La crisis por Vector no mueve a la supervisión bursátil de la CNBV

La salida de Jesús de la Fuente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) dejó varias lecturas, pero una de las más relevantes —y menos dichas en público— es que obedeció a la designación de Itzel Moreno como interventora de Vector Casa de Bolsa. Esa decisión evidenció que el organismo está capturado por grupos de poder que operan desde hace años dentro de la institución.
Aun con el escándalo encima, y tras la llegada de Ángel Cabrera Mendoza a la presidencia de la CNBV, con la promesa de un reordenamiento, la Vicepresidencia de Supervisión Bursátil permanecerá intacta con Edson Munguía al frente, al ser muy cercano a Cabrera Mendoza.
Esa relación explica por qué, aunque hay una investigación en curso por posible conflicto de interés en la designación de Itzel Moreno —palomeada por Munguía y avalada por De la Fuente— todo indica que el expediente morirá sin consecuencias.
La VP de CNBV que no supervisa
La permanencia de Munguía confirma lo que en el sector financiero se conoce desde hace años: la vicepresidencia funciona como una estructura enquistada desde hace dos décadas, inmóvil sin importar quién encabece la CNBV. Directores y exvicepresidentes forman un bloque que ha sobrevivido a administraciones completas, mientras los problemas de supervisión se repiten con el mismo patrón.
Los resultados están a la vista. La vicepresidencia no anticipó el colapso de vivienderas; tampoco alertó sobre las financieras no bancarias que estallaron, ni frenó emisoras con problemas contables. También permitió la colocación de CKDs y otros instrumentos creados en los últimos 20 años que han tomado el dinero de las Afores —recursos de los trabajadores— sin generar los rendimientos prometidos.
Lo más grave es que existe consenso en que la Supervisión Bursátil simplemente no supervisa. El área opera con poco personal calificado, sin presupuesto para atraer especialistas y con una cultura institucional que evita decisiones incómodas. El resultado es un regulador que actúa como observador, no como autoridad.
Nuevos focos rojos para la supervisión bursátil
A esto se suman nuevos focos rojos: el sector de fibras, donde hay valuaciones cuestionadas, operaciones corporativas poco claras y auditores permisivos. Las Afores, que cargan buena parte de estas posiciones, ya enfrentan minusvalías en dicho sector; si la situación se agrava, el impacto será político y sistémico. La vicepresidencia debería anticipar estos riesgos, pero hoy no tiene ni la capacidad técnica ni la autonomía para hacerlo.
A este panorama se agrega un riesgo emergente: las emisiones simplificadas derivadas de la reforma a la Ley del Mercado de Valores. Aunque buscan impulsar el financiamiento de pequeñas y medianas empresas, son instrumentos de alto riesgo que exigen una supervisión rigurosa. El problema es que el historial reciente —marcado por omisiones en fraudes, valuaciones dudosas y emisoras opacas— pone en duda que la CNBV tenga la capacidad real para evitar nuevos casos. El mercado teme que este esquema, bien intencionado, termine reproduciendo los errores del pasado.
El ecosistema que rodea a la supervisión tampoco ayuda: calificadoras que bajan notas cuando el problema ya explotó, auditores que validan sin revisar y asesores que empujan operaciones con conflictos de interés evidentes. En la mayoría de las jurisdicciones, el regulador es el último dique de contención.
Más de lo mismo…
Por eso, el relevo en la presidencia de la CNBV no cambiará la operación cotidiana. Es muy probable que la investigación por conflicto de interés por el caso de Vector quedará en archivo muerto, el grupo que controla la supervisión bursátil seguirá intacto y el organismo continuará acumulando omisiones que se traducen en riesgos reales para emisoras, inversionistas institucionales y minoritarios.
Los retos que enfrenta la Vicepresidencia de Supervisión Bursátil son ineludibles: reconstruir capacidad técnica, vigilar emisoras con alta opacidad, establecer criterios más duros para instrumentos complejos y, ahora, evitar que las emisiones simplificadas se conviertan en un semillero de problemas. Pero nada de esto ocurrirá mientras el área permanezca capturada por una estructura que lleva 20 años operando igual.
Adenda
En atención a la carta enviada por el señor Sandro García Rojas Castillo en respuesta a la columna publicada el pasado 10 de noviembre, titulada “La CNBV de Ángel Cabrera: en impase y silenciosa, ¿FinCEN dará otra estocada?”, —que, por el prestigio y compromiso editorial de EL CEO con la transparencia, se publica de manera íntegra a continuación— consideramos necesario realizar algunas precisiones relevantes para nuestros lectores.
Aun cuando el señor García-Rojas manifiesta que nunca formó parte del consejo de administración de la fintech Capital Funding Lab, la información pública disponible arroja su registro como integrante del referido órgano, situación que motivó la referencia contenida en la columna original.
Asimismo, respecto de la afirmación del señor García Rojas en el sentido de no haber sido notificado de posibles esquemas de lavado de dinero durante su paso por la CNBV, es importante recordar que dicha entidad operaba entonces bajo el régimen del octavo transitorio de la Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera, lo que implicaba supervisión y facultades activas por parte de la Vicepresidencia de Supervisión de Procesos Preventivos. EL CEO cuenta con documentación que acredita que dichos señalamientos fueron comunicados a la VP correspondiente, entonces encabezada por el propio García Rojas, conforme a los procedimientos internos de la autoridad.
Como en todos los trabajos periodísticos publicados por este medio, reiteramos nuestro compromiso con la veracidad, la precisión y el derecho de réplica. Adjuntamos la respuesta: Carta al CEO Mario Gamez141125.
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