Las economías de América Latina demorarán años en recuperarse de una caída del empleo formal derivada del shock económico de la pandemia, y el impacto en la región podría causar pérdidas de ingresos más profundas de lo pensado anteriormente, mencionó un informe del Banco Mundial.

En un estudio sobre los trastornos a mediano y largo plazo del mercado laboral en América Latina y el Caribe, en el que repercute el escenario del COVID-19, el organismo identificó crisis previas en países como México, Brasil y Chile, las que derivaron en pérdidas sustanciales de trabajo y deterioro de las condiciones de empleo.

El reporte analizó las recesiones de las últimas décadas para determinar las estructuras del mercado laboral.

“Es fundamental centrarse en los trabajadores porque los impactos a largo plazo de las crisis sobre los mercados laborales pueden generar pérdidas de ingresos más profundas de lo que se creía anteriormente”, indicó la investigación.

También informó que “20 meses después del comienzo de una recesión, el empleo general tiende a permanecer más bajo, y el empleo formal sigue situándose por debajo de los niveles previos a la crisis durante más de 30 meses”.

Los ingresos se mantienen bajos

Además de la urgencia de un marco sólido de políticas macroeconómicas contracíclicas, el Banco Mundial añadió que son necesarios más estudios para comprender los esquemas de trabajo informal y formal en la región y las transiciones que se generan entre ambos frentes cuando ocurre un shock económico.

El informe detalló que “muchos trabajadores no se sobreponen por completo, ni siquiera a largo plazo; los ingresos se mantienen bajos y sus carreras profesionales se deterioran. Quienes más pierden, pierden mucho”.

En un reflejo de la marcada disparidad global, los trabajadores menos cualificados sufren más efectos permanentes en Latinoamérica, en tanto que los empleados con más estudios e ingresos suelen ver ajustes de menor magnitud y más breves tras las recesiones, señaló el reporte.