Slim, el empresario más rico del país, respaldó el plan de crecimiento del gobierno federal. El presidente vitalicio de Grupo Carso dijo que es posible que la economía crezca 4% con el impulso a la inversión pública y privada, en el marco del informe por los primeros 100 días de la administración de López Obrador.
El sector público deberá sumar fuerzas con la iniciativa privada para incentivar las inversiones productivas, es decir, la creación de fábricas o proyectos de infraestructura que permitan mejorar los canales de producción, así como carreteras o telecomunicaciones e impulsar el capital humano, esto es, la capacitación de los trabajadores.
Para lo anterior se necesita una mayor inversión educación y desarrollo científico por parte del gobierno, mientras que el sector privado debe destinar mayores recursos para capacitar a su fuerza laboral.
La inversión productiva permitirá elevar la capacidad de producción en las empresas en un lapso máximo de un año y aunque la inversión en capacitación es a largo plazo, con la combinación consistente entre ambas, la economía puede avanzar a tasas más altas, sostenibles y saludables
comentó Alfredo Coutiño, director general para América Latina de Moody’s Analytics.
Las cifras no parecen optimistas. La IFB (los gastos hechos en maquinaria y equipo nacional e importado), cayó 6.4% en su comparación anual en diciembre, de acuerdo con cifras desestacionalizadas del INEGI.
El fantasma de las reformas estructurales
El principal factor para el crecimiento económico es la inversión, y aunque la razón de las reformas estructurales que impulsó el expresidente Enrique Peña Nieto fue elevar la captación de capital privado, nacional e internacional, los resultados no fueron alentadores.
A inicios de su sexenio, Peña Nieto aseguró que con la aprobación de las reformas la economía mexicana registraría un crecimiento promedio anual de 5.02% entre 2015 y 2018, pero 2018 cerró con un crecimiento anual de 2%.
Se esperaba que las reformas aumentaran las inversiones, pero no pasó y la baja inversión se convirtió en una anemia crónica para el país y si no se invierte, la economía no puede generar más capacidad productiva
dijo Coutiño.
El gobierno de México puede ganar la confianza de los inversionistas en México y el mundo si impulsa la participación de la iniciativa privada.
La tarea no será sencilla ya que la cancelación de la construcción del aeropuerto en Texcoco generó incertidumbre entre los inversionistas, que ya habían detenido sus proyectos ante los temores que generó la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
México es atractivo para las inversiones, pero en el pasado muchos de los proyectos se han politizado y no resultan tan productivos como se planeaba, por eso es importante dar confianza a los mercados y garantizar la seguridad de los recursos, generar piso parejo para todos los inversionistas y garantizar el Estado de derecho
dijo Jorge Gordillo, director de análisis económico de CI Banco.